La calidad de la democracia en Sevilla es pésima. La ciudad que un día fue paradigma de la modernidad, gracias a la Expo 92, es hoy un bodrio mal gobernado por un Ayuntamiento que salta de escándalo en escándalo, desvinculado de los ciudadanos y con creciente imagen de corrupto. El último escándalo en una ciudad que todavía no ha superado que Izquierda Unida utilizara fondos municipales de solidaridad para financiar a partidos comunistas y otros de ideologías afines, ni la corrupción en Mercasevilla, donde se pedía dinero a empresas proveedoras a cambio de concesiones y favores, es la dimisión del concejal Emilio Carrillo, hasta hace un año el número "dos" y brazo derecho del alcalde socialista.
Sevilla, que hoy vive el segundo día de su famosa Feria de Abril, es un hervidero de rumores y chistes sobre engaños, dimisiones, divisiones y trampas políticas, denunciadas casi a diario por la prensa local. La ciudad, ya vivió un año 2008 convulso al descubrir que su alcalde "colocaba" a sus parientes en instituciones y empresas municipales y cuando comprobó que su primer edil engañó a la opinión pública al prometer que "congelaría" el sueldo a sus cargos,cuando en realidad se los subió un 4.1 por ciento.
Ante la degradación creciente de la democracia en Sevilla, el alcalde guarda un incomprensible silencio, como si él no fuera el responsable máximo del drama, una actitud que está dañando su imagen pública y la de su partido, el PSOE.
Escuchar las noticias locales representa un rosario de sobresaltos para el ciudadano, sobrecogido por una lluvia de manipulaciones, mentiras y escándalos que, además de corrupción, son el reflejo de una política subdesarrollada, en nada acorde con lo que se espera de una democracia moderna y avanzada.
Los últimos escándalos superan a los del pasado y no se refieren ya a tres parientes del alcalde colocados o beneficiados, uno en la gerencia de urbanismo, otro en el Instituto del Taxi y otro al que se le ha encargado la confección de una página web que nadie ha visto nunca, ni a la destitución de dos funcionarios por obstaculizar dignamente los menejos e irregularidades de la corporación en el reparto del dinero público municipal, sino a manejos presuntamente corruptos en Mercasevilla, donde el director está siendo investigado porque pedía dinero a empresas proveedoras a cambio de favores y concesiones.
Existe malestar entre los funcionarios de carrera, ajenos a los partidos políticos, porque dicen que la corrupción política les daña también a ellos. Una de las dos funcionarias expedientadas a finales del pasado años era Lourdes Vidal, reconocida como ejemplar en su ámbito de gestión. Sus amigos y compañeros dicen que paralizar expedientes irregulares y dificultar las malas prácticas del gobierno municipal son ya un "riesgo" para los funcionarios. El cese estuvo vinculado al desvio de medio millón de euros, aproximadamente, del presupuesto de cooperación internacional, a entidades políticas amigas de América Latina por parte de los socios comunistas del alcalde Monteseirín.
La política sevillana tiene mala imagen porque parece ajena a la ética y a los ciudadanos, porque carece de calidad, de solvencia democrática y de atractivo, porque es mas soportada que amada y porque produce en los ciudadanos más verguenza que satisfacción.
El escándalo de las facturas falsas puso al alcalde contra las cuerdas, pero no le hizo dimitir. El escándalo de su primo, al que contrataron para hacer una página web que todavía nadie ha visto, también le puso en dificultades, pero las reglas de la política obscena son diferentes de las de la democracia: basta con resistir bien agarrado al cargo y todo pasará. El actual escándalo de Mercasevilla parece más grave porque los implicados aseguran que el alcalde estaba al corriente de todo lo que se hacía. Sin embargo, los expertos creen que el nuevo escándalo se saldará con más de lo mismo: cara de poker y resistencia numantina ante el acoso.
Pero el mayor escándalo "permanente" de la actual Sevilla quizás sea el esperpento de que la política de relaciones con el empresariado sea llevada por Izquierda Unida, un partido que cree más en la planificación centralizada, en el intervencionismo y en la primacía de lo público que en la libre empresa. Ese predominio comunista en la economía sevillana es toda una paradoja lacerante que convierte a Sevilla en una ciudad de opereta.
Como consecuencia de estos desatinos y desequilibrios, resulta lastimoso contemplar a la otrora pujante Sevilla, que parecía que en 1992 emprendía el vuelo para convertirse en una de las ciudades competitivas del mundo, y que hoy languidece víctima del mal gobierno, de la corrupción y de la decadencia de la ética y la política.
El PP ganó las últimas elecciones, pero el PSOE logró hacerse con la Alcaldía gracias a su alianza con Izquierda Unida Hoy los socialistas están seriamente preocupados por el desprestigio que emana del Ayuntamiento sevillano y estudia ya cómo evitar la sangría que padece en una ciudad que, en las últimas elecciones, fue su principal caladero de votos en Andalucía y España.
