(LA HISTORIA, URDIDURA O “URDIBLANDA” DE UNA LUENGA CORDURA E/O HISTERIA)
España, amén de las dos archiconocidas o consabidas definiciones que diera antaño, otrora, el autor más previsible, Pero Grullo, la unidad de una diversidad y esa piel de toro puesta a secar al sol (que, incluso en el invierno, por el cambio climático, calienta lo suyo), que algunos, impertérritos e inasequibles al desaliento, seguimos llamando de guisa tan apañada, es peña, es piña y es puño, o sea, es más que un paño caliente o pellejo caprichoso a disposición de cualesquiera curtidores de pacotilla o de tres al cuarto con especiales aptitudes para las veleidades estatutarias y partidarios del laicismo (mas casi latría al líder), relativismo, teorías (sin prácticas) de la conspiración, crispación (al derecho y del revés), agitación, propaganda y más o menos perentorias reformas constitucionales.
España es una realidad pertinaz, refractaria, que nadie (ni los “hunos”, ni los “hotros”) puede mudar a su capricho ni mucho menos cuartear o enmudecer a su antojo.
España no sólo es cada vez más el claro de un bosque o la Arcadia disecada, diseñada o pergeñada por un pesquis o caletre visionario, sino hija de la lija, esto es, de un listado con todos los episodios que la han ido jalonando a lo largo de su devenir, unos, hartos de cordura; otros, saciados de histeria.
Búsquese, si se quiere, pero no se hallará en el viejo continente nación moderna con más sol(era). Los españoles, sus ciudadanos, no tan tontos como nos toman (y sostienen en privado que somos) algunos de nuestros representantes (bueno, bueno, más que portavoces, coceros) políticos, no conseguiremos, aunque nos empeñemos y nos lo propongamos ene veces, derrochar o malgastar todo el abundoso patrimonio acopiado a lo largo y ancho de los siglos, los tesoros de su rica producción cultural y espiritual, los ubérrimos y variopintos acervos de su historia.
E. S. O., un andoba de Cornago
España, amén de las dos archiconocidas o consabidas definiciones que diera antaño, otrora, el autor más previsible, Pero Grullo, la unidad de una diversidad y esa piel de toro puesta a secar al sol (que, incluso en el invierno, por el cambio climático, calienta lo suyo), que algunos, impertérritos e inasequibles al desaliento, seguimos llamando de guisa tan apañada, es peña, es piña y es puño, o sea, es más que un paño caliente o pellejo caprichoso a disposición de cualesquiera curtidores de pacotilla o de tres al cuarto con especiales aptitudes para las veleidades estatutarias y partidarios del laicismo (mas casi latría al líder), relativismo, teorías (sin prácticas) de la conspiración, crispación (al derecho y del revés), agitación, propaganda y más o menos perentorias reformas constitucionales.
España es una realidad pertinaz, refractaria, que nadie (ni los “hunos”, ni los “hotros”) puede mudar a su capricho ni mucho menos cuartear o enmudecer a su antojo.
España no sólo es cada vez más el claro de un bosque o la Arcadia disecada, diseñada o pergeñada por un pesquis o caletre visionario, sino hija de la lija, esto es, de un listado con todos los episodios que la han ido jalonando a lo largo de su devenir, unos, hartos de cordura; otros, saciados de histeria.
Búsquese, si se quiere, pero no se hallará en el viejo continente nación moderna con más sol(era). Los españoles, sus ciudadanos, no tan tontos como nos toman (y sostienen en privado que somos) algunos de nuestros representantes (bueno, bueno, más que portavoces, coceros) políticos, no conseguiremos, aunque nos empeñemos y nos lo propongamos ene veces, derrochar o malgastar todo el abundoso patrimonio acopiado a lo largo y ancho de los siglos, los tesoros de su rica producción cultural y espiritual, los ubérrimos y variopintos acervos de su historia.
E. S. O., un andoba de Cornago