España padece de confusión en todos los ámbitos de la vida y sus ciudadanos desconocen la verdad, la realidad y las perspectivas que anticipan el futuro. Las encuestas que auscultan la opinión del electorado no escapan al oscurantismo y la contaminación que el gobierno de Sánchez inyecta en la sociedad. Las encuestas amigas del poder otorgan la victoria a las izquierdas y las independientes y alineadas con la oposición aseguran que ganará la derecha.
Es el caso, por ejemplo, del sondeo de Sociométrica que publica este mismo domingo "El Español": el PP gana ocho décimas en el último mes, se sitúa en el 30,9% y tendría 132 escaños, dos más que en diciembre. Además, a la subida de los populares hay que añadirle que Vox también crece: lo hace algo menos, cuatro décimas, pero con ellas llega al 15,7% y a los 52 diputados, cuatro más que en diciembre. La suma de ambos partidos, por tanto, se va a los 184 escaños, es decir, una mayoría absoluta más que cómoda.
La confusión en España se ha convertido en un drama. Los españoles, desinformados por la mayoría de los medios de comunicación, comprados por la publicidad gubernamental, desconocen el estado del mundo y la realidad en la que viven. No saben si la economía va bien, como asegura el gobierno, o si estamos al borde del abismo, como asegura la oposición. Tampoco saben que anticipan las encuestas, ni como es considerada España en el mundo. Desconocen lo que opinan las mayorías y ni siquiera tienen idea de los programas y proyectos de los partidos políticos. España, por obra del gobierno socialista, es un país de ciegos que tropiezan constantemente.
Los españoles saben con anticipación lo que van a decir los periodistas comprados que analizan los acontecimientos en las emisoras de radio y televisión. Las tertulias y debates son una pantomima trucada donde cada comunicador sirve a sus amos, los que le pagan. Es más fácil que un camello atraviese el ojo de un aguja a que un intelectual independiente y bien informado intervenga en la televisión publica española o en las emisoras compradas por el gobierno. En esos espacios, casi siempre los de mayor audiencia, la verdad es la gran ausente y la mentira es la verdadera protagonista.
Los medios de comunicación, al dejarse comprar y convertirse en voceros del poder, se han suicidado y han abandonado tanto al ciudadano, que era su público natural, como a la ética periodística, que obliga a decir la verdad siempre en democracia para que el ciudadano este correctamente informado y pueda adoptar las decisiones oportunas y eficaces.
Como consecuencia de esa compra sucia y mercenaria de la información, de los medios y de los comunicadores, los periodistas son ya, justo con los políticos, los profesionales peor valorados y más rechazados del país.
Hace sólo unas décadas, tras la muerte de Franco y en plena Transición, políticos y periodistas aparecían en las encuestas como los profesionales más valorados y respetados.
¿Qué ha ocurrido para que todo haya cambiado?
Muchas cosas, pero la principal de todas es el fracaso de la política y, sobre todo, de los partidos políticos, que se han podrido y que se han habituado a anteponer sus propios intereses al bien común, dejando al ciudadano y al interés general en el mayor abandono y orfandad.
La situación es tan desesperada en esta España prostituida por la política que las encuestas reflejan, cada día con mayor nitidez, que los políticos son considerados ya como los peores enemigos del pueblo, un auténtico drama que elimina todo resto de democracia y de legitimidad en el poder.
Francisco Rubiales
Es el caso, por ejemplo, del sondeo de Sociométrica que publica este mismo domingo "El Español": el PP gana ocho décimas en el último mes, se sitúa en el 30,9% y tendría 132 escaños, dos más que en diciembre. Además, a la subida de los populares hay que añadirle que Vox también crece: lo hace algo menos, cuatro décimas, pero con ellas llega al 15,7% y a los 52 diputados, cuatro más que en diciembre. La suma de ambos partidos, por tanto, se va a los 184 escaños, es decir, una mayoría absoluta más que cómoda.
La confusión en España se ha convertido en un drama. Los españoles, desinformados por la mayoría de los medios de comunicación, comprados por la publicidad gubernamental, desconocen el estado del mundo y la realidad en la que viven. No saben si la economía va bien, como asegura el gobierno, o si estamos al borde del abismo, como asegura la oposición. Tampoco saben que anticipan las encuestas, ni como es considerada España en el mundo. Desconocen lo que opinan las mayorías y ni siquiera tienen idea de los programas y proyectos de los partidos políticos. España, por obra del gobierno socialista, es un país de ciegos que tropiezan constantemente.
Los españoles saben con anticipación lo que van a decir los periodistas comprados que analizan los acontecimientos en las emisoras de radio y televisión. Las tertulias y debates son una pantomima trucada donde cada comunicador sirve a sus amos, los que le pagan. Es más fácil que un camello atraviese el ojo de un aguja a que un intelectual independiente y bien informado intervenga en la televisión publica española o en las emisoras compradas por el gobierno. En esos espacios, casi siempre los de mayor audiencia, la verdad es la gran ausente y la mentira es la verdadera protagonista.
Los medios de comunicación, al dejarse comprar y convertirse en voceros del poder, se han suicidado y han abandonado tanto al ciudadano, que era su público natural, como a la ética periodística, que obliga a decir la verdad siempre en democracia para que el ciudadano este correctamente informado y pueda adoptar las decisiones oportunas y eficaces.
Como consecuencia de esa compra sucia y mercenaria de la información, de los medios y de los comunicadores, los periodistas son ya, justo con los políticos, los profesionales peor valorados y más rechazados del país.
Hace sólo unas décadas, tras la muerte de Franco y en plena Transición, políticos y periodistas aparecían en las encuestas como los profesionales más valorados y respetados.
¿Qué ha ocurrido para que todo haya cambiado?
Muchas cosas, pero la principal de todas es el fracaso de la política y, sobre todo, de los partidos políticos, que se han podrido y que se han habituado a anteponer sus propios intereses al bien común, dejando al ciudadano y al interés general en el mayor abandono y orfandad.
La situación es tan desesperada en esta España prostituida por la política que las encuestas reflejan, cada día con mayor nitidez, que los políticos son considerados ya como los peores enemigos del pueblo, un auténtico drama que elimina todo resto de democracia y de legitimidad en el poder.
Francisco Rubiales
Comentarios: