La lucha fratricida entre UPyD y Ciudadanos, los dos únicos partidos políticos españoles que habían alimentado la esperanza de los demócratas y demostrado valentía y sentido de de decencia en el desolado panorama político español, es una mala noticia para la democracia y un mal ejemplo que alimenta la desesperación y la angustia política en esta España política y moralmente degradada.
Es cierto que compiten por el mismo electorado en Cataluña, pero no es menos cierto que despedazarse entre ellos es un gesto irresponsable que les acerca mucho a los estilos y métodos de la partitocracia y que despierta en los ciudadanos la sospecha de que, tarde o temprano, esos nuevos partidos que hoy despiertan esperanza e ilusión, se convertirán en entidades obsesionadas por el poder y los privilegios, como los viejos partidos de la degenerada democracia española que ellos tanto critican.
La lucha fratricida entre UPyD y Ciudadanos se libra hoy en muchos frentes y en numerosos lugares, pero se ha acentuado de cara a las elecciones europeas. José Manuel Villegas, candidato de Ciudadanos, atacó a la formación de Rosa Díez en una entrevista publicada el miércoles en la web del partido. Ayer, el portavoz de UPyD en Cataluña, Juan Perán, respondió a través de un comunicado, donde tachó de “improcedentes” las declaraciones de su adversario.
Rosa Díez ha rechazado la invitación de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, de acudir juntos a las elecciones europeas y ambos partidos han demostrado su incapacidad de unirse para ofrecer a los demócratas españoles una alternativa electoral fuerte y con posibilidades, lo que constituye una dolorosa experiencia y un paso atrás en la esperanza.
Si quieren demostrar de manera fiable que son diferentes al PP o al PSOE, esos dos partidos están obligados a ser ejemplares en sus relaciones y a no utilizar jamás los métodos de obsesión por el poder, trifulca y lucha fratricida que con tanto deswcaro han exhibido partidos como el PSOE y el PP, hoy despreciados por los auténticos demócratas y la gente de bien en España.
Es cierto que compiten por el mismo electorado en Cataluña, pero no es menos cierto que despedazarse entre ellos es un gesto irresponsable que les acerca mucho a los estilos y métodos de la partitocracia y que despierta en los ciudadanos la sospecha de que, tarde o temprano, esos nuevos partidos que hoy despiertan esperanza e ilusión, se convertirán en entidades obsesionadas por el poder y los privilegios, como los viejos partidos de la degenerada democracia española que ellos tanto critican.
La lucha fratricida entre UPyD y Ciudadanos se libra hoy en muchos frentes y en numerosos lugares, pero se ha acentuado de cara a las elecciones europeas. José Manuel Villegas, candidato de Ciudadanos, atacó a la formación de Rosa Díez en una entrevista publicada el miércoles en la web del partido. Ayer, el portavoz de UPyD en Cataluña, Juan Perán, respondió a través de un comunicado, donde tachó de “improcedentes” las declaraciones de su adversario.
Rosa Díez ha rechazado la invitación de Albert Rivera, líder de Ciudadanos, de acudir juntos a las elecciones europeas y ambos partidos han demostrado su incapacidad de unirse para ofrecer a los demócratas españoles una alternativa electoral fuerte y con posibilidades, lo que constituye una dolorosa experiencia y un paso atrás en la esperanza.
Si quieren demostrar de manera fiable que son diferentes al PP o al PSOE, esos dos partidos están obligados a ser ejemplares en sus relaciones y a no utilizar jamás los métodos de obsesión por el poder, trifulca y lucha fratricida que con tanto deswcaro han exhibido partidos como el PSOE y el PP, hoy despreciados por los auténticos demócratas y la gente de bien en España.
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