Italia ha elegido una tecnocracia para escapar del caos y la decadencia que impulsan los deteriorados y corruptos partidos políticos.
Muchos países, ante el deterioro de sus partidos políticos y el mal gobierno, han recurrido a nombrar gobiernos técnicos sin servidumbres partidistas. Lo ha hecho con frecuencia y éxito Italia, por ejemplo. En la España actual, ante el fracaso de los dos grandes partidos, existen condiciones muchos más sólidas que en Italia para elegir un gobierno tecnocrático.
Creíamos que Superar a Zapatero en estupidez y mal gobierno era imposible, pero llegó Rajoy y casi lo logró. Después llegó Pedro Sánchez y se convirtió en el peor presidente desde 1978, superando a todos sus predecesores en mentiras, engaños, traiciones, torpezas, errores y fracasos, dejando a España en una profunda ruina moral, económica y política de la que costará sangre, sudor y lágrimas salir.
La llegada al poder de Pedro Sánchez ha sido demoledora para el sistema político español porque lo ha pervertido casi por completo practicando la mentira, el engaño y la corrupción de los valores, principios y reglas del sistema. Creíamos que no era posible tanta impunidad de los políticos, pero lo es. Pensábamos que el país no soportaría tanto mal gobierno tendencioso, pero lo está soportando. Creíamos que existían instituciones defensivas capaces de frenar la demolición del país y su podredumbre institucional, pero esas instituciones defensivas, desde la Corona a la Justicia, las Fuerzas Armadas y la Sociedad Civil, son inoperantes y han demostrado su enervante inutilidad.
La política española está podrida y los grandes partidos políticos con capacidad de gobernar, cargados de suciedades, corrupciones, abusos y delitos, es probable que ya sean irrecuperables. El mismo sistema, viciado y degradado, es muy difícil de regenerar porque la solución del problema nunca puede llegar del mismo problema.
España necesita un gobierno de los mejores, de personas de probada sabiduría y capacidad, sin servidumbres ideológicas, éticas y mafiosas, sin tener que alimentar a las tribus clientelares, sin que la política tenga que satisfacer compromisos y lealtades llenos de injusticia, inconstitucionalidad y riesgo, un gobierno capaz de anteponer el servicio a la nación y a los ciudadanos a cualquier otra obligación.
La tecnocracia que España necesita de verdad debería ser también constituyente, obligada a redactar una constitución verdaderamente democrática, no la actual, que es un documento partitocrático y desequilibrado que otorga demasiado poder a los partidos políticos y que margina y desprecia al ciudadano, que siempre debe ser el soberano en democracia.
La tecnocracia no es un gobierno huérfano, sin partido que lo arrope y proteja. Detrás de todo gobierno independiente y formado por los mejores está el pueblo, que es superior a todos los partidos políticos juntos. Los militantes de partidos en España ni siquiera llegan al millón, mientras que el pueblo es da 46 millones de personas. La democracia española, viciada y corrompida, representa, de hecho, la dictadura de unas minorías militantes sobre unas mayorías inmensas, tratadas como ganado por los partidos políticos.
Sólo un gobierno libre, integrado por personas de relieve y de probada solvencia y virtud, puede acabar con la mafia de los partidos en España, que es el mayor de los problemas de la nación y el tapón que nos impide el progreso, la prosperidad, la Justicia, la convivencia en paz y el prestigio internacional
Hasta que España no reconozca que su principal problema son los partidos políticos, estaremos condenados a la decadencia y la bajeza, fuerzas éstas que emanan de la partitocracia viciada que se ha adueñado de España, al amparo de una Constitución diseñada por políticos para beneficiar a sus partidos, marginando de manera indecente al pueblo.
Francisco Rubiales
Creíamos que Superar a Zapatero en estupidez y mal gobierno era imposible, pero llegó Rajoy y casi lo logró. Después llegó Pedro Sánchez y se convirtió en el peor presidente desde 1978, superando a todos sus predecesores en mentiras, engaños, traiciones, torpezas, errores y fracasos, dejando a España en una profunda ruina moral, económica y política de la que costará sangre, sudor y lágrimas salir.
La llegada al poder de Pedro Sánchez ha sido demoledora para el sistema político español porque lo ha pervertido casi por completo practicando la mentira, el engaño y la corrupción de los valores, principios y reglas del sistema. Creíamos que no era posible tanta impunidad de los políticos, pero lo es. Pensábamos que el país no soportaría tanto mal gobierno tendencioso, pero lo está soportando. Creíamos que existían instituciones defensivas capaces de frenar la demolición del país y su podredumbre institucional, pero esas instituciones defensivas, desde la Corona a la Justicia, las Fuerzas Armadas y la Sociedad Civil, son inoperantes y han demostrado su enervante inutilidad.
La política española está podrida y los grandes partidos políticos con capacidad de gobernar, cargados de suciedades, corrupciones, abusos y delitos, es probable que ya sean irrecuperables. El mismo sistema, viciado y degradado, es muy difícil de regenerar porque la solución del problema nunca puede llegar del mismo problema.
España necesita un gobierno de los mejores, de personas de probada sabiduría y capacidad, sin servidumbres ideológicas, éticas y mafiosas, sin tener que alimentar a las tribus clientelares, sin que la política tenga que satisfacer compromisos y lealtades llenos de injusticia, inconstitucionalidad y riesgo, un gobierno capaz de anteponer el servicio a la nación y a los ciudadanos a cualquier otra obligación.
La tecnocracia que España necesita de verdad debería ser también constituyente, obligada a redactar una constitución verdaderamente democrática, no la actual, que es un documento partitocrático y desequilibrado que otorga demasiado poder a los partidos políticos y que margina y desprecia al ciudadano, que siempre debe ser el soberano en democracia.
La tecnocracia no es un gobierno huérfano, sin partido que lo arrope y proteja. Detrás de todo gobierno independiente y formado por los mejores está el pueblo, que es superior a todos los partidos políticos juntos. Los militantes de partidos en España ni siquiera llegan al millón, mientras que el pueblo es da 46 millones de personas. La democracia española, viciada y corrompida, representa, de hecho, la dictadura de unas minorías militantes sobre unas mayorías inmensas, tratadas como ganado por los partidos políticos.
Sólo un gobierno libre, integrado por personas de relieve y de probada solvencia y virtud, puede acabar con la mafia de los partidos en España, que es el mayor de los problemas de la nación y el tapón que nos impide el progreso, la prosperidad, la Justicia, la convivencia en paz y el prestigio internacional
Hasta que España no reconozca que su principal problema son los partidos políticos, estaremos condenados a la decadencia y la bajeza, fuerzas éstas que emanan de la partitocracia viciada que se ha adueñado de España, al amparo de una Constitución diseñada por políticos para beneficiar a sus partidos, marginando de manera indecente al pueblo.
Francisco Rubiales
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