¿De que se rie? ¿De la España empobrecida?
Inconsciente y ridículo, Zapatero pasea por el G-20, ante el asombro de sus colegas, su estafadora sonrisa televisiva, ignorando que el mayor fracaso para un político honrado es llevar al país que dirige hasta la ruína. Si fuera un dirigente digno y responsable, la imagen de España, conducida por él mismo hacia el fracaso, la derrota y la pobreza, debería helar su sonrisa y provocarle lágrimas.
El optimismo de Zapatero es fatuo, casi bobo y sin contenido, una simple cáscara de nada. Mientras él sonrie en el G-20, España supera ya los 4 millones de parados reales, incrementa su ridículo internacional y gana posiciones en el ranking mundial de la bellaquería, el fracaso y la vergüenza. Somos campeones de Europa en desempleo, prostitución, violencia doméstica, consumo y tráfico de drogas, alcoholismo, coches oficiales, decepción ante la política, desprestigio de los dirigentes e incremento de la inseguridad ciudadana, tamaño del Estado, pobreza y número de parásitos y "enchufados" por el poder. En fracaso escolar, donde también somos campeones absolutos de Europa, la cifra no para de crecer y alcanza ya un terrorífico 31%.
La prensa alemana, que es libre y no está "comprada" por el dinero público que gestiona el gobierno español, interpreta correctamente el "drama" de España y sostiene que Zapatero conduce a su pueblo hacia la "Segunda División". Allí sí tienen claro que la sonrisa de Zapatero es la del payaso fracasado, que ya no hace reir.
Mientras que todo el mundo próspero es consciente de que la única salida de la crisis pasa por la educación de los jóvenes y por la creación de valor añadido mediante las nuevas tecnologías y la innovación, los chavales españoles sin formación profesional ni bachillerato (catalogados como jóvenes con riesgo de exclusión social) se elevan al 40%, muy por encima del 15% previsto en los objetivos de Lisboa. Eso significa que hay un 40% de los jóvenes que aunque quieran no podrían trabajar porque no tienen capacitación alguna. Muy preocupante. Así lo ha puesto de manifiesto en la mañana de este miércoles el portavoz de Educación en el Congreso, Juan Antonio Gómez Trinidad. La ministra Cabrera asegura estar preocupada, pero la verdad es que no hace mucho por remediar la situación. Incluso llega a afirmar que aunque “acate” la sentencia del Supremo que declara nula la posibilidad de pasar de curso con cuatro asignaturas, defiende la flexibilización como una manera de no dejar a nadie descolgado y de prestigiar el bachillerato. El caso es que las cifras de fracaso escolar están ahí y resultan cada día más preocupantes.
Si Zapatero dejara de sonreir un rato y reflexionara con la seriedad que su cargo exige, descubriría que la economía española no tiene futuro, ni podrá salir de la crisis, aunque la crisis finalice y los demás países reemprendan la ruta de la prosperidad, hasta que no sustituyamos al ladrillo como motor de la economía. El "ladrillo" y sus aledaños han representado hasta el 30 por ciento del PIB español, pero el sector de la construcción, con casi dos millones de viviendas por vender, está estancado y así permanecerá por dos décadas.
El inepto dirigente sonriente actúa en la reunión del G-20 como si fuera un supermán, dando el visto bueno a Obama, sin tener conciencia de que el país que él dirige se convierte en un parking de desempleados, inmigrantes ilegales, delincuentes y españoles divididos en dos bandos: los engañados y los sin esperanza.
Como fervoroso creyente en el poder y en la fuerza del Estado, ZP cree que el G-20 es la panacea y el gran foro de los milagros, capaz de resolver los problemas, ignorando lamentablemente que en democracia el único protagonismo lícito y eficaz es el del ciudadano y la sociedad. Ni siquiera es consciente del ridículo que hace cuando recomienda a sus colegas que "escuchen la voz de los sindicatos" o que la solución de la crisis está en "incrementar las políticas sociales".
¿Cómo espera él sacar a España del foso de pobreza donde la crisis mundial y sus errores personales nos han arrojado? ¿Lo hará con el sistema educativo peor de Europa y con ese sobrecogedor 40 por ciento de jóvenes españoles que ni isquiera tienen formación para sustituir a los inmigrantes en los trabajos peor pagados? ¿Nos va a "redimir" cobrando más impuestos o incrementando el número de asesores del Estado, que es lo único que ha demostrado que sabe hacer?
La España que él representa es hoy un país humillado y en caída libre hacia el fracaso, que ya ha superado la cifra de 4 millones de parados reales y que avanza, imparable, hacia los cinco, que cada día cierra centenares de empresas y que genera a diario miles de nuevos pobres que tienen que alimentarse en los comedores de caridad, mientras su clase política, inconsciente, arrogante e inepta, retoza en el privilegio, se equivoca con cada medida que adopta contra la crisis y pruyecta hacia la estupefacta sociedad destellos inquietantes de corrupción y despilfarro. Si esa triste y lacerante realidad permite a nuestro presidente viajar sonriendo, sólo se explica porque es un pobre diablo alienado, ególatra, arrogante y sin demasiadas neuronas activas.
Si fuera coherente y responsable, Zapatero debería anunciar inmediatamente su dimisión y el adelanto de las elecciones generales, permitiendo que los españoles, que somos sus víctimas, hagamos una parada en nuestro peregrinaje hacia el fracaso para elegir democráticamente a alguien más capacitado que ZP para llevar el timón de España.
