La democracia permite dialogar con un grupo terrorista, pero nunca negociar. Toda negociación es un intercambio, una juego dominado por el trueque y el "doy" y "das", ante el que cabe preguntarse ¿Que puede dar un gobierno democrático al terrorismo desde la vigencia del Estado de Derecho?
Cualquier precio o concesión a los terroristas viola algo, o la estructura legal vigente o el principio de igualdad. Si el gobierno concede a los terroristas un acercamiento de presos o un indulto, aunque éste sólo afectase a los presos que no tienen delitos de sangre, estaría enviando a la sociedad y, particularmente, a los delincuentes, un mensaje claro: "presionen y asesinen que de ese modo el gobierno negocia y cede".
La historia demuestra una lamentable realidad: El Estado parace ser injusto por naturaleza al haberse mostrado débil y negociador con los fuertes e implacable con los débiles. Muchas veces, el Estado ha negociado con mafias y terroristas y ha otorgado a los peores delincuentes, por ser fuertes y estar organizados, el perdón, a cambio del cese el fuego o la paz, perdonando crímenes y delitos de todo tipo, mientras se muestra implacable con un simple ciudadano que, aunque arrepentido y rehabilitado, debe cumplir su condena por un delito menor como haber robado una pata de jamón o haber sido pillado con unos gramos de droga.
La tesis de que no cabe negociación política alguna con el terrorismo en una democracia está siendo defendida por centenares de analistas y expertos españoles e internacionales y también por el rey Juan Carlos y las jerarquías de la Iglesia Católica española.
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal y cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, ha respaldado las manifestaciones que hizo el rey Juan Carlos sobre el terrorismo en su mensaje navideño y en el día de la Pascua Militar, cuando se refirió a la "unidad" para derrotar a ETA y al cumplimiento del "estado de derecho". El prelado toledano dijo que "no cabe negociación política con el terrorismo, pues antes es necesario que desaparezca radicalmente".
Estas afirmaciones y criterios, emitidos desde la ortodoxia democrática, deberían hacer reflexionar a José Luis Rodríguez Zapatero, a su gobierno y a todos los partidos políticos que apoyan su estrategia, empeñados en negociar con un terrorismo que no cumple ninguna de las pre-condiciones para sentarse a negociar en una mesa con dignos representantes de una ciudadanía democrática: no se ha arrepentido de sus crímenes; no han entregado las armas; no han cesado de extorsionar, aterrorizar y matar y no ha desaparecido. Por el contrario, los terroristas, respaldados por nacionalismos indignos, mantienen su arrogancia y sus exigencias, inadmisibles para una democracia de ciudadanos, moral y libre.
Cualquier precio o concesión a los terroristas viola algo, o la estructura legal vigente o el principio de igualdad. Si el gobierno concede a los terroristas un acercamiento de presos o un indulto, aunque éste sólo afectase a los presos que no tienen delitos de sangre, estaría enviando a la sociedad y, particularmente, a los delincuentes, un mensaje claro: "presionen y asesinen que de ese modo el gobierno negocia y cede".
La historia demuestra una lamentable realidad: El Estado parace ser injusto por naturaleza al haberse mostrado débil y negociador con los fuertes e implacable con los débiles. Muchas veces, el Estado ha negociado con mafias y terroristas y ha otorgado a los peores delincuentes, por ser fuertes y estar organizados, el perdón, a cambio del cese el fuego o la paz, perdonando crímenes y delitos de todo tipo, mientras se muestra implacable con un simple ciudadano que, aunque arrepentido y rehabilitado, debe cumplir su condena por un delito menor como haber robado una pata de jamón o haber sido pillado con unos gramos de droga.
La tesis de que no cabe negociación política alguna con el terrorismo en una democracia está siendo defendida por centenares de analistas y expertos españoles e internacionales y también por el rey Juan Carlos y las jerarquías de la Iglesia Católica española.
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal y cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, ha respaldado las manifestaciones que hizo el rey Juan Carlos sobre el terrorismo en su mensaje navideño y en el día de la Pascua Militar, cuando se refirió a la "unidad" para derrotar a ETA y al cumplimiento del "estado de derecho". El prelado toledano dijo que "no cabe negociación política con el terrorismo, pues antes es necesario que desaparezca radicalmente".
Estas afirmaciones y criterios, emitidos desde la ortodoxia democrática, deberían hacer reflexionar a José Luis Rodríguez Zapatero, a su gobierno y a todos los partidos políticos que apoyan su estrategia, empeñados en negociar con un terrorismo que no cumple ninguna de las pre-condiciones para sentarse a negociar en una mesa con dignos representantes de una ciudadanía democrática: no se ha arrepentido de sus crímenes; no han entregado las armas; no han cesado de extorsionar, aterrorizar y matar y no ha desaparecido. Por el contrario, los terroristas, respaldados por nacionalismos indignos, mantienen su arrogancia y sus exigencias, inadmisibles para una democracia de ciudadanos, moral y libre.
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