La democracia en España es una ficción, un cascarón vacío cuyo relleno actual es el comunismo, pero camuflado, con un siglo de evolución detrás, capacitado para esconder su naturaleza tiránica y criminal. Han conquistado el poder y lo van a retener, salvo que les obliguemos a soltarlo. Jamás los comunistas han permitido que unas elecciones los aparten del poder.
Algunos nos tememos que los extraños e increibles resultados que arrojan las encuestas del CIS, manejado ahora por José Feliz Tezanos, un socialista radical al servicio más del partido que de la sociedad, que dan la victoria a un Pedro Sánchez desgastado, desprestigiado y criticado por los enormes y abundantes errores y arbitrariedades de su gobierno, sean la preparación psicológica para un futuro pucherazo.
¿No estarán sirviendo las falsas encuestas del CIS para justificar una sorprendente e increíble victoria socialista? El comunismo jamás ha abandonado el poder por culpa de unas elecciones. Antes de marcharse, no duda en manipular los comicios o falsear los resultados para ganar. Si no tiene otro remedio, es capaz, incluso, de eliminar el derecho al voto, ya que para los totalitarios el fin (lo que ellos llaman poder popular) justifica los medios. Y prueba de ello es que Pedro Sánchez está gobernando sin el sostén de los votos populares, negándose a convocar unas elecciones que prometió convocar con la mayor urgencia posible.
El pucherazo es técnicamente posible en España porque no se conservan las actas de las mesas, lo que impide un recuento científico posterior a la proclamación de resultados. El punto débil del proceso de recuento está en los ordenadores y en el computo de los votos, donde, en teoría, caben chapuzas y alteraciones, por muchos interventores que se sitúan en las mesas.
Si no se han realizado hasta ahora los temidos pucherazos es porque la Unión Europea vigila y porque los partidos que se presentaban, sobre todo los más importantes, creían en la democracia, en la alternancia y en algunos mecanismos de control del poder. Aunque débil, existía una ética política que impedía la trampa electoral plena, pero ahora, con la llegada al poder de un gobierno que está dominado por comunistas y partidos nacionalistas que odian a España, el escenario ha cambiado y los temores se han disparado ¿Por qué va a renunciar al pucherazo un gobierno que es capaz de engañar al pueblo negándole las elecciones prometidas y que se mantiene con el indigno apoyo de partidos de ideología totalitaria, golpistas, proetarras e hijos del odio? ¿Alguien cree que Podemos, BILDU o los nacionalistas vascos y catalanes del odio van a impedir una chupuza si a ellos les garantiza seguir controlando el poder y si esa chapuza les cierra el paso a partidos tan temidos como el PP y Ciudadanos? ¿Acaso existe en los partidos españoles, famosos en todo el mundo por su corrupción, una ética democrática fuerte que impida la alteración de los resultados?
Guste o no guste, el pucherazo en España empieza a ser una posibilidad real. Y esa realidad es suficientemente grave para que a los demócratas se nos pongan los pelos de punta y la indignación y el miedo se disparen hasta cotas inéditas y llenas de rebeldía y rabia.
Francisco Rubiales
Algunos nos tememos que los extraños e increibles resultados que arrojan las encuestas del CIS, manejado ahora por José Feliz Tezanos, un socialista radical al servicio más del partido que de la sociedad, que dan la victoria a un Pedro Sánchez desgastado, desprestigiado y criticado por los enormes y abundantes errores y arbitrariedades de su gobierno, sean la preparación psicológica para un futuro pucherazo.
¿No estarán sirviendo las falsas encuestas del CIS para justificar una sorprendente e increíble victoria socialista? El comunismo jamás ha abandonado el poder por culpa de unas elecciones. Antes de marcharse, no duda en manipular los comicios o falsear los resultados para ganar. Si no tiene otro remedio, es capaz, incluso, de eliminar el derecho al voto, ya que para los totalitarios el fin (lo que ellos llaman poder popular) justifica los medios. Y prueba de ello es que Pedro Sánchez está gobernando sin el sostén de los votos populares, negándose a convocar unas elecciones que prometió convocar con la mayor urgencia posible.
El pucherazo es técnicamente posible en España porque no se conservan las actas de las mesas, lo que impide un recuento científico posterior a la proclamación de resultados. El punto débil del proceso de recuento está en los ordenadores y en el computo de los votos, donde, en teoría, caben chapuzas y alteraciones, por muchos interventores que se sitúan en las mesas.
Si no se han realizado hasta ahora los temidos pucherazos es porque la Unión Europea vigila y porque los partidos que se presentaban, sobre todo los más importantes, creían en la democracia, en la alternancia y en algunos mecanismos de control del poder. Aunque débil, existía una ética política que impedía la trampa electoral plena, pero ahora, con la llegada al poder de un gobierno que está dominado por comunistas y partidos nacionalistas que odian a España, el escenario ha cambiado y los temores se han disparado ¿Por qué va a renunciar al pucherazo un gobierno que es capaz de engañar al pueblo negándole las elecciones prometidas y que se mantiene con el indigno apoyo de partidos de ideología totalitaria, golpistas, proetarras e hijos del odio? ¿Alguien cree que Podemos, BILDU o los nacionalistas vascos y catalanes del odio van a impedir una chupuza si a ellos les garantiza seguir controlando el poder y si esa chapuza les cierra el paso a partidos tan temidos como el PP y Ciudadanos? ¿Acaso existe en los partidos españoles, famosos en todo el mundo por su corrupción, una ética democrática fuerte que impida la alteración de los resultados?
Guste o no guste, el pucherazo en España empieza a ser una posibilidad real. Y esa realidad es suficientemente grave para que a los demócratas se nos pongan los pelos de punta y la indignación y el miedo se disparen hasta cotas inéditas y llenas de rebeldía y rabia.
Francisco Rubiales
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