Las ruedas de prensa sin preguntas son un reflejo totalitario utilizado por los sátrapas y dictadores desde tiempos inmemoriales. Es una forma bastarda de eludir las preguntas molestas que algunos periodistas libres pueden hacer "en nombre del pueblo", las cuales ayudan a la transparencia pública y a la verdad, valores que son imprescindibles en democracia. El modelo es "cómodo" para el poder porque elimina las preguntas y reduce el papel del periodista a tomar notas y a difundir lo que los poderosos desean que se sepa, toda una violación de los conceptos de transparencia y verdad en la información pública.
Suelen recurrir a ese esperpento antidemocrático los polítiicos que ya han perdido el respeto a los ciudadanos y los que ya ni siquiera guardan las formas democráticas. Aquelos que, sin renunciar al autoritarismo, todavía conservan un resquicio de respeto a las formas democráticas, suelen recurrir a otros trucos, también antidemocráticos, como comparecer rodeados de incondicionales, para intimidar a la prensa, o convocar a periodistas amigos y sometidos para que hagan preguntas cómodas, previamente pactadas.
La última rueda de prensa sin preguntas tuvo lugar el martes 6 de abril, en el acto de presentación del Plan de Acción para impulsar los vehículos electricos en España. Presidía el vergonzoso acto Zapatero, escoltado por la vicepresidente Salgado y por el ministro Sebastián, su amigo personal. La inexistencia de preguntas quizás se debiera a que de ese modo se evitan las mentiras de Zapatero, que las hace de manera compulsiva, o tal vez para eludir preguntas comprometedoras sobre si el dinero para el vehículo electrico saldrá de nuevos endeudamientos públicos que incrementen la ya dramática factura de la deuda exterior española, o si las ayudas serán para un proyecto genuinamente español o servirá para apuntalar a las multinacionales del automovil que ya operan en España. En fin... preguntas incómodas que siempre desagradan a los que no creen en la democracia.
Lo que no faltó en el poco democrático acto fue la corte de empresarios adictos, un decorado de lujo destinado a proporcionar "solvencia" al proyecto.
El diseño del acontecimiento era revelador y típico del "Zapaterismo", que es un triste remedo de la democracia y una enfermedad infantil del totalitarismo, algo así como unas "paperas leninistas" contagiadas en la Moncloa: nada de preguntas incómodas, poca información al ciudadano y mucho escenario. Un festival del envoltorio, sin casi nada dentro, un proyecto de coches electricos para el que todavía ni siquiera existe la tecnología apropiada, una iniciativa sin sostén real que nadie sabe cómo se plasmará. En fin...discursos sin réplicas, el poder informando, sin controles democráticos y sin garantía alguna de veracidad.
Las asociaciones de la prensa españolas, contagiadas de la cobardía colectiva que infecta el país, guardan silencio ante el atentado a la libertad de información que representan esa nueva modalidad de ruedas de prensa del poder político sin preguntas, demostrando así la baja calidad del periodismo en España y la todavía inferior calidad de la democracia. La violación a la libertad de información, un derecho fundamental en democracia, es tan grave que el asunto merecería una huelga general de periodistas españoles.
El sistema está claramente podrido y dominado por la "casta" política, que ha conseguido desembarazarse de todos los controles que la democracia establece para limitar el poder del gobierno y del Estado.
Suelen recurrir a ese esperpento antidemocrático los polítiicos que ya han perdido el respeto a los ciudadanos y los que ya ni siquiera guardan las formas democráticas. Aquelos que, sin renunciar al autoritarismo, todavía conservan un resquicio de respeto a las formas democráticas, suelen recurrir a otros trucos, también antidemocráticos, como comparecer rodeados de incondicionales, para intimidar a la prensa, o convocar a periodistas amigos y sometidos para que hagan preguntas cómodas, previamente pactadas.
La última rueda de prensa sin preguntas tuvo lugar el martes 6 de abril, en el acto de presentación del Plan de Acción para impulsar los vehículos electricos en España. Presidía el vergonzoso acto Zapatero, escoltado por la vicepresidente Salgado y por el ministro Sebastián, su amigo personal. La inexistencia de preguntas quizás se debiera a que de ese modo se evitan las mentiras de Zapatero, que las hace de manera compulsiva, o tal vez para eludir preguntas comprometedoras sobre si el dinero para el vehículo electrico saldrá de nuevos endeudamientos públicos que incrementen la ya dramática factura de la deuda exterior española, o si las ayudas serán para un proyecto genuinamente español o servirá para apuntalar a las multinacionales del automovil que ya operan en España. En fin... preguntas incómodas que siempre desagradan a los que no creen en la democracia.
Lo que no faltó en el poco democrático acto fue la corte de empresarios adictos, un decorado de lujo destinado a proporcionar "solvencia" al proyecto.
El diseño del acontecimiento era revelador y típico del "Zapaterismo", que es un triste remedo de la democracia y una enfermedad infantil del totalitarismo, algo así como unas "paperas leninistas" contagiadas en la Moncloa: nada de preguntas incómodas, poca información al ciudadano y mucho escenario. Un festival del envoltorio, sin casi nada dentro, un proyecto de coches electricos para el que todavía ni siquiera existe la tecnología apropiada, una iniciativa sin sostén real que nadie sabe cómo se plasmará. En fin...discursos sin réplicas, el poder informando, sin controles democráticos y sin garantía alguna de veracidad.
Las asociaciones de la prensa españolas, contagiadas de la cobardía colectiva que infecta el país, guardan silencio ante el atentado a la libertad de información que representan esa nueva modalidad de ruedas de prensa del poder político sin preguntas, demostrando así la baja calidad del periodismo en España y la todavía inferior calidad de la democracia. La violación a la libertad de información, un derecho fundamental en democracia, es tan grave que el asunto merecería una huelga general de periodistas españoles.
El sistema está claramente podrido y dominado por la "casta" política, que ha conseguido desembarazarse de todos los controles que la democracia establece para limitar el poder del gobierno y del Estado.
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