Nicolas Sarkozy, candidato del partido gubernamental, Unión del Movimiento Popular (UMP), ha asegurado al semanario 'Paris-Match' que el presidente del Gobierno Español, Rodríguez Zapatero, es una de las figuras políticas, que le "han marcado" y "enriquecido de influencias múltiples y diversas", quien a su juicio posee "la ciencia de la opinión". También valoró el "coraje" del primer ministro británico, Tony Blair, y considera un ejemplo de "tenacidad" a la cancilller alemana Ángela Merkel.
Sarkozy, deseoso de un "renacimiento a la francesa", quiere "encarnar la modernización de Francia" a través de tres reformas fundamentales en materia del "trabajo", que "hay que revalorizar"; la "autoridad", que quiere "rehabilitar"; y la "democracia", que intenta reforzar "a través de la excelencia".
¡C’est magnifique! ¡Un gabacho que admira el talante leonino! Se contaba que la abuela, cansada de reprochar la hosquedad de su nieto en casa, al oír a unos amigos que alababan la gracia y viveza del muchacho, exclamó: ¡Será que este zopenco tiene la gracia fuera! Tal vez, nosotros, abuelas impotentes de reprimir gestos rudos y displicentes, no seamos capaces de valorar, sufrientes en familia, la arrolladora gracia del muchacho. ¡Olé la ‘grasia’! Es que, abuela, su nieto derrocha simpatía, por eso, marca, enriquece e influye de manera diversa y subyugante.
De ahí que no sepamos que no es partidario del patriotismo económico ni del político, como tampoco del americano, siendo respetuoso al paso de su bandera; que no cede ante el unitarismo; que cree que no lo entienden los financieros, los empresarios, ni, incluso, muchos periodistas sumisos, tan mundanos y tan desdeñosos siempre, ante sus causas de orden moral y místico. Ingleses y franceses, alemanes e italianos, todos liberales, democristianos y socialdemócratas, esos, sí, ellos lo comprenden e imitan, porque son muy listos; tan listos que su europeísmo es simplemente de disimulo externo, lo que les mueve realmente es su nacionalismo, ellos sólo van a lo suyo, como siempre. Y, claro, lo admiran, porque saben que es un estadista de gran talla. Defiende el feminismo, el ecologismo, el nacionalismo periférico y los grandes movimientos mundiales; se alía con las grandes naciones, Cuba, Venezuela, Guatemala y Marruecos, que son de gran prestigio y las que mueven los hilos de la Gran Economía, del G-8 y del FMI. Y, a aquellos españoles que piensan de otro modo distinto, que defienden España y lo español, hay que desecharlos, arrinconarlos y, en su largueza intelectual, achacarles la crispación, las tensiones y enfrentamientos que él provoca. Es de tan alta valía, que todo el que no está con él es ridiculizado, desarmado y fulminado.
Pero tiene a Sarkozy, allí a Merkel y aquí a Montilla y el PNV. Y él, en la Moncloa.
Camilo Valverde Mudarra
Sarkozy, deseoso de un "renacimiento a la francesa", quiere "encarnar la modernización de Francia" a través de tres reformas fundamentales en materia del "trabajo", que "hay que revalorizar"; la "autoridad", que quiere "rehabilitar"; y la "democracia", que intenta reforzar "a través de la excelencia".
¡C’est magnifique! ¡Un gabacho que admira el talante leonino! Se contaba que la abuela, cansada de reprochar la hosquedad de su nieto en casa, al oír a unos amigos que alababan la gracia y viveza del muchacho, exclamó: ¡Será que este zopenco tiene la gracia fuera! Tal vez, nosotros, abuelas impotentes de reprimir gestos rudos y displicentes, no seamos capaces de valorar, sufrientes en familia, la arrolladora gracia del muchacho. ¡Olé la ‘grasia’! Es que, abuela, su nieto derrocha simpatía, por eso, marca, enriquece e influye de manera diversa y subyugante.
De ahí que no sepamos que no es partidario del patriotismo económico ni del político, como tampoco del americano, siendo respetuoso al paso de su bandera; que no cede ante el unitarismo; que cree que no lo entienden los financieros, los empresarios, ni, incluso, muchos periodistas sumisos, tan mundanos y tan desdeñosos siempre, ante sus causas de orden moral y místico. Ingleses y franceses, alemanes e italianos, todos liberales, democristianos y socialdemócratas, esos, sí, ellos lo comprenden e imitan, porque son muy listos; tan listos que su europeísmo es simplemente de disimulo externo, lo que les mueve realmente es su nacionalismo, ellos sólo van a lo suyo, como siempre. Y, claro, lo admiran, porque saben que es un estadista de gran talla. Defiende el feminismo, el ecologismo, el nacionalismo periférico y los grandes movimientos mundiales; se alía con las grandes naciones, Cuba, Venezuela, Guatemala y Marruecos, que son de gran prestigio y las que mueven los hilos de la Gran Economía, del G-8 y del FMI. Y, a aquellos españoles que piensan de otro modo distinto, que defienden España y lo español, hay que desecharlos, arrinconarlos y, en su largueza intelectual, achacarles la crispación, las tensiones y enfrentamientos que él provoca. Es de tan alta valía, que todo el que no está con él es ridiculizado, desarmado y fulminado.
Pero tiene a Sarkozy, allí a Merkel y aquí a Montilla y el PNV. Y él, en la Moncloa.
Camilo Valverde Mudarra