Por fin alguien se acerca a la verdad; por fin el debate llega a su auténtico núcleo. "Ciudadanos de Cataluña", la recién creada agrupación ciudadana catalana que, lamentablemente, se convertirá en partido político, en julio próximo, ha dicho que "el problema de los catalanes no es su Estatut sino su clase política". Y, en consecuencia, han adoptado como eslogan "Cambia de políticos".
Arcadi Espada, Albert Boadella y sus adláteres se han acercado al problema y es probable que hasta lo vean, pero no quieren o no pueden afrontarlo hasta sus últimas consecuencias, reconociendo que el verdadero problema ni siquiera es la clase política sino los partidos políticos, esas instituciones perversas que son la médula del sistema y que hoy se han convertido en el principal obstáculo para la regeneración de la democracia.
Pero, claro, "Ciudadanos de Cataluña", como ERC, CIU, el PSOE y el PP, también aspiran a controlar el poder, lo que les lleva a transformarse en un partido político, es decir, en otra clase política como la que ahora critican.
¿Tan difícil es percibir y asumir que los partidos políticos, por su estrauctura y diseño, son genuinamente antidemocráticos e inservibles para cumplir sus fines originales, que eran estimular y facilitar la participación de los ciudadanos en la política?
Fascinados por el poder y sus privilegios, los partidos se han convertido no en aquellos vehículos para la participación de los ciudadanos en la política sino en "obstáculos" para esa participación. Han evolucionado por las sendas menos democráticas, han monopolizado el ejercicio de la política y han adoptado un diseño de funcionamiento interno vertical y autoritario que se traduce en sumisión y servilismo de los militantes a las élites que controlan los partidos y en la orientación de todos los recursos hacia la conquista y el control del poder.
Los partidos, acostumbrados a fortalecerse y prosperar dentro de estructuras autoritarias y disciplinadas en las que el lider siempre tiene la razón y donde el debate siempre está mediatizado por los intereses, cuando gana las elecciones se da de bruces con una democracia a la que no conoce ni comprende.
Por esa razón tiende a desvirtuarla y a convertirla en oligocracia, neutralizando al ciudadano, que es el verdadero soberano en democracia, relegándolo a cumplir sólo con el acto de votar y hasta arrebatándole el sagrado derecho a elegir a sus representantes, imponiéndole esas antidemocráticas y fascistoides "listas cerradas y bloqueadas", gracias a las cuales son las élites de los partidos, que confeccionan las listas, las que realmente eligen, en lugar de los ciudadanos.
Sin embargo, a pesar de sus evidentes contradicciones, a Ciudadanos de Cataluña hay que reconocerle el mérito de haberse acercado al problema al adoptar como eslogan del próximo referendum sobre el Estatut ese valiente "Cambia de políticos". Ya sólo les queda un paso para defender la verdad: "Cambia de sistema y construye la verdadera democracia" porque lo que ahora tenemos es una democracia de partidos reconvertida en una oligocracia.
El problema afecta no sólo a los catalanes. La "clase política" oligarquizada, cuyo objetivo ya no es el servicio al ciudadano y a la comunidad, sino el control del poder por todos los medios, es hoy el problema mayor de la democracia y hasta de la Humanidad.
Arcadi Espada, Albert Boadella y sus adláteres se han acercado al problema y es probable que hasta lo vean, pero no quieren o no pueden afrontarlo hasta sus últimas consecuencias, reconociendo que el verdadero problema ni siquiera es la clase política sino los partidos políticos, esas instituciones perversas que son la médula del sistema y que hoy se han convertido en el principal obstáculo para la regeneración de la democracia.
Pero, claro, "Ciudadanos de Cataluña", como ERC, CIU, el PSOE y el PP, también aspiran a controlar el poder, lo que les lleva a transformarse en un partido político, es decir, en otra clase política como la que ahora critican.
¿Tan difícil es percibir y asumir que los partidos políticos, por su estrauctura y diseño, son genuinamente antidemocráticos e inservibles para cumplir sus fines originales, que eran estimular y facilitar la participación de los ciudadanos en la política?
Fascinados por el poder y sus privilegios, los partidos se han convertido no en aquellos vehículos para la participación de los ciudadanos en la política sino en "obstáculos" para esa participación. Han evolucionado por las sendas menos democráticas, han monopolizado el ejercicio de la política y han adoptado un diseño de funcionamiento interno vertical y autoritario que se traduce en sumisión y servilismo de los militantes a las élites que controlan los partidos y en la orientación de todos los recursos hacia la conquista y el control del poder.
Los partidos, acostumbrados a fortalecerse y prosperar dentro de estructuras autoritarias y disciplinadas en las que el lider siempre tiene la razón y donde el debate siempre está mediatizado por los intereses, cuando gana las elecciones se da de bruces con una democracia a la que no conoce ni comprende.
Por esa razón tiende a desvirtuarla y a convertirla en oligocracia, neutralizando al ciudadano, que es el verdadero soberano en democracia, relegándolo a cumplir sólo con el acto de votar y hasta arrebatándole el sagrado derecho a elegir a sus representantes, imponiéndole esas antidemocráticas y fascistoides "listas cerradas y bloqueadas", gracias a las cuales son las élites de los partidos, que confeccionan las listas, las que realmente eligen, en lugar de los ciudadanos.
Sin embargo, a pesar de sus evidentes contradicciones, a Ciudadanos de Cataluña hay que reconocerle el mérito de haberse acercado al problema al adoptar como eslogan del próximo referendum sobre el Estatut ese valiente "Cambia de políticos". Ya sólo les queda un paso para defender la verdad: "Cambia de sistema y construye la verdadera democracia" porque lo que ahora tenemos es una democracia de partidos reconvertida en una oligocracia.
El problema afecta no sólo a los catalanes. La "clase política" oligarquizada, cuyo objetivo ya no es el servicio al ciudadano y a la comunidad, sino el control del poder por todos los medios, es hoy el problema mayor de la democracia y hasta de la Humanidad.
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