No se sostienen la mentira y la tergiversación permanentes. No se pueden admitir los acosos, las descalificaciones y ataques continuos como centro de la política. El pueblo no aguanta la falsedad, quiere la verdad y el reconocimiento de la realidad. Cuando en Gibraltar murieron dos terroristas y se armó el revuelo, M. Thatcher explicó sus razones, reconoció toda su responsabilidad y terminó toda controversia. Zapatero, rebuscando en el pasado, tergiversando causas y situaciones, se equivoca. Hasta los suyos del Prisa, como informa “Libertad digital”, se lo indican. El diario “El País” niega su argumento de la paridad de situaciones dadas en el pasado; el presidente hace una mezcolanza heterogénea, pues las excarcelaciones anticipadas, incluida la de Iñaki Bilbao, no fueron decididas por el Gobierno", como en el caso De Juana, sino "resultado de las redenciones de penas por trabajo del Código de 1973, lo que tiene “poco que ver con la decisión de concederle la prisión atenuada" al huelguista voluntario. Lo mismo dicen el PP y muchos dirigentes socialistas en voz baja. Código Penal, que las iniciativas del PP no lograron cambiar, por rechazarlas el voto de los socialistas en cinco ocasiones.
Zapatero, poniendo sus motivos sobre la mesa, ha debido decir la verdad, equivocado o no; que su empeño está en conseguir, no el “proceso de paz” ni la “rendición”, aquí no hay guerra, sino el fin del terrorismo con la disolución etarra y la entrega de las armas con el arrepentimiento. “Yo lo he decidido y yo lo afronto”. Sería, tal vez, muy otro el cantar. La gente, hoy, sólo sabe que ETA, por la debilidad de un Presidente, ha llegado a doblegar al Gobierno de España", tras una decisión política a la que de ninguna manera estaba obligado; el preso etarra no tenía una enfermedad grave o terminal, que requiriera medidas de clemencia, sino que estaba "voluntariamente" en huelga de hambre con el objetivo de "chantajear al Estado de Derecho". Huelga dudosa y supuestos privilegios evidentes. ¿Ha sido un pago pactado? Déjenos de demagogias sobre que le importan la vida, la paz o posibles atentados, discurso que cualquiera de bien lo firma.
Esta solución "humanitaria” no es similar a las adoptadas por otros Gobiernos"; nunca un Estado ha cedido al chantaje huelguístico y el chantaje siempre se hace permanente. Con sus argumentos, ofende los más íntimos sentimientos de los españoles, víctimas todos del terrorismo, todos sufrientes, todos acongojados, todos en el punto de mira. Su palabrería es un pretexto inútil, una arbitrariedad. No se puede justificar lo injustificable. No se puede llevar a España, a la indignidad, a la humillación y a la claudicación burlesca. El pueblo, si no es sectario, ha lanzarse a la calle y clamar unánimemente la responsabilidad y la renuncia al disparate y a la continua crispación. Es precisa la inmediata convocatoria de elecciones generales.
Camilo Valverde Mudarra
Zapatero, poniendo sus motivos sobre la mesa, ha debido decir la verdad, equivocado o no; que su empeño está en conseguir, no el “proceso de paz” ni la “rendición”, aquí no hay guerra, sino el fin del terrorismo con la disolución etarra y la entrega de las armas con el arrepentimiento. “Yo lo he decidido y yo lo afronto”. Sería, tal vez, muy otro el cantar. La gente, hoy, sólo sabe que ETA, por la debilidad de un Presidente, ha llegado a doblegar al Gobierno de España", tras una decisión política a la que de ninguna manera estaba obligado; el preso etarra no tenía una enfermedad grave o terminal, que requiriera medidas de clemencia, sino que estaba "voluntariamente" en huelga de hambre con el objetivo de "chantajear al Estado de Derecho". Huelga dudosa y supuestos privilegios evidentes. ¿Ha sido un pago pactado? Déjenos de demagogias sobre que le importan la vida, la paz o posibles atentados, discurso que cualquiera de bien lo firma.
Esta solución "humanitaria” no es similar a las adoptadas por otros Gobiernos"; nunca un Estado ha cedido al chantaje huelguístico y el chantaje siempre se hace permanente. Con sus argumentos, ofende los más íntimos sentimientos de los españoles, víctimas todos del terrorismo, todos sufrientes, todos acongojados, todos en el punto de mira. Su palabrería es un pretexto inútil, una arbitrariedad. No se puede justificar lo injustificable. No se puede llevar a España, a la indignidad, a la humillación y a la claudicación burlesca. El pueblo, si no es sectario, ha lanzarse a la calle y clamar unánimemente la responsabilidad y la renuncia al disparate y a la continua crispación. Es precisa la inmediata convocatoria de elecciones generales.
Camilo Valverde Mudarra
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