Zapatero y Rajoy se han reunido con un cierto éxito. De la Vega dice que «es un paso importante para la unidad» El escollo está en que el Gobierno comparte el objetivo del fin del terrorismo, pero no, la estrategia para lograrlo. Se vislumbran algunos indicios que señalan que ZP no está exactamente por la política de la derrota etarra; la trayectoria seguida no indica que vaya a tomar ese derrotero.
Rajoy ofrece su apoyo sólo, para derrotar a ETA, «sin más límite que la ley» y,
ratificando su política antiterrorista, sin condiciones, avisa que retirará su aval, si se vuelve a la negociación. El acercamiento no se concreta, de momento, en un plan de medidas determinadas. Será el tiempo el que diga qué sustancia se condimentó en la reunión de La Moncloa y, si la retórica de las buenas palabras y la voluntad de remansar las profundas diferencias de estrategia que les han enfrentado, son suficientes, para alumbrar una ofensiva conjunta en las acciones oportunas de tipo policial y, especialmente, político, que es, el marca en que se adoptaron, las decisiones más trascendentes en esta legislatura, como la resolución del Congreso para negociar y la vuelta de Batasuna a las instituciones.
Rajoy resolvió la difícil entrevista revestido de la contextura de hombre de Estado, que centra su preocupación en el pueblo español y en el futuro, firmemente parapetado contra la «falacia» del eslogan socialista, de que el PP utiliza de forma partidista la lucha antiterrorista. De ahí, que decidiera apartar los desencuentros, su desconfianza hacia la palabra de Zapatero, el pesimismo y la falta de firmes compromisos respecto a las peticiones que planteó en la reunión de la ilegalización de ANV, y, sobretodo, el futuro de Navarra o la situación postelectoral en Vitoria y en la Diputación de Álava. Insistió ante el Presidente y la ciudadanía, en su alternativa: la política de derrota de ETA, como ha venido defendiendo durante estos tres años. «No es momento, dijo, de reproches ni de sopesar la credibilidad del Presidente del Gobierno. Tiempo habrá en su día, para pedir responsabilidades a cada cual por las conductas practicadas».
Interesándose Rajoy por la información publicada, sobre los contactos socialistas con ETA-Batasuna, en la sombra y al margen del pacto antiterrorista, que ha aparecido en el diario proetarra «Gara», y medios próximos a Moncloa, por filtraciones gubernamentales, Zapatero se zafó con la sorprendente respuesta, de que «no los conocía».
Rajoy, convencido y solemne, instó que «la prioridad es la derrota de ETA, y todo debe hacerse hacia ese fin, sin más límite que la ley; nadie va a obtener nunca ninguna concesión política por matar o dejar de matar». Se reconoció satisfecho por haber cumplido con su deber y declinó mencionar sus impresiones sobre lo dicho por el Presidente del Gobierno. «Ahora, quiero pensar que se han terminado experimentos equivocados». Y, animando al resto de los partidos y a los nacionalistas a sumarse a la política de la «derrota», concluyó «que lo importante hoy es que los españoles han sido amenazados y ahora toca actuar».
Camilo Valverde
Rajoy ofrece su apoyo sólo, para derrotar a ETA, «sin más límite que la ley» y,
ratificando su política antiterrorista, sin condiciones, avisa que retirará su aval, si se vuelve a la negociación. El acercamiento no se concreta, de momento, en un plan de medidas determinadas. Será el tiempo el que diga qué sustancia se condimentó en la reunión de La Moncloa y, si la retórica de las buenas palabras y la voluntad de remansar las profundas diferencias de estrategia que les han enfrentado, son suficientes, para alumbrar una ofensiva conjunta en las acciones oportunas de tipo policial y, especialmente, político, que es, el marca en que se adoptaron, las decisiones más trascendentes en esta legislatura, como la resolución del Congreso para negociar y la vuelta de Batasuna a las instituciones.
Rajoy resolvió la difícil entrevista revestido de la contextura de hombre de Estado, que centra su preocupación en el pueblo español y en el futuro, firmemente parapetado contra la «falacia» del eslogan socialista, de que el PP utiliza de forma partidista la lucha antiterrorista. De ahí, que decidiera apartar los desencuentros, su desconfianza hacia la palabra de Zapatero, el pesimismo y la falta de firmes compromisos respecto a las peticiones que planteó en la reunión de la ilegalización de ANV, y, sobretodo, el futuro de Navarra o la situación postelectoral en Vitoria y en la Diputación de Álava. Insistió ante el Presidente y la ciudadanía, en su alternativa: la política de derrota de ETA, como ha venido defendiendo durante estos tres años. «No es momento, dijo, de reproches ni de sopesar la credibilidad del Presidente del Gobierno. Tiempo habrá en su día, para pedir responsabilidades a cada cual por las conductas practicadas».
Interesándose Rajoy por la información publicada, sobre los contactos socialistas con ETA-Batasuna, en la sombra y al margen del pacto antiterrorista, que ha aparecido en el diario proetarra «Gara», y medios próximos a Moncloa, por filtraciones gubernamentales, Zapatero se zafó con la sorprendente respuesta, de que «no los conocía».
Rajoy, convencido y solemne, instó que «la prioridad es la derrota de ETA, y todo debe hacerse hacia ese fin, sin más límite que la ley; nadie va a obtener nunca ninguna concesión política por matar o dejar de matar». Se reconoció satisfecho por haber cumplido con su deber y declinó mencionar sus impresiones sobre lo dicho por el Presidente del Gobierno. «Ahora, quiero pensar que se han terminado experimentos equivocados». Y, animando al resto de los partidos y a los nacionalistas a sumarse a la política de la «derrota», concluyó «que lo importante hoy es que los españoles han sido amenazados y ahora toca actuar».
Camilo Valverde
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