Con toda seguridad, no lo hará y seguirá sonriendo mientras empuja a España hacia el foso, pero que sepa que la Historia no le perdonará su vergonzoso papel de enterrador sonriente de una España que fue grande y que todavía conserva rescoldos de decencia.
El optimismo de Zapatero es fatuo, casi bobo y sin contenido, una simple cáscara de nada. Mientras él sonrie en el G-20, España supera ya los 4 millones de parados reales, incrementa su ridículo internacional y gana posiciones en el ranking mundial de la bellaquería, el fracaso y la vergüenza. Somos campeones de Europa en desempleo, prostitución, violencia doméstica, consumo y tráfico de drogas, alcoholismo, coches oficiales, decepción ante la política, desprestigio de los dirigentes e incremento de la inseguridad ciudadana, tamaño del Estado, pobreza y número de parásitos y "enchufados" por el poder. En fracaso escolar, donde también somos campeones absolutos de Europa, la cifra no para de crecer y alcanza ya un terrorífico 31%.
La prensa alemana, que es libre y no está "comprada" por el dinero público que gestiona el gobierno español, interpreta correctamente el "drama" de España y sostiene que Zapatero conduce a su pueblo hacia la "Segunda División". Allí sí tienen claro que la sonrisa de Zapatero es la del payaso fracasado, que ya no hace reir.
Mientras que todo el mundo próspero es consciente de que la única salida de la crisis pasa por la educación de los jóvenes y por la creación de valor añadido mediante las nuevas tecnologías y la innovación, los chavales españoles sin formación profesional ni bachillerato (catalogados como jóvenes con riesgo de exclusión social) se elevan al 40%, muy por encima del 15% previsto en los objetivos de Lisboa. Eso significa que hay un 40% de los jóvenes que aunque quieran no podrían trabajar porque no tienen capacitación alguna. Muy preocupante. Así lo ha puesto de manifiesto en la mañana de este miércoles el portavoz de Educación en el Congreso, Juan Antonio Gómez Trinidad. La ministra Cabrera asegura estar preocupada, pero la verdad es que no hace mucho por remediar la situación. Incluso llega a afirmar que aunque “acate” la sentencia del Supremo que declara nula la posibilidad de pasar de curso con cuatro asignaturas, defiende la flexibilización como una manera de no dejar a nadie descolgado y de prestigiar el bachillerato. El caso es que las cifras de fracaso escolar están ahí y resultan cada día más preocupantes.
Si Zapatero dejara de sonreir un rato y reflexionara con la seriedad que su cargo exige, descubriría que la economía española no tiene futuro, ni podrá salir de la crisis, aunque la crisis finalice y los demás países reemprendan la ruta de la prosperidad, hasta que no sustituyamos al ladrillo como motor de la economía. El "ladrillo" y sus aledaños han representado hasta el 30 por ciento del PIB español, pero el sector de la construcción, con casi dos millones de viviendas por vender, está estancado y así permanecerá por dos décadas.
El inepto dirigente sonriente actúa en la reunión del G-20 como si fuera un supermán, dando el visto bueno a Obama, sin tener conciencia de que el país que él dirige se convierte en un parking de desempleados, inmigrantes ilegales, delincuentes y españoles divididos en dos bandos: los engañados y los sin esperanza.
Como fervoroso creyente en el poder y en la fuerza del Estado, ZP cree que el G-20 es la panacea y el gran foro de los milagros, capaz de resolver los problemas, ignorando lamentablemente que en democracia el único protagonismo lícito y eficaz es el del ciudadano y la sociedad. Ni siquiera es consciente del ridículo que hace cuando recomienda a sus colegas que "escuchen la voz de los sindicatos" o que la solución de la crisis está en "incrementar las políticas sociales".
¿Cómo espera él sacar a España del foso de pobreza donde la crisis mundial y sus errores personales nos han arrojado? ¿Lo hará con el sistema educativo peor de Europa y con ese sobrecogedor 40 por ciento de jóvenes españoles que ni isquiera tienen formación para sustituir a los inmigrantes en los trabajos peor pagados? ¿Nos va a "redimir" cobrando más impuestos o incrementando el número de asesores del Estado, que es lo único que ha demostrado que sabe hacer?
La España que él representa es hoy un país humillado y en caída libre hacia el fracaso, que ya ha superado la cifra de 4 millones de parados reales y que avanza, imparable, hacia los cinco, que cada día cierra centenares de empresas y que genera a diario miles de nuevos pobres que tienen que alimentarse en los comedores de caridad, mientras su clase política, inconsciente, arrogante e inepta, retoza en el privilegio, se equivoca con cada medida que adopta contra la crisis y pruyecta hacia la estupefacta sociedad destellos inquietantes de corrupción y despilfarro. Si esa triste y lacerante realidad permite a nuestro presidente viajar sonriendo, sólo se explica porque es un pobre diablo alienado, ególatra, arrogante y sin demasiadas neuronas activas.
Si fuera coherente y responsable, Zapatero debería anunciar inmediatamente su dimisión y el adelanto de las elecciones generales, permitiendo que los españoles, que somos sus víctimas, hagamos una parada en nuestro peregrinaje hacia el fracaso para elegir democráticamente a alguien más capacitado que ZP para llevar el timón de España.
Con toda seguridad, no lo hará y seguirá sonriendo mientras empuja a España hacia el foso, pero que sepa que la Historia no le perdonará su vergonzoso papel de enterrador sonriente de una España que fue grande y que todavía conserva rescoldos de decencia.
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