El frustrante "debate sobre el estado de la nación" del 12 de mayo demuestra, sin lugar a dudas, tres cosas: la primera es que la democracia española está podrida, la segunda es que la economía de España, bajo el gobierno de Zapatero, se dirige hacia el precipicio, y la tercera es que aunque el gobierno es el principal culpable del desastre, la oposición, mediocre y falta de impulso democrático, es también culpable y cómplice.
España, justo con Japón e Italia, fue protagonista de uno de los grandes milagros económicos del siglo XX. Considerado como un país atrasado y más africano que europeo, España protagonizó un despegue espectacular de su economía y cultura que sorprendió al mundo y la convirtió en una de las primeras diez potencias de la economía mundial. Todo ese concepto de España está siendo "sepultado" por Zapatero, cuyo liderazgo está conduciendo a España directamente hacia el cementerio.
Por su demoledora labor como gobernante, por conducir a España nuevamente hacia el retroceso y la decadencia, José Luis Rodríguez Zapatero reune méritos suficientes para pasar a la Historia como el "enterrador" no sólo de la prosperidad española, sino también de la decencia, la unidad y la solidaridad, principios básicos de la estructura del Estado.
La imagen del "Zapatero enterrador" no es una exageración ni una quimera sino el fiel reflejo de una realidad que, poco a poco, toma cuerpo en la conciencia de los españoles y que está siendo cuidadosamente ocultada a los ciudadanos con la vergonzosa complicidad de los periodistas y los medios de comunicación sometidos al poder.
Del análisis del frustrante "Debate", en el únicamente se hablo de economía y no se analizaron los grandes problemas del país, desde la desunión a la falta de ideales, sin mencionar siquiera dramas como la corrupción, la insolidaridad, lel pésimo funcionamiento de la Justicia, la decadencia en los valores, la inseguridad ciudadana, la baja calidad de la educación, la pérdida de prestigio internacional, la caída de la competitividad y el avance de la desigualdad y la pobreza, surge la convicción de que la España de Zapatero es ya casi un cadaver que huele mal y se muere infectado por varias enfermedades terminales.
Ese "debate", trucado y mediocre, ni siquiera ha permitido a los ciudadanos vislumbrar la España real, la que muere víctima de la corrupción generalizada, que corroe el sistema; la mentira reiterada del poder, que dispara la desconfianza; la partitocracia que ha asesinado y sustituido a la democracia; el mal gobierno, que lleva al país hacia la derrota y el fracaso; los errores económicos, que nos arruinan y empobrecen a ritmo de vértigo; el fracaso de la educación, que nos cierra el camino del futuro; y el hundimiento de los grandes valores y principios, que nos convierte en una nación envilecida.
Muchos españoles fanatizados e incapaces de analizar la realidad sin pasión se niegan a percibir los signos palpables del "rigor mortis" de España, que se manifiestan en "records" y "logros" que convierten a España en un país apestado en el escenario mundial: primer puesto europeo en desempleo, crecimiento de la pobreza, fracaso escolar, crecimiento de la corrupción, desprestigio de la política y del liderazgo, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, prostitución, coches oficiales, problemas en la administración de Justicia y crecimiento desordenado de un Estado insostenible, que tiene tres veces más funcionarios y enchufados de los que necesita.
La tarea del "enterrador" es terrible y, unida a la incapacidad de la oposición para denunciar la tragedia de España, nos están precipitando en un futuro sin esperanza. Con una sociedad dividida en 17 taifas disgregadas, enfrentada, sin objetivos comunes, corrompida, hedonista, alejada del esfuerzo, mal preparada para el futuro en escuelas y universidades sin disciplina ni calidad en la enseñanza y endeudada hasta límites que ya generan pánico, el cadaver de España ya está casi preparado para la mortaja.
Lamentablemente, esta España mal gobernada, secuestrada y víctima de pésimos políticos, perdió la ocasión de oro que representaba el "Debate" para autoanalizar su decadencia y corregir el rumbo que le lleva hacia el fracaso.
España, justo con Japón e Italia, fue protagonista de uno de los grandes milagros económicos del siglo XX. Considerado como un país atrasado y más africano que europeo, España protagonizó un despegue espectacular de su economía y cultura que sorprendió al mundo y la convirtió en una de las primeras diez potencias de la economía mundial. Todo ese concepto de España está siendo "sepultado" por Zapatero, cuyo liderazgo está conduciendo a España directamente hacia el cementerio.
Por su demoledora labor como gobernante, por conducir a España nuevamente hacia el retroceso y la decadencia, José Luis Rodríguez Zapatero reune méritos suficientes para pasar a la Historia como el "enterrador" no sólo de la prosperidad española, sino también de la decencia, la unidad y la solidaridad, principios básicos de la estructura del Estado.
La imagen del "Zapatero enterrador" no es una exageración ni una quimera sino el fiel reflejo de una realidad que, poco a poco, toma cuerpo en la conciencia de los españoles y que está siendo cuidadosamente ocultada a los ciudadanos con la vergonzosa complicidad de los periodistas y los medios de comunicación sometidos al poder.
Del análisis del frustrante "Debate", en el únicamente se hablo de economía y no se analizaron los grandes problemas del país, desde la desunión a la falta de ideales, sin mencionar siquiera dramas como la corrupción, la insolidaridad, lel pésimo funcionamiento de la Justicia, la decadencia en los valores, la inseguridad ciudadana, la baja calidad de la educación, la pérdida de prestigio internacional, la caída de la competitividad y el avance de la desigualdad y la pobreza, surge la convicción de que la España de Zapatero es ya casi un cadaver que huele mal y se muere infectado por varias enfermedades terminales.
Ese "debate", trucado y mediocre, ni siquiera ha permitido a los ciudadanos vislumbrar la España real, la que muere víctima de la corrupción generalizada, que corroe el sistema; la mentira reiterada del poder, que dispara la desconfianza; la partitocracia que ha asesinado y sustituido a la democracia; el mal gobierno, que lleva al país hacia la derrota y el fracaso; los errores económicos, que nos arruinan y empobrecen a ritmo de vértigo; el fracaso de la educación, que nos cierra el camino del futuro; y el hundimiento de los grandes valores y principios, que nos convierte en una nación envilecida.
Muchos españoles fanatizados e incapaces de analizar la realidad sin pasión se niegan a percibir los signos palpables del "rigor mortis" de España, que se manifiestan en "records" y "logros" que convierten a España en un país apestado en el escenario mundial: primer puesto europeo en desempleo, crecimiento de la pobreza, fracaso escolar, crecimiento de la corrupción, desprestigio de la política y del liderazgo, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, prostitución, coches oficiales, problemas en la administración de Justicia y crecimiento desordenado de un Estado insostenible, que tiene tres veces más funcionarios y enchufados de los que necesita.
La tarea del "enterrador" es terrible y, unida a la incapacidad de la oposición para denunciar la tragedia de España, nos están precipitando en un futuro sin esperanza. Con una sociedad dividida en 17 taifas disgregadas, enfrentada, sin objetivos comunes, corrompida, hedonista, alejada del esfuerzo, mal preparada para el futuro en escuelas y universidades sin disciplina ni calidad en la enseñanza y endeudada hasta límites que ya generan pánico, el cadaver de España ya está casi preparado para la mortaja.
Lamentablemente, esta España mal gobernada, secuestrada y víctima de pésimos políticos, perdió la ocasión de oro que representaba el "Debate" para autoanalizar su decadencia y corregir el rumbo que le lleva hacia el fracaso.
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