imagen de La kodorniz
El ministro Bono no se ha licenciado sino que ha pasado a la "Reserva", convirtiéndose así en la alternativa socialista a un Zapatero que, aliado con el nacionalismo insaciable, enfrascado en mil batallas y con demasiado frentes abiertos, puede salir tan "victorioso" como "derrotado" de sus osadas y peligrosas aventuras políticas.
Al despedirse de los militares, Bono, sabio y perro viejo de la política, ha dicho que "Juntos, los españoles somos más que separados", una frase que resume su pensamiento político y que es una especie de testamento que, sembrado en un terreno tan sensible como el ámbito militar, donde el rechazo a la ruptura de España es extremo, penetrará como el ácido y se extenderá como una mancha de aceite.
Bono sabe que el centro sociológico español, el que siempre gana las elecciones, es patriota. Sabe también que la alianza de Zapatero con el nacionamismo rupturista y desbocado, vasco y catalán, puede llevarle a la derrota electoral. Su pase a la "Reserva" es una apuesta con muchas posibilidades de éxito porque una izquierda patriota es hoy invencible en España.
Bono ha abandonado el gobierno por iniciativa propia, en el mejor momento, antes de que empiecen las terribles jornadas de la negociación con ETA, en las que va a ponerse a prueba el temple de España, con su prestigio intacto, como el más popular de los miembros del gobierno y como el único dirigente socialista que vincula a ese partido con las viejas tradiciones, con la unidad de España, con el catolicismo y, sobre todo, con ese centro sociológico electoralmente decisivo.
Así que la salida de Bono es un movimiento estratégico perfectamente estudiado por su autor y percibido con rabia por el propio Zapatero, consciente de que la huida de Bono es todo un reto para su política, que ha intentado, sin éxito, impedir con todas sus fuerzas.
El propio Bono ha declarado que el presidente de ha ofrecido "un abanico amplio de destinos", entre los cuales destaca el de ser el candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Pero Bono los ha rechazado todos porque es consciente de que el futuro podría ponerle en bandeja el liderazgo.
Nadie duda que Bono, en la Reserva, está perfectamente posicionado para ofrecer al electorado español de izquierda y de centro una opción que, en términos de imagen, es justamente el lado opuesto de lo que Zapatero representa: un socialismo prudente, conectado a las raices de España y de rostro humano frente a un socialismo que, aliado con los nacionalistas, actua con la desfachatez de un barco corsario en los mares de la política, que cañonea a sus adversarios cada día y que luce sin rubor la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas.
imagen cedida por La kodorniz
Al despedirse de los militares, Bono, sabio y perro viejo de la política, ha dicho que "Juntos, los españoles somos más que separados", una frase que resume su pensamiento político y que es una especie de testamento que, sembrado en un terreno tan sensible como el ámbito militar, donde el rechazo a la ruptura de España es extremo, penetrará como el ácido y se extenderá como una mancha de aceite.
Bono sabe que el centro sociológico español, el que siempre gana las elecciones, es patriota. Sabe también que la alianza de Zapatero con el nacionamismo rupturista y desbocado, vasco y catalán, puede llevarle a la derrota electoral. Su pase a la "Reserva" es una apuesta con muchas posibilidades de éxito porque una izquierda patriota es hoy invencible en España.
Bono ha abandonado el gobierno por iniciativa propia, en el mejor momento, antes de que empiecen las terribles jornadas de la negociación con ETA, en las que va a ponerse a prueba el temple de España, con su prestigio intacto, como el más popular de los miembros del gobierno y como el único dirigente socialista que vincula a ese partido con las viejas tradiciones, con la unidad de España, con el catolicismo y, sobre todo, con ese centro sociológico electoralmente decisivo.
Así que la salida de Bono es un movimiento estratégico perfectamente estudiado por su autor y percibido con rabia por el propio Zapatero, consciente de que la huida de Bono es todo un reto para su política, que ha intentado, sin éxito, impedir con todas sus fuerzas.
El propio Bono ha declarado que el presidente de ha ofrecido "un abanico amplio de destinos", entre los cuales destaca el de ser el candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Pero Bono los ha rechazado todos porque es consciente de que el futuro podría ponerle en bandeja el liderazgo.
Nadie duda que Bono, en la Reserva, está perfectamente posicionado para ofrecer al electorado español de izquierda y de centro una opción que, en términos de imagen, es justamente el lado opuesto de lo que Zapatero representa: un socialismo prudente, conectado a las raices de España y de rostro humano frente a un socialismo que, aliado con los nacionalistas, actua con la desfachatez de un barco corsario en los mares de la política, que cañonea a sus adversarios cada día y que luce sin rubor la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas.
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