Usan en Hispanoamérica (especialmente en México) una expresión que, con toda seguridad, provendrá de los tiempos de la ocupación musulmana de la Península Ibérica: “Ver moros con tranchetes”
Con ello, hablan de la especial disposición de algunos a ver enemigos a tu alrededor, dispuestos a degollarte, como en las incursiones moras de la España musulmana.
Será casualidad, pero el dicho, que con toda probabilidad se referirá a las armas que portaban los moros de la época, mire usted por dónde, el significado actual de “tranchete” según el diccionario de la RAE es “cuchilla de zapatero”; y nada más adecuado para definir la situación de los españolitos de la era zapaterina que vemos “moros con tranchetes” como antaño lo hacían nuestros antepasados.
ZP, el impertérrito estólido, parece que leyó a Honoré de Balzac cuando afirma que “la bravura de que muchos hacen alarde es un hábil cálculo sobre el miedo que domina a sus adversarios”
Nadie como él para hacer ese cálculo frío, glacial; aquellos a los que él considera sus amigos, deberían releer (si lo han leido) a Julio Verne, quien afirmó: “el invierno es el amigo del ruso, sí, pero hay que tener un temperamento a toda prueba para resistir esa amistad”
Lo cierto es que “no debe ser oro todo lo que reluce” y Zapatero parece que tendrá su merecido, infligido por sus propios correligionarios, sedientos de venganza tras comulgar tantas veces con ruedas de molino.
Así se explican declaraciones como las de Jordi Sevilla o Pedro Solbes, entre otras de destacados dirigentes socialistas que empiezan a sugerir que timonel es un orate. No olvidemos lo que dijo Honrad Adenauer: “En la política hay adversarios y correligionarios: estos últimos son los más peligrosos”.
La única ventaja que tiene ZP es que, al contrario de lo que creía Thomas Henry Huxley cuando afirmaba que “los resultados de los cambios políticos rara vez son aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen”, tanto amigos como enemigos saben qué pueden esperar y qué temer.
De los amigos pensará, nuestro docto onagro, como Baltasar Gracián, que “es desgracia habitual en los ineptos la de engañarse al elegir profesión, al elegir amigos y al elegir casa”, mientras que de los enemigos pensará como Jacinto Benavente cuando decía: “sólo temo a los enemigos cuando empiezan a tener razón”.
Lo único que nos consuela es pensar que si algún agradecimiento tenemos hacia ZP es que, como ya dejó escrito Lucio Anneo Séneca, “languidece la virtud sin adversarios”.
Seremos un rato virtuosos… aunque si bien lo pienso, la categoría de adversario no es lo más indicado para este “ente” enemigo de la Humanidad.
Decía Fritz Eckhardt que “los hombres entienden las discusiones como el arte de hacer callar al adversario; las mujeres como el arte de no dejar la posibilidad de hablar”. Pero, ¿y Zapatero? Ni hombre porque, lejos de hacer callar incita al grito desesperado en castizo malsonante, ni mujer porque lejos de no dejar hablar hace que se nos suelte la lengua hasta lo lenguaraz, rayano en la grosería.
Así que, ni mujer ni hombre… ¿ente gótico, quizás?
Albatros
Con ello, hablan de la especial disposición de algunos a ver enemigos a tu alrededor, dispuestos a degollarte, como en las incursiones moras de la España musulmana.
Será casualidad, pero el dicho, que con toda probabilidad se referirá a las armas que portaban los moros de la época, mire usted por dónde, el significado actual de “tranchete” según el diccionario de la RAE es “cuchilla de zapatero”; y nada más adecuado para definir la situación de los españolitos de la era zapaterina que vemos “moros con tranchetes” como antaño lo hacían nuestros antepasados.
ZP, el impertérrito estólido, parece que leyó a Honoré de Balzac cuando afirma que “la bravura de que muchos hacen alarde es un hábil cálculo sobre el miedo que domina a sus adversarios”
Nadie como él para hacer ese cálculo frío, glacial; aquellos a los que él considera sus amigos, deberían releer (si lo han leido) a Julio Verne, quien afirmó: “el invierno es el amigo del ruso, sí, pero hay que tener un temperamento a toda prueba para resistir esa amistad”
Lo cierto es que “no debe ser oro todo lo que reluce” y Zapatero parece que tendrá su merecido, infligido por sus propios correligionarios, sedientos de venganza tras comulgar tantas veces con ruedas de molino.
Así se explican declaraciones como las de Jordi Sevilla o Pedro Solbes, entre otras de destacados dirigentes socialistas que empiezan a sugerir que timonel es un orate. No olvidemos lo que dijo Honrad Adenauer: “En la política hay adversarios y correligionarios: estos últimos son los más peligrosos”.
La única ventaja que tiene ZP es que, al contrario de lo que creía Thomas Henry Huxley cuando afirmaba que “los resultados de los cambios políticos rara vez son aquellos que sus amigos esperan o que sus enemigos temen”, tanto amigos como enemigos saben qué pueden esperar y qué temer.
De los amigos pensará, nuestro docto onagro, como Baltasar Gracián, que “es desgracia habitual en los ineptos la de engañarse al elegir profesión, al elegir amigos y al elegir casa”, mientras que de los enemigos pensará como Jacinto Benavente cuando decía: “sólo temo a los enemigos cuando empiezan a tener razón”.
Lo único que nos consuela es pensar que si algún agradecimiento tenemos hacia ZP es que, como ya dejó escrito Lucio Anneo Séneca, “languidece la virtud sin adversarios”.
Seremos un rato virtuosos… aunque si bien lo pienso, la categoría de adversario no es lo más indicado para este “ente” enemigo de la Humanidad.
Decía Fritz Eckhardt que “los hombres entienden las discusiones como el arte de hacer callar al adversario; las mujeres como el arte de no dejar la posibilidad de hablar”. Pero, ¿y Zapatero? Ni hombre porque, lejos de hacer callar incita al grito desesperado en castizo malsonante, ni mujer porque lejos de no dejar hablar hace que se nos suelte la lengua hasta lo lenguaraz, rayano en la grosería.
Así que, ni mujer ni hombre… ¿ente gótico, quizás?
Albatros
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