Las encuestas que publican hoy El Mundo y ABC disipan las dudas y dejan claro que la inmensa mayoría de los españoles quiere que el gobierno vuelva al pacto antiterrorista y al consenso con el PP, que ha destruído, y aclaran que el pueblo está en contra del tipo de negociación con ETA que ha impuesto el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, personalmente.
Esos resultados de los sondeos sociológicos dejan claro que las actuaciones del gobierno Zapatero en su política frente al terrorismo son contrarias a la opinión de la mayoría y, consiguientemente, alejadas de la democracia.
Muchos gobiernos que se autoproclaman democráticos se escudan en que no es fácil conocer lo que realmente piensan los ciudadanos para hacer lo que quieren. Sin embargo, esa pretendida dificultad para conocer el pensamiento y los deseos de la sociedad es una excusa indefendible en la actualidad, cuando las modernas tecnologías de la información y los avances en sociología permiten conocer, en tiempo real, lo que en cada momento piensan los ciudadanos.
Tampoco es democrática la ambigüedad que Zapatero practica sistemáticamente, como la que demuestra al negarse a aclarar si el proceso de negociación con ETA esta roto o sólo temporalmente paralizado. Ayer volvió a hacerlo en la celebración de la Pascua Militar.
La ambigüedad es todavía más antidemocrática que el silencio porque proyecta desinformación y confusión en una democracia que exige luz y taquígrafos para que sea auténtica.
En algunos casos excepcionales, el silencio del gobierno puede estar justificado por razones estratégicas o de alta seguridad, pero siempre que el silencio sea temporal y la información debida a la ciudadanía termine por restablecerse. Sin embargo, la ambigüedad, la desinformación y la mentira nunca son otra cosa que reflejos totalitarios.
Esos resultados de los sondeos sociológicos dejan claro que las actuaciones del gobierno Zapatero en su política frente al terrorismo son contrarias a la opinión de la mayoría y, consiguientemente, alejadas de la democracia.
Muchos gobiernos que se autoproclaman democráticos se escudan en que no es fácil conocer lo que realmente piensan los ciudadanos para hacer lo que quieren. Sin embargo, esa pretendida dificultad para conocer el pensamiento y los deseos de la sociedad es una excusa indefendible en la actualidad, cuando las modernas tecnologías de la información y los avances en sociología permiten conocer, en tiempo real, lo que en cada momento piensan los ciudadanos.
Tampoco es democrática la ambigüedad que Zapatero practica sistemáticamente, como la que demuestra al negarse a aclarar si el proceso de negociación con ETA esta roto o sólo temporalmente paralizado. Ayer volvió a hacerlo en la celebración de la Pascua Militar.
La ambigüedad es todavía más antidemocrática que el silencio porque proyecta desinformación y confusión en una democracia que exige luz y taquígrafos para que sea auténtica.
En algunos casos excepcionales, el silencio del gobierno puede estar justificado por razones estratégicas o de alta seguridad, pero siempre que el silencio sea temporal y la información debida a la ciudadanía termine por restablecerse. Sin embargo, la ambigüedad, la desinformación y la mentira nunca son otra cosa que reflejos totalitarios.
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