La muerte de Perales, un buen socialista

Tiene usted razón. Perales era un tipo bastante íntegro para ser socialista. Lástima que se mueran los mejores y quede por aquí mucha escoria dañina.

Me permito sugerirle que aborde la manera en la que el alcalde de Estepona, Antonio Barrientos, ha presentado su candidatura para las próximas elecciones en la asamblea que tuvo lugar el pasado jueves.
El señor Barrientos no solo es criticado por la oposición municipal y por los grupos sociales de izquierdas de la localidad, por su propio partido a nivel regional sino también por la mitad de los militantes de su propia agrupación. Recordemos que el señor Barrientos obtuvo 100 votos a favor de su candidatura, 87 en contra y tres abstenciones.
Todo ello tras poner la maquinaria del Ayuntamiento a su disposición: presiones a trabajadores afiliados al partido para que votaran su candidatura, custodia absoluta del censo para que sus contrincantes desconocieran el número de militantes, mensajes desde móviles corporativos a los afiliados, etc...
El contrapeso a su nefasta gestión la representa el hasta hace poco portavoz, David Valadez, relegado a un segundísimo plano por los que ahora controlan el cotarro por sus numerosas y constantes críticas y denuncias de una política idéntica a la que practicaba el gilismo en la ciudad o en la propia Marbella.
¿Qué piensa hacer ahora el PSOE de Sevilla? ¿Respaldará esa candidatura y dejará fuera a la mitad del partido? ¿Dejará en la cuneta a aquellas personas que han venido denunciando lo que todos sabemos y que algún día se demostrará?.
¿Qué hará la mitad del partido si se produce esa exclusión numérica y también ideológica?.
La guerra está abierta.

Por favor aborde este tema puesto que es un asunto que preocupa a muchos ciudadanos de bien que no llegan a entender porque un partido democrático como es el PSOE sigue manteniendo en sus filas a un señor, Barrientos, que tantísimo daño está haciendo a la credibilidad de la clase política en su conjunto y especialmente en la Costa del sol.

No puedo creerme que fuera un buen socialista, ni siquiera de izquierdas, si dió su vistobueno al nuevo estatuto de Cataluña, paradigma de la insolidaridad, sepulturero de la igualdad y plagado de privilegios.