Las malas amistades son el mayor obstáculo para que Mel Zelaya, el depuesto presidente de Honduras, pueda regresar a su país y recuperar la alta magistratura. Los que apoyan a Zelaya son los nuevos tiranos de América Latina, con Hugo Chavez y los hermanos Castro Ruz a la cabeza, a los que se unen otros personajes desprestigiados por sus tendencias totalitarias o por su comportamiento autoritario y corrupto, como Daniel Ortega, Rafael Correa, Evo Morales y Cristina Fernández de Kirchner.
Rodeado de tales personajes, la de Mel Zelaya aparece ante los ojos de los demócratas de todo el mundo y de muchos de sus compatriotas hondureños como una causa manchada por vicios tan sucios como el liberticidio, la corrupción, el totalitarismo y el golpismo.
Raul Castro es el tirano reconocido de la isla de Cuba, forjador, junto a su hermano Fidel, de una dictadura nada igualitaria y elitista, cuyos principales rasgos son nula libertad y pobreza de su pueblo, que contrasta con la opulencia y el poder descontrolado de los altos cargos de la "Revolución" y de las fuerzas armadas. El rasgo dominante del "régimen" cubano es que el pueblo quiere escapar en masa del "paraiso" que los hermanos Castro han creado en Cuba.
Daniel Ortega es un totalitario que le debe su poder a Fidel Castro, su padrino y protector, y que, tras haber fracasado y empobrecido a su pueblo al frente del Sandinismo, tras la derrota de Anastasio Somoza, ha recuperado el poder y se ha unido a las tesis de Chavez para erradicar la democracia y perpetuar su dominio sobre Nicaragua. Ha sido acusado de muchos delitos, entre ellos el de violación, por su propia hija.
Cristina Fernández de Kirchner representa, junto a su marido, el expresidente Nestor Kirchner, el sector peronista más corrupto y autoritario. Su obsesión, como la de Mel Zelaya y todos los amigos del clan Chavez-Castro Ruz, es perpetuarse en el poder. Muchos de sus compatriotas la consideran como "un Chavez sin petroleo".
Los demás amigos de Zelaya son gente ganada por el chavismo y comprada con dinero venezolano. Ahí militan Rafael Correa y Evo Morales, entre otros, todos ellos unidos por el denominador común de sus tendencias totalitarias y el indisimulable rechazo a la democracia.
Sorprende que la comunidad internacional, al apoyar a Mel Zelaya para que recupere la presidencia de Honduras, pase por alto sus tendencias autoritarias y su intención de cambiar la Constitución Hondureña para eliminar la limitación de mandato presidencial y conseguir así perpetuarse en el poder. Ese apoyo incondicional de las democracias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, al aprendiz hondureño de dictador, seguidor de los Chavez, Castro, Ortega y demás miembros de la estirpe de los neotiranos latinoamericanos, está generando desasosiego, sospechas y mucha confusión entre los demócratas de América.
Raul Castro es el tirano reconocido de la isla de Cuba, forjador, junto a su hermano Fidel, de una dictadura nada igualitaria y elitista, cuyos principales rasgos son nula libertad y pobreza de su pueblo, que contrasta con la opulencia y el poder descontrolado de los altos cargos de la "Revolución" y de las fuerzas armadas. El rasgo dominante del "régimen" cubano es que el pueblo quiere escapar en masa del "paraiso" que los hermanos Castro han creado en Cuba.
Daniel Ortega es un totalitario que le debe su poder a Fidel Castro, su padrino y protector, y que, tras haber fracasado y empobrecido a su pueblo al frente del Sandinismo, tras la derrota de Anastasio Somoza, ha recuperado el poder y se ha unido a las tesis de Chavez para erradicar la democracia y perpetuar su dominio sobre Nicaragua. Ha sido acusado de muchos delitos, entre ellos el de violación, por su propia hija.
Cristina Fernández de Kirchner representa, junto a su marido, el expresidente Nestor Kirchner, el sector peronista más corrupto y autoritario. Su obsesión, como la de Mel Zelaya y todos los amigos del clan Chavez-Castro Ruz, es perpetuarse en el poder. Muchos de sus compatriotas la consideran como "un Chavez sin petroleo".
Los demás amigos de Zelaya son gente ganada por el chavismo y comprada con dinero venezolano. Ahí militan Rafael Correa y Evo Morales, entre otros, todos ellos unidos por el denominador común de sus tendencias totalitarias y el indisimulable rechazo a la democracia.
Sorprende que la comunidad internacional, al apoyar a Mel Zelaya para que recupere la presidencia de Honduras, pase por alto sus tendencias autoritarias y su intención de cambiar la Constitución Hondureña para eliminar la limitación de mandato presidencial y conseguir así perpetuarse en el poder. Ese apoyo incondicional de las democracias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, al aprendiz hondureño de dictador, seguidor de los Chavez, Castro, Ortega y demás miembros de la estirpe de los neotiranos latinoamericanos, está generando desasosiego, sospechas y mucha confusión entre los demócratas de América.
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