Llevarse a Manuel Chaves sin haber concluido su faena y legislatura significa el poco valor de las “autonosuyas”, que no son nada más que aparcaderos de políticos sobrantes. No ha sido cesado ni él ha presentado la dimisión, pero se va; y antes de irse, debería haber dado cuenta ante el Parlamento y seguir como presidente en funciones hasta la elección del nuevo presidente en sesión plenaria de la Cámara.
¡Cómo puede dejar de improviso su enorme labor en Sevilla! Será que era perentorio pasar a Madrid el modelo andaluz de clientelismo, de ese régimen cortijal revalidado por veinte años y sumido en un 20% de paro. Madrid ya tiembla. El vicepresidente último o tercero, Chaves, desautorizado y ninguneado dos veces en una semana por la vicepresidenta segunda y por el paisano Montilla, se ha llevado un equipo de lujo a Madrid, compuesto de amiguetes y colocados de turno, para ejercer nadie sabe qué; no tiene ministerio ni asignación económica ni personal, por lo que la gente se pregunta qué clase de invento es ese de la Cooperación Territorial sin contenido y sin función política. Pero sí tiene a Media Andalucía conectada por la red de enchufismo actuante en todos los contornos del PER, subvenciones, cargos y mamandurrias de la Junta.
La operación de la dimisión de Chaves, no se sabe si urgida por la necesidad de Zapatero de agotar la crisis de gobierno en plena Semana Santa, se acogió a un artículo de la Ley de Gobierno de 2006, anterior al actual Estatuto, que le permitió no dar la cara ante el pleno del Parlamento, para explicar las razones de su decisión; no se ha dado fraude jurídico, pero sí un grave menosprecio a la Cámara Andaluza; no ha seguido el procedimiento que hubiera dignificado al Parlamento Andaluz, que fue el que lo eligió como Presidente de la Junta, sino que, en su lugar, ha optado por ese otro, que desprecia evidentemente al Parlamento y a los andaluces. Y, para colmo, nos designa a dedo a su sucesor, sin convocar elecciones, que sería lo correcto. Esto de las autonomías es un boato y un derroche insoportable para España, que se debe poner en entredicho y replantear seriamente su disolución.
El nuevo cargo de vicepresidente tercero ha sido ya cuestionado. Quizás con la intención de remediarlo, el propio ministro de Política Territorial ha programado una maratoniana gira por España, para negociar el nuevo modelo de financiación con los responsables de los reinos de Taifas; es digno de ver, llegan, se saludan y se sientan en las butacas, como si fueran jefes de Estado, para terminar encaramados en los atriles con manifestaciones pomposas después de exigir y repartirse los dineros públicos, esquilmando las arcas del erario en reproducir diecisiete veces la administración nacional. A cada uno, le va diciendo lo que quiere oír y le promete una cascada de millones sin contención ni reparo alguno en la debida austeridad; estos piensan que con el gasto y el despilfarro van a dominar la galopante recesión que tienen encima, que ni ven ni quieren ver, con lo que de ninguna manera podrán atajarla con rigor y certeza.
C. Mudarra
¡Cómo puede dejar de improviso su enorme labor en Sevilla! Será que era perentorio pasar a Madrid el modelo andaluz de clientelismo, de ese régimen cortijal revalidado por veinte años y sumido en un 20% de paro. Madrid ya tiembla. El vicepresidente último o tercero, Chaves, desautorizado y ninguneado dos veces en una semana por la vicepresidenta segunda y por el paisano Montilla, se ha llevado un equipo de lujo a Madrid, compuesto de amiguetes y colocados de turno, para ejercer nadie sabe qué; no tiene ministerio ni asignación económica ni personal, por lo que la gente se pregunta qué clase de invento es ese de la Cooperación Territorial sin contenido y sin función política. Pero sí tiene a Media Andalucía conectada por la red de enchufismo actuante en todos los contornos del PER, subvenciones, cargos y mamandurrias de la Junta.
La operación de la dimisión de Chaves, no se sabe si urgida por la necesidad de Zapatero de agotar la crisis de gobierno en plena Semana Santa, se acogió a un artículo de la Ley de Gobierno de 2006, anterior al actual Estatuto, que le permitió no dar la cara ante el pleno del Parlamento, para explicar las razones de su decisión; no se ha dado fraude jurídico, pero sí un grave menosprecio a la Cámara Andaluza; no ha seguido el procedimiento que hubiera dignificado al Parlamento Andaluz, que fue el que lo eligió como Presidente de la Junta, sino que, en su lugar, ha optado por ese otro, que desprecia evidentemente al Parlamento y a los andaluces. Y, para colmo, nos designa a dedo a su sucesor, sin convocar elecciones, que sería lo correcto. Esto de las autonomías es un boato y un derroche insoportable para España, que se debe poner en entredicho y replantear seriamente su disolución.
El nuevo cargo de vicepresidente tercero ha sido ya cuestionado. Quizás con la intención de remediarlo, el propio ministro de Política Territorial ha programado una maratoniana gira por España, para negociar el nuevo modelo de financiación con los responsables de los reinos de Taifas; es digno de ver, llegan, se saludan y se sientan en las butacas, como si fueran jefes de Estado, para terminar encaramados en los atriles con manifestaciones pomposas después de exigir y repartirse los dineros públicos, esquilmando las arcas del erario en reproducir diecisiete veces la administración nacional. A cada uno, le va diciendo lo que quiere oír y le promete una cascada de millones sin contención ni reparo alguno en la debida austeridad; estos piensan que con el gasto y el despilfarro van a dominar la galopante recesión que tienen encima, que ni ven ni quieren ver, con lo que de ninguna manera podrán atajarla con rigor y certeza.
C. Mudarra
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