Los vascos quieren el Guernica de Pablo Picasso en su territorio porque dicen que el cuadro retrata un drama de su pueblo. Ibarretxe pretende incluir esa reivindicación en su actual negociación global con Zapatero en torno al referendum ilegal que ha anunciado porque la llegada del cuadro representaría para él un triunfo de enorme fuerza simbólica y electoral.
Pero Zapatero debería pensárselo antes de acceder a esa petición porque los ánimos de la ciudadanía, calmados y lentos cuando las disputas son políticas, se dispararían hasta extremos inéditos si se moviese de su sitio la simbólica obra de Picasso.
Los andaluces, por ser paisanos del pintor malagueño, también deberían reivindicarlo. Los madrileños, que lo tienen en su Museo del Prado, deberían resistirse a que el cuadro, todo un símbolo de la nación española, abandonase la capital.
En este país donde, tras la muerte de Franco, unos demócratas de pacotilla y sin experiencia diseñaron un Estado donde las fuerzas centrífugas son mil veces más potentes que las centrípetas, todos quieren arrimar el ascua a su sardina y, como consecuencia, despedazan la nación.
Ibarretxe afirma que la presencia del Guernica en el Pais Vasco "sería el mejor homenaje al pintor malagueño". Pero miente, como es habitual en los políticos, porque Picasso lo que quería es que se exhibiera en el Museo del Prado.
Ante un gobierno débil como el de Zapatero, capaz de premiar a los ricos catalanes con un Estatuto que les hace más ricos y de rompe los principios de igualdad y solidaridad, sostenes de la nación española, es lógico que Ibarretxe exija (y tal vez hasta consiga) el Guernica, como los catalanes consiguieron su parte del archivo histórico de Salamanca.
¿Que pasaría si los andaluces exigiéramos que el Guernica se venga al Museo Picasso de Málaga y si reivindicásemos la Dama de Baza, los candelabros de Lebrija, el Tesoro del Carambolo, los Valdéz Leal, Velázquez, Murillos y demás obras pictóricas andaluzas?
Nosotros creemos que el Guernica está bien en el Museo del Prado, donde lo quería Picasso y donde corresponde para que tengamos un Museo a la altura de lo que es (o debería ser) España.
El débil Zapatero, aunque Ibarretxe le ofrezca a cambio lo que él más ansia, apoyo para seguir en la Moncloa y comp'licidad para la paz con ETA, debe dejar el Guernica donde está, si no quiere desatar todos los diablos que se encierran en la vieja España y pasar a la historia como el peor gobernante desde Fernando VII.
Pero Zapatero debería pensárselo antes de acceder a esa petición porque los ánimos de la ciudadanía, calmados y lentos cuando las disputas son políticas, se dispararían hasta extremos inéditos si se moviese de su sitio la simbólica obra de Picasso.
Los andaluces, por ser paisanos del pintor malagueño, también deberían reivindicarlo. Los madrileños, que lo tienen en su Museo del Prado, deberían resistirse a que el cuadro, todo un símbolo de la nación española, abandonase la capital.
En este país donde, tras la muerte de Franco, unos demócratas de pacotilla y sin experiencia diseñaron un Estado donde las fuerzas centrífugas son mil veces más potentes que las centrípetas, todos quieren arrimar el ascua a su sardina y, como consecuencia, despedazan la nación.
Ibarretxe afirma que la presencia del Guernica en el Pais Vasco "sería el mejor homenaje al pintor malagueño". Pero miente, como es habitual en los políticos, porque Picasso lo que quería es que se exhibiera en el Museo del Prado.
Ante un gobierno débil como el de Zapatero, capaz de premiar a los ricos catalanes con un Estatuto que les hace más ricos y de rompe los principios de igualdad y solidaridad, sostenes de la nación española, es lógico que Ibarretxe exija (y tal vez hasta consiga) el Guernica, como los catalanes consiguieron su parte del archivo histórico de Salamanca.
¿Que pasaría si los andaluces exigiéramos que el Guernica se venga al Museo Picasso de Málaga y si reivindicásemos la Dama de Baza, los candelabros de Lebrija, el Tesoro del Carambolo, los Valdéz Leal, Velázquez, Murillos y demás obras pictóricas andaluzas?
Nosotros creemos que el Guernica está bien en el Museo del Prado, donde lo quería Picasso y donde corresponde para que tengamos un Museo a la altura de lo que es (o debería ser) España.
El débil Zapatero, aunque Ibarretxe le ofrezca a cambio lo que él más ansia, apoyo para seguir en la Moncloa y comp'licidad para la paz con ETA, debe dejar el Guernica donde está, si no quiere desatar todos los diablos que se encierran en la vieja España y pasar a la historia como el peor gobernante desde Fernando VII.
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