Muchos ciudadanos se sienten avergonzados al tener que soportar esa clase política al frente de la ciudad. El único consuelo es que el PSOE parece que ya busca sustituto al actual alcalde, pero los pesimistas ya dicen que "alguién vendrá que bueno lo hará".
Sevilla, que hoy vive el segundo día de su famosa Feria de Abril, es un hervidero de rumores y chistes sobre engaños, dimisiones, divisiones y trampas políticas, denunciadas casi a diario por la prensa local. La ciudad, ya vivió un año 2008 convulso al descubrir que su alcalde "colocaba" a sus parientes en instituciones y empresas municipales y cuando comprobó que su primer edil engañó a la opinión pública al prometer que "congelaría" el sueldo a sus cargos,cuando en realidad se los subió un 4.1 por ciento.
Ante la degradación creciente de la democracia en Sevilla, el alcalde guarda un incomprensible silencio, como si él no fuera el responsable máximo del drama, una actitud que está dañando su imagen pública y la de su partido, el PSOE.
Escuchar las noticias locales representa un rosario de sobresaltos para el ciudadano, sobrecogido por una lluvia de manipulaciones, mentiras y escándalos que, además de corrupción, son el reflejo de una política subdesarrollada, en nada acorde con lo que se espera de una democracia moderna y avanzada.
Los últimos escándalos superan a los del pasado y no se refieren ya a tres parientes del alcalde colocados o beneficiados, uno en la gerencia de urbanismo, otro en el Instituto del Taxi y otro al que se le ha encargado la confección de una página web que nadie ha visto nunca, ni a la destitución de dos funcionarios por obstaculizar dignamente los menejos e irregularidades de la corporación en el reparto del dinero público municipal, sino a manejos presuntamente corruptos en Mercasevilla, donde el director está siendo investigado porque pedía dinero a empresas proveedoras a cambio de favores y concesiones.
Existe malestar entre los funcionarios de carrera, ajenos a los partidos políticos, porque dicen que la corrupción política les daña también a ellos. Una de las dos funcionarias expedientadas a finales del pasado años era Lourdes Vidal, reconocida como ejemplar en su ámbito de gestión. Sus amigos y compañeros dicen que paralizar expedientes irregulares y dificultar las malas prácticas del gobierno municipal son ya un "riesgo" para los funcionarios. El cese estuvo vinculado al desvio de medio millón de euros, aproximadamente, del presupuesto de cooperación internacional, a entidades políticas amigas de América Latina por parte de los socios comunistas del alcalde Monteseirín.
La política sevillana tiene mala imagen porque parece ajena a la ética y a los ciudadanos, porque carece de calidad, de solvencia democrática y de atractivo, porque es mas soportada que amada y porque produce en los ciudadanos más verguenza que satisfacción.
El escándalo de las facturas falsas puso al alcalde contra las cuerdas, pero no le hizo dimitir. El escándalo de su primo, al que contrataron para hacer una página web que todavía nadie ha visto, también le puso en dificultades, pero las reglas de la política obscena son diferentes de las de la democracia: basta con resistir bien agarrado al cargo y todo pasará. El actual escándalo de Mercasevilla parece más grave porque los implicados aseguran que el alcalde estaba al corriente de todo lo que se hacía. Sin embargo, los expertos creen que el nuevo escándalo se saldará con más de lo mismo: cara de poker y resistencia numantina ante el acoso.
Pero el mayor escándalo "permanente" de la actual Sevilla quizás sea el esperpento de que la política de relaciones con el empresariado sea llevada por Izquierda Unida, un partido que cree más en la planificación centralizada, en el intervencionismo y en la primacía de lo público que en la libre empresa. Ese predominio comunista en la economía sevillana es toda una paradoja lacerante que convierte a Sevilla en una ciudad de opereta.
Como consecuencia de estos desatinos y desequilibrios, resulta lastimoso contemplar a la otrora pujante Sevilla, que parecía que en 1992 emprendía el vuelo para convertirse en una de las ciudades competitivas del mundo, y que hoy languidece víctima del mal gobierno, de la corrupción y de la decadencia de la ética y la política.
El PP ganó las últimas elecciones, pero el PSOE logró hacerse con la Alcaldía gracias a su alianza con Izquierda Unida Hoy los socialistas están seriamente preocupados por el desprestigio que emana del Ayuntamiento sevillano y estudia ya cómo evitar la sangría que padece en una ciudad que, en las últimas elecciones, fue su principal caladero de votos en Andalucía y España.
Muchos ciudadanos se sienten avergonzados al tener que soportar esa clase política al frente de la ciudad. El único consuelo es que el PSOE parece que ya busca sustituto al actual alcalde, pero los pesimistas ya dicen que "alguién vendrá que bueno lo hará".
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