Hasta ahora, la libertad y la prosperidad eran el remedio eficaz para combatir el comunismo y las tiranías de izquierda, pero el nuevo virus totalitario está consiguiendo colarse en nuestras vidas, aniquilando la libertad y la prosperidad, lo que le convierte casi en invencible. Las sociedades infectadas carecen de defensas contra la mentira, las nuevas formas de tiranía, la propaganda, la compra de medios de comunicación, la derrota de la Justicia y la acción conjunta de la pobreza, la tristeza, la desesperación y el miedo, armas todas ellas del nuevo virus.
Los políticos, que son los grandes contagiadores, se han hecho malvados y han aprendido a engañar a nuestros sistemas defensivos, que ya no saben generar anticuerpos porque confunden el mal con el bien y están desorientados. Saben que obtendrán la victoria si conducen a sus pueblos hasta la pobreza y la postración y hacia allí se dirigen resueltos. La consecuencia es que caen los viejos valores, la sociedad se desarma y el ser humano se infecta de egoísmo, envidia, odio y otras perversiones, hasta abrazarse al Estado como si fuera la única esperanza, cuando es, precisamente, el propagador de la enfermedad y el núcleo de la muerte.
Los políticos han perdido el miedo al pueblo y se han hecho gandules, corruptos y escandalosos. No sólo roban sino que también mienten, gestionan el mundo sin eficacia, propagan la envidia, practican la desigualdad y enfrentan a unos con otros, hasta conseguir que la sociedad, pervertida y débil, se arroje en brazos del Estado como única salvación. Cuando eso se produce, ya desaparece toda esperanza porque el Estado siempre ha sido y es el gran opresor y el mayor causante de dolor, escasez y muerte.
Al nuevo virus de la izquierda mutante le llaman Nuevo Orden Mundial (NOM), al que disfrazan de esperanza salvadora, pero es simplemente una pandemia mortal que destruye las libertades y los derechos que sostienen el mundo libre y el individuo.
Los propagadores del virus se han hecho descarados y despreciables y se comportan como enemigos del género humano. España es un ejemplo mundial de propagación y ya casi está convertida en una nación cadáver. Sus diputados y senadores, que debieran ser el ejército defensivo del sistema, se van ahora de vacaciones hasta mediados de febrero, ignorando que el país está infectado, que la gente está encerrada y que miles de españoles mueren cada día o engrosan las filas de los desesperados que cierran sus negocios y se sumergen en la miseria.
Dos meses de vacaciones del núcleo del poder, mientras España padece cientos de muertos cada día, miles de empresas cierran, cientos de miles de ciudadanos se arruinan y las colas del hambre son ya kilométricas.
Los políticos antes disimulaban y cuidaban su imagen, pero los propagadores de la nueva izquierda mutante son descarados y se sienten impunes. Su comportamiento revela que le han perdido el miedo al pueblo, lo que indica que la democracia ha desaparecido y la tiranía ya está instalada en nuestra nación. A esos políticos de la izquierda mutante no les importa pelearse entre ellos, enriquecerse a plena luz, violar la Constitución, instaurar la mentira y la desigualdad en el corazón del Estado y provocar cada día escándalos, vergüenzas, decadencias y lacras.
Los ciudadanos, antes orgullosos de sus libertades y derechos, están hoy adormilados y asustados, confundidos y confinados en sus hogares, con miedo a un virus que puede llevarlos a los hospitales, pero sin ser conscientes de que hay otro virus expandiéndose, de carácter político, cultural y social, con dramáticos rasgos tiránicos, que puede llevar a la tumba a toda la Humanidad.
Francisco Rubiales
Los políticos, que son los grandes contagiadores, se han hecho malvados y han aprendido a engañar a nuestros sistemas defensivos, que ya no saben generar anticuerpos porque confunden el mal con el bien y están desorientados. Saben que obtendrán la victoria si conducen a sus pueblos hasta la pobreza y la postración y hacia allí se dirigen resueltos. La consecuencia es que caen los viejos valores, la sociedad se desarma y el ser humano se infecta de egoísmo, envidia, odio y otras perversiones, hasta abrazarse al Estado como si fuera la única esperanza, cuando es, precisamente, el propagador de la enfermedad y el núcleo de la muerte.
Los políticos han perdido el miedo al pueblo y se han hecho gandules, corruptos y escandalosos. No sólo roban sino que también mienten, gestionan el mundo sin eficacia, propagan la envidia, practican la desigualdad y enfrentan a unos con otros, hasta conseguir que la sociedad, pervertida y débil, se arroje en brazos del Estado como única salvación. Cuando eso se produce, ya desaparece toda esperanza porque el Estado siempre ha sido y es el gran opresor y el mayor causante de dolor, escasez y muerte.
Al nuevo virus de la izquierda mutante le llaman Nuevo Orden Mundial (NOM), al que disfrazan de esperanza salvadora, pero es simplemente una pandemia mortal que destruye las libertades y los derechos que sostienen el mundo libre y el individuo.
Los propagadores del virus se han hecho descarados y despreciables y se comportan como enemigos del género humano. España es un ejemplo mundial de propagación y ya casi está convertida en una nación cadáver. Sus diputados y senadores, que debieran ser el ejército defensivo del sistema, se van ahora de vacaciones hasta mediados de febrero, ignorando que el país está infectado, que la gente está encerrada y que miles de españoles mueren cada día o engrosan las filas de los desesperados que cierran sus negocios y se sumergen en la miseria.
Dos meses de vacaciones del núcleo del poder, mientras España padece cientos de muertos cada día, miles de empresas cierran, cientos de miles de ciudadanos se arruinan y las colas del hambre son ya kilométricas.
Los políticos antes disimulaban y cuidaban su imagen, pero los propagadores de la nueva izquierda mutante son descarados y se sienten impunes. Su comportamiento revela que le han perdido el miedo al pueblo, lo que indica que la democracia ha desaparecido y la tiranía ya está instalada en nuestra nación. A esos políticos de la izquierda mutante no les importa pelearse entre ellos, enriquecerse a plena luz, violar la Constitución, instaurar la mentira y la desigualdad en el corazón del Estado y provocar cada día escándalos, vergüenzas, decadencias y lacras.
Los ciudadanos, antes orgullosos de sus libertades y derechos, están hoy adormilados y asustados, confundidos y confinados en sus hogares, con miedo a un virus que puede llevarlos a los hospitales, pero sin ser conscientes de que hay otro virus expandiéndose, de carácter político, cultural y social, con dramáticos rasgos tiránicos, que puede llevar a la tumba a toda la Humanidad.
Francisco Rubiales
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