Es ruidoso, por encima de lo que permiten las normas municipales, feo y anacrónico en un paisaje urbano de ensueño. El tranvía de Sevilla, que cubre el trayecto entre el Prado de San Sebastian y la Plaza Nueva, se perfila cada día más como un error que, tarde o temprano, tendrá que desaparecer porque lo que soluciona es menos de lo que estropea.
Ha costado muchos millones de euros y ha ayudado al actual alcalde socialista a obtener los votos suficientes para gobernar, con la ayuda de Izquierda Unida, pero ahora, cuando funciona en régimen de pruebas, se ha convertido en una pesadilla.
El primer sevillano que acuda ante un juez justo con mediciones de decibelios certificadas, conseguirá paralizar el artefacto, cuyas vibraciones ponen en peligro la catedral, por cuya puerta pasa, y otros edificios de alto valor histórico, como el Archivo de Indias.
Nadie entiende ´por qué un vehículo moderno y, en teoría, tecnológicamente avanzado, puede hacer tanto ruido y provocar tantas vibraciones enervantes.
Cada vez que pasa el tranvía, tiemblan los edificios y el ruído es ensordecedor, superior al del antiguo tráfico que circulaba por la zona, hoy peatonalizada y luciendo toda su belleza, salvo por la fealdad de las catenarias del famaso tranvía-engendro.
Protestan los comerciantes y los habitantes de la zona y los ciudadanos, antes ilusionados, empiezan a percibir que el famoso tranvía podría considerarse como el despilfarro más estúpido e inutil de la ciudad, en su etapa moderna.
Ha costado muchos millones de euros y ha ayudado al actual alcalde socialista a obtener los votos suficientes para gobernar, con la ayuda de Izquierda Unida, pero ahora, cuando funciona en régimen de pruebas, se ha convertido en una pesadilla.
El primer sevillano que acuda ante un juez justo con mediciones de decibelios certificadas, conseguirá paralizar el artefacto, cuyas vibraciones ponen en peligro la catedral, por cuya puerta pasa, y otros edificios de alto valor histórico, como el Archivo de Indias.
Nadie entiende ´por qué un vehículo moderno y, en teoría, tecnológicamente avanzado, puede hacer tanto ruido y provocar tantas vibraciones enervantes.
Cada vez que pasa el tranvía, tiemblan los edificios y el ruído es ensordecedor, superior al del antiguo tráfico que circulaba por la zona, hoy peatonalizada y luciendo toda su belleza, salvo por la fealdad de las catenarias del famaso tranvía-engendro.
Protestan los comerciantes y los habitantes de la zona y los ciudadanos, antes ilusionados, empiezan a percibir que el famoso tranvía podría considerarse como el despilfarro más estúpido e inutil de la ciudad, en su etapa moderna.
Comentarios: