El próximo día 18 de febrero hay convocado un referéndum para solicitar la aprobación de una iniciativa legislativa que tiene su origen próximo en la clase política andaluza y otro origen más remoto en la coyuntura política catalana.
Es decir, no se trata de una iniciativa de lo ciudadanos andaluces, sino una iniciativa del "establishment" político andaluz, impulsada a raíz del panorama abierto en Cataluña. Nuestros iluminados representantes, de uno y otro signo, han llegado a la conclusión de que la principal prioridad de los ciudadanos andaluces, su principal preocupación, es dotarse de una nueva ley orgánica regional. El caso es que yo -que soy andaluz y resido en Andalucía- nunca he oído a nadie por la calle, ni en la oficina, ni en los colegios, ni en los institutos, que esa sea nuestra prioritaria preocupación. Sí he oído concretamente otras más concretas: vivienda, empleo estable, desarrollo sostenible, cambio climático, inmigración, calidad educativa, trasvases de agua, etc.
Así, pues, no se trata de una iniciativa legislativa surgida de una democracia deliberativa o directa, es decir, de una genuina iniciativa ciudadana, sino una iniciativa legislativa surgida de los políticos andaluces, dentro del contexto general de reformar todos los estatutos de autonomía en toda España, a raíz de la reforma del catalán. Tiene así esto la pinta de ser, sobretodo, algo oportunista y muy artificial.
Pero es que, además, esta consulta es sobre todo obligada. Si por ellos fuera, no pasarían por el mal trago del referéndum. Directamente se conformarían con la
aprobación en los dos parlamentos.
Digo que es obligada (tan obligada que el propio Manuel Chaves ya se ha vacunado frente a una previsible alta abstención, diciendo que ello es irrelevante porque la Constitución (art. 151.2) así lo exige, al igual que también señala que los referenda sólo se pueden convocar previa autorización del Congreso, no vaya a ser que la gente se nos desmadre) todo ello unido a que la "iniciativa legislativa popular" exige más de 500.000 firmas y además su ámbito es prácticamente ilusorio.
Hay, sobre todo, una gran ilusión en toda esta farsa de la que se quiere hacer a los ciudadanos protagonistas. Se les pregunta sobre algo que ellos directamente no han propuesto, ni demandado. Se les pregunta sobre algo en sí sumamente complejo; puesto que el sí o el no no se referieren a algo acotado, estricto o sencillo (por ejemplo: jubilación a los 60, sí o no) sino a todo un texto de más de doscientos artículos. ¿Quién es capaz de decir sí por entero o no por entero?.
En Suiza o en Estados Unidos (aquí a nivel local y regional) los referenda suelen ser bien concretos. Pero aquí vivimos la ilusión de una democracia participativa y deliberativa con preguntas suficientemente abtractas para provocar tal perplejidad que o nos abstenemos o votamos sí.
Vemos, pues, que asistimos a una suerte de espejismo. Yo ya le anticipo mi posición: no creo que me tome el trabajo de ir a votar; ahora bien, si me picara "el gusanillo" mi voto, sin entrar en el contenido, es un "no" a ese "trágala".
Si Vd. quiere, entramos en el "contenido", pues todavía estoy perplejo por cómo los que se dicen representantes de una ideología que apuesta por el estado democrácito, pero unitario y descentralizado, apuestan por el "sí". Evidentemente, tampoco convence a los partidarios del nacionalismo andalucista. Ya le digo; me parece que sólo convence a los que están, como diría un castizo, "en el cotarro".
AGT 61
Es decir, no se trata de una iniciativa de lo ciudadanos andaluces, sino una iniciativa del "establishment" político andaluz, impulsada a raíz del panorama abierto en Cataluña. Nuestros iluminados representantes, de uno y otro signo, han llegado a la conclusión de que la principal prioridad de los ciudadanos andaluces, su principal preocupación, es dotarse de una nueva ley orgánica regional. El caso es que yo -que soy andaluz y resido en Andalucía- nunca he oído a nadie por la calle, ni en la oficina, ni en los colegios, ni en los institutos, que esa sea nuestra prioritaria preocupación. Sí he oído concretamente otras más concretas: vivienda, empleo estable, desarrollo sostenible, cambio climático, inmigración, calidad educativa, trasvases de agua, etc.
Así, pues, no se trata de una iniciativa legislativa surgida de una democracia deliberativa o directa, es decir, de una genuina iniciativa ciudadana, sino una iniciativa legislativa surgida de los políticos andaluces, dentro del contexto general de reformar todos los estatutos de autonomía en toda España, a raíz de la reforma del catalán. Tiene así esto la pinta de ser, sobretodo, algo oportunista y muy artificial.
Pero es que, además, esta consulta es sobre todo obligada. Si por ellos fuera, no pasarían por el mal trago del referéndum. Directamente se conformarían con la
aprobación en los dos parlamentos.
Digo que es obligada (tan obligada que el propio Manuel Chaves ya se ha vacunado frente a una previsible alta abstención, diciendo que ello es irrelevante porque la Constitución (art. 151.2) así lo exige, al igual que también señala que los referenda sólo se pueden convocar previa autorización del Congreso, no vaya a ser que la gente se nos desmadre) todo ello unido a que la "iniciativa legislativa popular" exige más de 500.000 firmas y además su ámbito es prácticamente ilusorio.
Hay, sobre todo, una gran ilusión en toda esta farsa de la que se quiere hacer a los ciudadanos protagonistas. Se les pregunta sobre algo que ellos directamente no han propuesto, ni demandado. Se les pregunta sobre algo en sí sumamente complejo; puesto que el sí o el no no se referieren a algo acotado, estricto o sencillo (por ejemplo: jubilación a los 60, sí o no) sino a todo un texto de más de doscientos artículos. ¿Quién es capaz de decir sí por entero o no por entero?.
En Suiza o en Estados Unidos (aquí a nivel local y regional) los referenda suelen ser bien concretos. Pero aquí vivimos la ilusión de una democracia participativa y deliberativa con preguntas suficientemente abtractas para provocar tal perplejidad que o nos abstenemos o votamos sí.
Vemos, pues, que asistimos a una suerte de espejismo. Yo ya le anticipo mi posición: no creo que me tome el trabajo de ir a votar; ahora bien, si me picara "el gusanillo" mi voto, sin entrar en el contenido, es un "no" a ese "trágala".
Si Vd. quiere, entramos en el "contenido", pues todavía estoy perplejo por cómo los que se dicen representantes de una ideología que apuesta por el estado democrácito, pero unitario y descentralizado, apuestan por el "sí". Evidentemente, tampoco convence a los partidarios del nacionalismo andalucista. Ya le digo; me parece que sólo convence a los que están, como diría un castizo, "en el cotarro".
AGT 61