Los periódicos se han convertido en parte del "Establecimiento" y en terminales de intereses políticos, algo muy grave que es necesario corregir con urgencia.
Lo dijo recientemente el director de ABC, José Antonio Zarzalejos, en una conferencia pronunciada en Sevilla, en la sede del Foro Innovatec.
Zarzalejos, valiente y autocrítico, reconoció que los medios de comunicación han venido funcionando como si la audiencia no existiera y han sufrido el mismo deterioro en su prestigio e imagen que los palíticos, por creer que el único examen al que tenían que someterse es el de las urnas, cada cuatro año.
Zarzalejos, que habló de prensa y política como un "binomio ensimismado", tiene razón y acierta cuando opina que gran parte de los problemas que hoy padecen los medios se deben a su arrogancia y a no haber otorgado voz a la audiencia, salvo los ridículos resquicios de las cartas al director y el derecho de réplica. La audiencia se ha rebelado contra los políticos y contra los medios, que han perdido credibilidad, prestigio y seguidores.
Para colmo de males, los medios de comunicación se han divorciado de su audiencia y se han convertido en terminales políticas comprometidas en un momento especialmente inoportuno, precisamente cuando los ciudadanos reclamaban de los medios algo más que objetividad, quizás vigor y compromiso en la defensa de las libertades, la democracia y la ética.
Lo dijo recientemente el director de ABC, José Antonio Zarzalejos, en una conferencia pronunciada en Sevilla, en la sede del Foro Innovatec.
Zarzalejos, valiente y autocrítico, reconoció que los medios de comunicación han venido funcionando como si la audiencia no existiera y han sufrido el mismo deterioro en su prestigio e imagen que los palíticos, por creer que el único examen al que tenían que someterse es el de las urnas, cada cuatro año.
Zarzalejos, que habló de prensa y política como un "binomio ensimismado", tiene razón y acierta cuando opina que gran parte de los problemas que hoy padecen los medios se deben a su arrogancia y a no haber otorgado voz a la audiencia, salvo los ridículos resquicios de las cartas al director y el derecho de réplica. La audiencia se ha rebelado contra los políticos y contra los medios, que han perdido credibilidad, prestigio y seguidores.
Para colmo de males, los medios de comunicación se han divorciado de su audiencia y se han convertido en terminales políticas comprometidas en un momento especialmente inoportuno, precisamente cuando los ciudadanos reclamaban de los medios algo más que objetividad, quizás vigor y compromiso en la defensa de las libertades, la democracia y la ética.