El pacto PSOE-PP que desaloja al PNV y coloca en el poder al socialista Patxi López se está "vendiendo" falsamente en España como la recuperación de la "democracia" en el País Vasco, cuando es solo un "avance" de las libertades. No pueden instaurar la democracia en el País Vasco dos partidos que no son demócratas, ni han sido capaces de instaurarla en España, donde han gobernado alternativamente desde 1982.
Aunque nadie lo diga, para que los llamados "constitucionalistas" hayan podido alcanzar la mayoría en el País Vasco, ha sido necesario, previamente, exiliar de la política a los proetarras, impidiéndoles presentarse a las elecciones, una medida que refleja claramente el "déficit" profundo de democracia que sufre España.
A pesar de esa y de otras carencias notables, lo ocurrido en el País Vasco merece la aprobación de los demócratas porque esa tierra ha permanecido demasiado tiempo sometida a los intereses bastardos y mezquinos del nacionalismo, pero en modo alguno constituye la llegada de la democracia a la sociedad vasca. Los socialistas y populares, como mucho, podrán ampliar las libertades e instaurar una oligocracia de partidos, que es lo que han hecho en el resto del Estado.
La verdadera democracia exige comportamientos, reglas y valores que en España no existen, como la separación e independencia de los tres poderes básicos del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial); la libre elección de los representantes políticos por parte de los ciudadanos, un proncipio básico que en España no se cumple porque son los partidos los que eligen a los integrantes de las listas cerradas y bloqueadas que el ciudadano tiene que votar sin alterar; el fin de la marginación del ciudadano, que debe ser considerado y tratado como el soberano del sistema; el imperio de la ley, que debe aplicarse a todos por igual, sin beneficiar, como ocurre en España, a los políticos, a los poderosos y a los amigos del poder; la existencia de una sociedad civil fuerte y libre del dominio del Estado, que cumpla su misión de servir de contrapeso al poder político; la existencia de unos medios de comunicación independientes y libres, capaces de ejercer su misión fiscalizadora de los grandes poderes y la instauración de frenos, cautelas y controles que impidan la corrupción y el abuso de poder y limiten el poder del gobierno y de los partidos políticos, que en España constituyen auténticas dictaduras tan legalizadas como impunes.
La marginación de los proetarras del último proceso electoral vasco, justificada con el argumento de que exaltan el terrorismo, constituye una mancha y un déficit democrático que ensucia el actual proceso y le resta legitimidad y valor. La democracia auténtica jamás tiene miedo a enfrentarse a las ideas, sean las que sean. El apoyo político popular al terrorismo en el País Vasco puede explicarse sólo porque los partidos políticos no ofrecen una alternativa democrática verdadera.
A pesar del enorme déficit democrático que representa el cóctel PSOE-PP en el País Vasco, al ser todavía mayor el déficit democrático del nacionalismo que representa el PNV, la llegada a Ajuria Enea del nuevo poder puede considerarse, en términos relativos, como un avance de las libertades y como un retroceso de la arbitrariedad y la corrupción generalizada que representaba el gobierno del PNV.
Aunque nadie lo diga, para que los llamados "constitucionalistas" hayan podido alcanzar la mayoría en el País Vasco, ha sido necesario, previamente, exiliar de la política a los proetarras, impidiéndoles presentarse a las elecciones, una medida que refleja claramente el "déficit" profundo de democracia que sufre España.
A pesar de esa y de otras carencias notables, lo ocurrido en el País Vasco merece la aprobación de los demócratas porque esa tierra ha permanecido demasiado tiempo sometida a los intereses bastardos y mezquinos del nacionalismo, pero en modo alguno constituye la llegada de la democracia a la sociedad vasca. Los socialistas y populares, como mucho, podrán ampliar las libertades e instaurar una oligocracia de partidos, que es lo que han hecho en el resto del Estado.
La verdadera democracia exige comportamientos, reglas y valores que en España no existen, como la separación e independencia de los tres poderes básicos del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial); la libre elección de los representantes políticos por parte de los ciudadanos, un proncipio básico que en España no se cumple porque son los partidos los que eligen a los integrantes de las listas cerradas y bloqueadas que el ciudadano tiene que votar sin alterar; el fin de la marginación del ciudadano, que debe ser considerado y tratado como el soberano del sistema; el imperio de la ley, que debe aplicarse a todos por igual, sin beneficiar, como ocurre en España, a los políticos, a los poderosos y a los amigos del poder; la existencia de una sociedad civil fuerte y libre del dominio del Estado, que cumpla su misión de servir de contrapeso al poder político; la existencia de unos medios de comunicación independientes y libres, capaces de ejercer su misión fiscalizadora de los grandes poderes y la instauración de frenos, cautelas y controles que impidan la corrupción y el abuso de poder y limiten el poder del gobierno y de los partidos políticos, que en España constituyen auténticas dictaduras tan legalizadas como impunes.
La marginación de los proetarras del último proceso electoral vasco, justificada con el argumento de que exaltan el terrorismo, constituye una mancha y un déficit democrático que ensucia el actual proceso y le resta legitimidad y valor. La democracia auténtica jamás tiene miedo a enfrentarse a las ideas, sean las que sean. El apoyo político popular al terrorismo en el País Vasco puede explicarse sólo porque los partidos políticos no ofrecen una alternativa democrática verdadera.
A pesar del enorme déficit democrático que representa el cóctel PSOE-PP en el País Vasco, al ser todavía mayor el déficit democrático del nacionalismo que representa el PNV, la llegada a Ajuria Enea del nuevo poder puede considerarse, en términos relativos, como un avance de las libertades y como un retroceso de la arbitrariedad y la corrupción generalizada que representaba el gobierno del PNV.
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