Si. Llevo días con la inquietud e intranquilidad de que no he rechazado con suficiente fuerza y rapidez unos oscuros pensamiento.
Tras el atentado terrorista de Barajas, he sido tentado con un horrible pensamiento. He llegado a imaginar que usted, obispo cristiano, había reaccionado retirándose a orar, pidiendo a Dios Nuestro Señor que, además de perdonar a los asesinos, les concediese tiempo y ocasión para huir y no ser descubiertos por la policía. Que en su oración, usted razonaba que así era mejor para que sus cómplices (me refiero naturalmente a cómplices de los asesinos) no se enfadasen todavía más y no cometiesen más atentados. Que rogaba, también, para que la “negociación por la paz” continuase y para que de una vez por todas el Gobierno de España diera los pasos suficientes para satisfacer las reclamaciones de los etarras. Fui tentado, también, con el pensamiento de que usted, en sus plegarias, razonaba que las reclamaciones de los criminales no debieran ser tan descabelladas cuando varios de los clérigos que le rodean las apoyan. Me costó apartar de mi pensamiento –comprenda que era una tentación- que oraba para que el Señor comprendiera que se trataba de una lucha armada por la redención y liberación del pueblo vasco. Y, naturalmente, en esa lucha, tan incomprendida fuera de Euzkadi, era inevitable que se produjeran algunos "accidentes".
Por lo absurdo e imposible de su contenido, debí tener suficiente fortaleza espiritual para no entretenerme ni un segundo con tales pensamientos, con los que nuestro enemigo el diablo me quería entretener. Confieso que no fui lo suficientemente diligente y no rechacé semejantes ideas inmediatamente.
Le pido perdón.
José Luis Múgica
Tras el atentado terrorista de Barajas, he sido tentado con un horrible pensamiento. He llegado a imaginar que usted, obispo cristiano, había reaccionado retirándose a orar, pidiendo a Dios Nuestro Señor que, además de perdonar a los asesinos, les concediese tiempo y ocasión para huir y no ser descubiertos por la policía. Que en su oración, usted razonaba que así era mejor para que sus cómplices (me refiero naturalmente a cómplices de los asesinos) no se enfadasen todavía más y no cometiesen más atentados. Que rogaba, también, para que la “negociación por la paz” continuase y para que de una vez por todas el Gobierno de España diera los pasos suficientes para satisfacer las reclamaciones de los etarras. Fui tentado, también, con el pensamiento de que usted, en sus plegarias, razonaba que las reclamaciones de los criminales no debieran ser tan descabelladas cuando varios de los clérigos que le rodean las apoyan. Me costó apartar de mi pensamiento –comprenda que era una tentación- que oraba para que el Señor comprendiera que se trataba de una lucha armada por la redención y liberación del pueblo vasco. Y, naturalmente, en esa lucha, tan incomprendida fuera de Euzkadi, era inevitable que se produjeran algunos "accidentes".
Por lo absurdo e imposible de su contenido, debí tener suficiente fortaleza espiritual para no entretenerme ni un segundo con tales pensamientos, con los que nuestro enemigo el diablo me quería entretener. Confieso que no fui lo suficientemente diligente y no rechacé semejantes ideas inmediatamente.
Le pido perdón.
José Luis Múgica
Comentarios: