Hoy Noche Buena y mañana Navidad, para los cristianos, nace el Niño, el Verbo Encarnado, la Palabra que se hace carne humana. La Palabra que trae la Buena Noticia, el Evangelio, un mensaje de misericordia, de perdón, de paz y de amor para todo hombre que quiera sanamente oírlo, pues como dice el Evangelista Juan; “Vino a los suyos y no lo recibieron”; un mensaje con una opción muy clara y decidida por los pobres, los desvalidos y olvidados, como el buen samaritano que recoge y atiende al herido en la cuneta, el hijo pródigo que vuelve arrepentido al abrazo del padre, la adultera que es defendida y perdonada, como son perdonados desde la cruz aquellos que lo han condenado: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Hoy también es una fecha que nos lleva ya hacia el final de este año 2009. Año de la puesta en marcha de una ley del aborto no pedida ni necesaria, por la que se asesina al “nasciturus” a voluntad de la mujer e incluso de una niña sin intervención de consejo profesional, del marido, de los padres ni de nadie y convertida en un “derecho”.
Año de la crisis negada, mal atendida y peor gestionada, que ha desembocado por el continuo gasto y despilfarro en el enorme déficit y deuda, además de la destrucción del empleo, que ya se coloca en los cuatro millones y medio de parados. Es un hecho altamente sintomático, que el paro sea la primera preocupación de los españoles, según encuestas; nunca antes habían expresado este sentir con la intensidad actual. Quienes buscan trabajo temen no encontrarlo y los que lo tienen temen perderlo. Las diferentes medidas y planes contra la crisis tomadas por el Gobierno no ha convencido a la mayoría de los ciudadanos, que no entienden ese incierto y solitario optimismo que practica ZP. Un país no puede ni debe tolerar esta desgracia del paro; se le han brindado soluciones y medidas oportunas y las ha rechazado, no desea colaboración, sino sometimiento. Hace año y medio que debía de haber cerrado un limpio y sincero pacto de Estado con las principales fuerzas políticas y sociales, sin trampas ni zarandajas que hubiera insuflado confianza y tranquilidad en el futuro e iniciado el crecimiento económico de la Nación.
Año del desastroso asunto del secuestro del Alacrana, que el mismo Moratinos reconocía que “aquella fue desgraciadamente una gestión errónea”, por la ineptitud de un Gobierno anclado en el buenismo insulso y un pacifismo ingenuo y mal entendido para los intereses de España, que sólo acarrea los peores resultados; defendiendo lo indefendible, decían que había sido impecable, porque se habían salvado las vidas de los marineros y “la vida para nosotros los socialistas es prioritaria”; al oírlo, uno rechina y constata que esa prioridad es sólo una argucia argumental; ¿dónde contempla la defensa prioritaria de la vida la tal ley del aborto que todos ellos han votado?
Y ahora, mediocres políticos y minorías sin representación ni peso nos vienen con los derechos de los animales para distraer al personal y, con ese conque, arremeten contra las corridas de toros. Hay que destruir la identidad nacional y derribar nuestras costumbres y tradiciones; ellos muy cultos y conocedores saben del dolor y sufrimiento del toro y del perro, pero no les preocupa en absoluto la muerte del nasciturus y el daño traumático y psicológico de la madre, ni el hambre de los nueve millones de pobres que malviven aquí en España, ni las familias que no pueden llegar al final de mes, ni los que, sin techo, han de dormir helados a la intemperie.
C. Mudarra
Hoy también es una fecha que nos lleva ya hacia el final de este año 2009. Año de la puesta en marcha de una ley del aborto no pedida ni necesaria, por la que se asesina al “nasciturus” a voluntad de la mujer e incluso de una niña sin intervención de consejo profesional, del marido, de los padres ni de nadie y convertida en un “derecho”.
Año de la crisis negada, mal atendida y peor gestionada, que ha desembocado por el continuo gasto y despilfarro en el enorme déficit y deuda, además de la destrucción del empleo, que ya se coloca en los cuatro millones y medio de parados. Es un hecho altamente sintomático, que el paro sea la primera preocupación de los españoles, según encuestas; nunca antes habían expresado este sentir con la intensidad actual. Quienes buscan trabajo temen no encontrarlo y los que lo tienen temen perderlo. Las diferentes medidas y planes contra la crisis tomadas por el Gobierno no ha convencido a la mayoría de los ciudadanos, que no entienden ese incierto y solitario optimismo que practica ZP. Un país no puede ni debe tolerar esta desgracia del paro; se le han brindado soluciones y medidas oportunas y las ha rechazado, no desea colaboración, sino sometimiento. Hace año y medio que debía de haber cerrado un limpio y sincero pacto de Estado con las principales fuerzas políticas y sociales, sin trampas ni zarandajas que hubiera insuflado confianza y tranquilidad en el futuro e iniciado el crecimiento económico de la Nación.
Año del desastroso asunto del secuestro del Alacrana, que el mismo Moratinos reconocía que “aquella fue desgraciadamente una gestión errónea”, por la ineptitud de un Gobierno anclado en el buenismo insulso y un pacifismo ingenuo y mal entendido para los intereses de España, que sólo acarrea los peores resultados; defendiendo lo indefendible, decían que había sido impecable, porque se habían salvado las vidas de los marineros y “la vida para nosotros los socialistas es prioritaria”; al oírlo, uno rechina y constata que esa prioridad es sólo una argucia argumental; ¿dónde contempla la defensa prioritaria de la vida la tal ley del aborto que todos ellos han votado?
Y ahora, mediocres políticos y minorías sin representación ni peso nos vienen con los derechos de los animales para distraer al personal y, con ese conque, arremeten contra las corridas de toros. Hay que destruir la identidad nacional y derribar nuestras costumbres y tradiciones; ellos muy cultos y conocedores saben del dolor y sufrimiento del toro y del perro, pero no les preocupa en absoluto la muerte del nasciturus y el daño traumático y psicológico de la madre, ni el hambre de los nueve millones de pobres que malviven aquí en España, ni las familias que no pueden llegar al final de mes, ni los que, sin techo, han de dormir helados a la intemperie.
C. Mudarra
Comentarios: