El Papa ha visitado el antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz. Solamente, ver su blanca figura bajo aquel terrible arco de entrada al complejo que sirvió para la "Solución Final" de Adolf Hitler de exterminar a los judíos de Europa, nos sobrecoge y desgarra en un atenazante escalofrío de silencio y terror. El Pontífice, de 79 años, se detuvo a orar ante el conocido 'muro de la muerte', uno de los paredones donde durante la Segunda Guerra Mundial los nazis fusilaron a miles de criaturas.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, situado cerca de la villa polaca de Oswiecim, es el último acto de su simbólico viaje a Polonia, tierra natal de su predecesor, Juan Pablo II. Una enorme carga de simbolismo se cierne entre dos Papas, uno polaco y el otro alemán, que en circunstancias distintas y distantes vivieron en su juventud el horror hitleriano. Navarro Valls ha dicho que la visita de Benedicto XVI a Auschwitz es "como hijo del pueblo alemán", como la de Juan Pablo II, en 1979, fue "como hijo del pueblo polaco".
Benedicto XVI ha asegurado que deseaba realizar este viaje "antes de nada como católico", para orar por la memoria de todas las víctimas de la barbarie nazi en ese lugar, signo del Holocausto de los judíos, en que más de un millón y medio de personas dejaron su esperanza entre 1940-45, de los que la mayor parte eran judíos pasto de las cámaras de gas.
El Papa ha celebrado una misa en Cracovia seguida por un millón de fieles, a los que ha pedido que "sean fuertes" y defiendan el cristianismo en Europa. Tras sus alabanzas a Juan Pablo II, su amigo Joseph Ratzinger, que estuvo a su lado veinticuatro años y le sucedió en la Silla de Pedro, pidió a los polacos que permanezcan firmes en la fe, precisando que la fe en Cristo no significa "ponerse en manos de una persona ordinaria, sino del Salvador". "Os pido que seáis "faro de la fe" en una Europa cada vez más secular; "sed fieles, ya que hoy, más que en otra época, es necesaria esta fuerza"; "no os dejéis persuadir de las ilusiones de este mundo".
Es perentorio y vital visitar con el Papa y recordar los campos de concentración y exterminio nazi de Auschwitz y Birkenau y todos los demás exterminios y horrores extendidos por la geografía y la historia, para que el hombre deje definitivamente de actuar como alimaña y venga a renegar por siempre de la guerra y la violencia. Sólo debe interesar el esfuerzo por la justicia y por la paz. Sólo importa trabajar por el bien común.
Camilo Valverde Mudarra
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, situado cerca de la villa polaca de Oswiecim, es el último acto de su simbólico viaje a Polonia, tierra natal de su predecesor, Juan Pablo II. Una enorme carga de simbolismo se cierne entre dos Papas, uno polaco y el otro alemán, que en circunstancias distintas y distantes vivieron en su juventud el horror hitleriano. Navarro Valls ha dicho que la visita de Benedicto XVI a Auschwitz es "como hijo del pueblo alemán", como la de Juan Pablo II, en 1979, fue "como hijo del pueblo polaco".
Benedicto XVI ha asegurado que deseaba realizar este viaje "antes de nada como católico", para orar por la memoria de todas las víctimas de la barbarie nazi en ese lugar, signo del Holocausto de los judíos, en que más de un millón y medio de personas dejaron su esperanza entre 1940-45, de los que la mayor parte eran judíos pasto de las cámaras de gas.
El Papa ha celebrado una misa en Cracovia seguida por un millón de fieles, a los que ha pedido que "sean fuertes" y defiendan el cristianismo en Europa. Tras sus alabanzas a Juan Pablo II, su amigo Joseph Ratzinger, que estuvo a su lado veinticuatro años y le sucedió en la Silla de Pedro, pidió a los polacos que permanezcan firmes en la fe, precisando que la fe en Cristo no significa "ponerse en manos de una persona ordinaria, sino del Salvador". "Os pido que seáis "faro de la fe" en una Europa cada vez más secular; "sed fieles, ya que hoy, más que en otra época, es necesaria esta fuerza"; "no os dejéis persuadir de las ilusiones de este mundo".
Es perentorio y vital visitar con el Papa y recordar los campos de concentración y exterminio nazi de Auschwitz y Birkenau y todos los demás exterminios y horrores extendidos por la geografía y la historia, para que el hombre deje definitivamente de actuar como alimaña y venga a renegar por siempre de la guerra y la violencia. Sólo debe interesar el esfuerzo por la justicia y por la paz. Sólo importa trabajar por el bien común.
Camilo Valverde Mudarra
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