Aunque las vieja oligarquía haya sido corrupta, injusta e ineficiente, un auténtico demócrata nunca puede votar a favor de Chávez en Venezuela, porque apoyaría una tiranía que condece, con seguridad, a la ruína económica y a la desaparición de las libertades, de los derechos individuales y de la democracia somo sitema.
Un cáncer no puede curarse con otro cáncer. Todo demócrata venezolano está obligado a exigir democracia auténtica y a rechazar la tiranía, cumpliendo así lo que establece el famoso axioma: "todos los problemas de la democracia se solucionan con más democracia".
La pretendida reforma constitucional en Venezuela, que será votada el próximo 2 de diciembre, es una trampa para incautos plagada de graves irregularidades, que no condece sino a la tiranía filocubana. Nunca antes en ningún lugar del mundo la tiranía comunista sirvió para alcanzar prosperidad. Ahí está Cuba para demostrarlo, como también quedó demostrado en la URSS y en las empobrecidas y esclavizadas repúblicas comunistas del Este de Europa.
Los expertos en derecho y filosofía política han constatado en el proyecto de reforma de Chávez un mínimo de diez graves violaciones a las libertades básicas reconocidas en el derecho internacional, tales como la eliminación del principio de tolerancia y la diversidad del pensamiento político; la supresión del principio de alternabilidad política, buscando el presidente Chávez perpetuarse en el poder; la eliminación de libertades tales como las de expresión, de información, de enseñanza y de iniciativa propia; y la anulación de la representación democrática de alcaldes y gobernadores.
El deber de todo demócrata venezolano es oponerse a la tiranía y exigir una democracia limpia que otorgue el control del poder al ciudadano y en el que las leyes y las normas estén por encima de los caprichos y sueños de cualquier dictador.
La constatación de que la mal llamada democracia venezolana del pasado fuese corrupta y sucia no justifica el apoyo a un tirano como Chávez, todavía más peligroso que aquellos viejos oligarcas, afortunadamente exiliados y amortizados por Venezuela.
Chávez es un tirano que sostiene a otros tiranos con petrodólares que pertenecen al pueblo venezolano, necesitado de prosperidad, de servicios eficientes y de bienes básicos. No son los venezolanos los que se benefician del rendimiento de su principal recurso natural, el petroleo, sino gente autoritaria como Fidel Castro, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, cuyos sueños, al igual que el de Chávez, consisten en construirse un trono sobre los derechos y libertades de sus pueblos y perpetuarse en el poder.
Un cáncer no puede curarse con otro cáncer. Todo demócrata venezolano está obligado a exigir democracia auténtica y a rechazar la tiranía, cumpliendo así lo que establece el famoso axioma: "todos los problemas de la democracia se solucionan con más democracia".
La pretendida reforma constitucional en Venezuela, que será votada el próximo 2 de diciembre, es una trampa para incautos plagada de graves irregularidades, que no condece sino a la tiranía filocubana. Nunca antes en ningún lugar del mundo la tiranía comunista sirvió para alcanzar prosperidad. Ahí está Cuba para demostrarlo, como también quedó demostrado en la URSS y en las empobrecidas y esclavizadas repúblicas comunistas del Este de Europa.
Los expertos en derecho y filosofía política han constatado en el proyecto de reforma de Chávez un mínimo de diez graves violaciones a las libertades básicas reconocidas en el derecho internacional, tales como la eliminación del principio de tolerancia y la diversidad del pensamiento político; la supresión del principio de alternabilidad política, buscando el presidente Chávez perpetuarse en el poder; la eliminación de libertades tales como las de expresión, de información, de enseñanza y de iniciativa propia; y la anulación de la representación democrática de alcaldes y gobernadores.
El deber de todo demócrata venezolano es oponerse a la tiranía y exigir una democracia limpia que otorgue el control del poder al ciudadano y en el que las leyes y las normas estén por encima de los caprichos y sueños de cualquier dictador.
La constatación de que la mal llamada democracia venezolana del pasado fuese corrupta y sucia no justifica el apoyo a un tirano como Chávez, todavía más peligroso que aquellos viejos oligarcas, afortunadamente exiliados y amortizados por Venezuela.
Chávez es un tirano que sostiene a otros tiranos con petrodólares que pertenecen al pueblo venezolano, necesitado de prosperidad, de servicios eficientes y de bienes básicos. No son los venezolanos los que se benefician del rendimiento de su principal recurso natural, el petroleo, sino gente autoritaria como Fidel Castro, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, cuyos sueños, al igual que el de Chávez, consisten en construirse un trono sobre los derechos y libertades de sus pueblos y perpetuarse en el poder.
Comentarios: