Estimado Don Manuel:
Su ciclo en el Betis ha terminado. El equipo que usted preside posee una de las aficiones más generosas y sufridas del planeta fútbol y se merece un club con espíritu ganador, capaz de transformar las energías y pasiones de los aficionados en victorias y éxitos.
Pero usted se siente cansado y desilusionado porque su estrella declina y porque los béticos, en lugar de continuar adorándole y diciendo aquello de "lo que diga don Manué", ahora exigen transparencia, eficacia y ambición, algo que usted ya no puede dar.
Si tanto ama usted al Betis, como dice, debería usted comprender que su ciclo de poder ha terminado. El Betis necesita hoy clausurar, urgentemente y sin traumas, la etapa del "loperismo".
Tiene usted el raro privilegio histórico y la oportunidad de salvar dos veces a ese Betis que tanto queremos. Lo salvó cuando usted llegó, poniendo dinero sobre la mesa, en 1992, y puede volver a salvarlo ahora, marchándose y entregando las riendas a un nuevo lider que sepa inyectar al Betis lo que usted ya no puede hacer: ilusión, energía, solvencia y un nuevo proyecto de futuro.
Aseguran sus colaboradores más cercanos que usted quiere mantener la próxima temporada la política de austeridad y que desea recoger beneficios para compensar las inversiones pasadas. Aseguran también que el Betis corre el riesgo de que usted, que se autoproclama "salvador" del club, dolido por las reclamaciones y críticas que recibe de la afición y que usted considera injustas, dimita y, como represalia, coloque en el palco a un títere, mientras que, gracias a su mayoritario paquete de acciones, sigue controlando a distancia el equipo, imponiendo su estilo y sus decisiones, lo que sería para el Betis un castigo inmerecido que podría llevarle a una de las etapas más tristes y frustrantes de su historia o, incluso, a su desaparición.
El Betis, con casi 40.000 abonados y con una de las mejores aficiones del mundo, no se merece el castigo de la mediocridad.
Lo que el Betis merece y demanda ya es el fin del loperismo, lo que representaría para ese histórico club andaluz un salto hacia el futuro y el auténtico progreso para una afición que padece métodos y estilos anclados en la caverna y en un pasado que Andalucía, por furtuna, ya ha superado. Debería usted comprender que los béticos de hoy no son, como usted cree, "criaturitas" necesitadas de paternalismo, sino ciudadanos que demandan espectáculo deportivo exultante y un liderazgo moderno que les permita participar en los destinos del club.
El Betis, para penetrar en la modernidad, necesita liquidar con urgencia el "loperismo". Hay muchas razones que justificarían su salida del Betis, pero hay tres fundamentales:
1.- Su fracaso personal como presidente, constatado en la actual temporada, en la que no tuvo la generosidad de aprovechar los vientos favorables del éxito en la Copa del rey y la presencia en la Champion para reforzar al equipo, ni supo liderarlo para que creciera, llevándolo, como máximo responsable que es, a una temporada que todos quisiéramos olvidar, en la que la afición está indignada.
2.- La traición a los más nobles principios del beticismo, perpetrada con su abandono del palco esta temporada, precisamente cuando el Betis más le necesitaba y cuando los aficionados, desde el sufrimiento y la tristeza, sacaban fuerzas de flaqueza aupando al equipo en "mareas verdes" por las calles sevillanas y arropando al equipo en el estadio. Lopera no ha demostrado ser el mejor de los béticos, como debiera, creciéndose en la adversidad, sino que se ha enfadado como un niño porque le han abucheado y le han herido llamando a su estadio "el Villamarín". Un presidente que cede a la soberbia y abandona a su equipo en los momentos difíciles, no merece llevar el timón de esta noble institución.
3.- La necesidad de renovación y de modernización de un club que debe entrar, de una vez por todas, no en el siglo XXI, sino al menos en el XX, renovando sus estilos inticuados, renunciando al caciquismo, abriéndose a la sociedad y a los socios y simpatizantes, ganando en transparenca, informando de lo que hace, renegando de su tradicional cutrerío y cuidando, como hacen las instituciones y empresas modernas y solventes, a sus clientes prioritarios, que son la plantilla, el cuerpo técnico y la afición.
Lo que tiene que hacer usted, señor Lopera, es ser generoso, cerrar con dignidad su ciclo y permitir al Betis que vuele hacia las estrellas, o que al menos lo intente.
No le pedimos que cumpla sus (¿demagógicas?) promesas, hechas en el pasado, de devolver la propiedad del Betis a los béticos, como un día dijo. Sólo queremos que venda y que recupere con creces todo lo que invirtió, pero que deje su sitio a otra gente que sea capaz de sacar al equipòde su actual postración, de eliminar el desánimo de la afición y de inyectar dinamismo, entusiasmo y solvencia a uno de los mejores clubes del mundo, que sea capaz, también, de aprovechar el enorme empuje de la afición bética para crear un equipo ganador o, al menos, luchador y pundonoroso.
Ojalá que su salida sea tan digna como fue su llegada. Usted tiene ahora la oportunidad y el privilegio de repetir aquel gesto generoso que hizo cuando llegó y salvó al Betis de la desaparición. Ahora, si se marcha dignamente, puede volver a salvarlo.
Su ciclo en el Betis ha terminado. El equipo que usted preside posee una de las aficiones más generosas y sufridas del planeta fútbol y se merece un club con espíritu ganador, capaz de transformar las energías y pasiones de los aficionados en victorias y éxitos.
Pero usted se siente cansado y desilusionado porque su estrella declina y porque los béticos, en lugar de continuar adorándole y diciendo aquello de "lo que diga don Manué", ahora exigen transparencia, eficacia y ambición, algo que usted ya no puede dar.
Si tanto ama usted al Betis, como dice, debería usted comprender que su ciclo de poder ha terminado. El Betis necesita hoy clausurar, urgentemente y sin traumas, la etapa del "loperismo".
Tiene usted el raro privilegio histórico y la oportunidad de salvar dos veces a ese Betis que tanto queremos. Lo salvó cuando usted llegó, poniendo dinero sobre la mesa, en 1992, y puede volver a salvarlo ahora, marchándose y entregando las riendas a un nuevo lider que sepa inyectar al Betis lo que usted ya no puede hacer: ilusión, energía, solvencia y un nuevo proyecto de futuro.
Aseguran sus colaboradores más cercanos que usted quiere mantener la próxima temporada la política de austeridad y que desea recoger beneficios para compensar las inversiones pasadas. Aseguran también que el Betis corre el riesgo de que usted, que se autoproclama "salvador" del club, dolido por las reclamaciones y críticas que recibe de la afición y que usted considera injustas, dimita y, como represalia, coloque en el palco a un títere, mientras que, gracias a su mayoritario paquete de acciones, sigue controlando a distancia el equipo, imponiendo su estilo y sus decisiones, lo que sería para el Betis un castigo inmerecido que podría llevarle a una de las etapas más tristes y frustrantes de su historia o, incluso, a su desaparición.
El Betis, con casi 40.000 abonados y con una de las mejores aficiones del mundo, no se merece el castigo de la mediocridad.
Lo que el Betis merece y demanda ya es el fin del loperismo, lo que representaría para ese histórico club andaluz un salto hacia el futuro y el auténtico progreso para una afición que padece métodos y estilos anclados en la caverna y en un pasado que Andalucía, por furtuna, ya ha superado. Debería usted comprender que los béticos de hoy no son, como usted cree, "criaturitas" necesitadas de paternalismo, sino ciudadanos que demandan espectáculo deportivo exultante y un liderazgo moderno que les permita participar en los destinos del club.
El Betis, para penetrar en la modernidad, necesita liquidar con urgencia el "loperismo". Hay muchas razones que justificarían su salida del Betis, pero hay tres fundamentales:
1.- Su fracaso personal como presidente, constatado en la actual temporada, en la que no tuvo la generosidad de aprovechar los vientos favorables del éxito en la Copa del rey y la presencia en la Champion para reforzar al equipo, ni supo liderarlo para que creciera, llevándolo, como máximo responsable que es, a una temporada que todos quisiéramos olvidar, en la que la afición está indignada.
2.- La traición a los más nobles principios del beticismo, perpetrada con su abandono del palco esta temporada, precisamente cuando el Betis más le necesitaba y cuando los aficionados, desde el sufrimiento y la tristeza, sacaban fuerzas de flaqueza aupando al equipo en "mareas verdes" por las calles sevillanas y arropando al equipo en el estadio. Lopera no ha demostrado ser el mejor de los béticos, como debiera, creciéndose en la adversidad, sino que se ha enfadado como un niño porque le han abucheado y le han herido llamando a su estadio "el Villamarín". Un presidente que cede a la soberbia y abandona a su equipo en los momentos difíciles, no merece llevar el timón de esta noble institución.
3.- La necesidad de renovación y de modernización de un club que debe entrar, de una vez por todas, no en el siglo XXI, sino al menos en el XX, renovando sus estilos inticuados, renunciando al caciquismo, abriéndose a la sociedad y a los socios y simpatizantes, ganando en transparenca, informando de lo que hace, renegando de su tradicional cutrerío y cuidando, como hacen las instituciones y empresas modernas y solventes, a sus clientes prioritarios, que son la plantilla, el cuerpo técnico y la afición.
Lo que tiene que hacer usted, señor Lopera, es ser generoso, cerrar con dignidad su ciclo y permitir al Betis que vuele hacia las estrellas, o que al menos lo intente.
No le pedimos que cumpla sus (¿demagógicas?) promesas, hechas en el pasado, de devolver la propiedad del Betis a los béticos, como un día dijo. Sólo queremos que venda y que recupere con creces todo lo que invirtió, pero que deje su sitio a otra gente que sea capaz de sacar al equipòde su actual postración, de eliminar el desánimo de la afición y de inyectar dinamismo, entusiasmo y solvencia a uno de los mejores clubes del mundo, que sea capaz, también, de aprovechar el enorme empuje de la afición bética para crear un equipo ganador o, al menos, luchador y pundonoroso.
Ojalá que su salida sea tan digna como fue su llegada. Usted tiene ahora la oportunidad y el privilegio de repetir aquel gesto generoso que hizo cuando llegó y salvó al Betis de la desaparición. Ahora, si se marcha dignamente, puede volver a salvarlo.