La hora de los sinvergüenzas ha llegado y se ha instalado en nuestro planeta. Trump, Boris Jonhson, Putin, Pedro Sánchez, Nicolas Maduro y otros muchos son ejemplos inquietantes de políticos rechazados por una parte importante de sus pueblos y capaces de adoptar decisiones inquietantes, contrarias a lo que desean los ciudadanos, que causan sorpresa y daños intensos. Uno quiere construir un muro que impida la inmigración, otros aplastan a sus opositores para mantenerse en el poder, otros son capaces de provocar el caos en medio mundo con un Brexit alocado y otros muchos pactan con socios peligrosos y arruinan la economía de sus respectivos países con deudas impagables, impuestos abusivos y decisiones alocadas. Son desvergonzados inquietantes que han accedido al poder, gente mediocre y en algunos casos posibles psicópatas desquiciados y sin valores suficientes, que controlan sistemas políticos viciados que permiten que los peores tomen el timón en sus manos.
Esos dirigentes son como virus sueltos por el planeta, con poder suficiente para infectarlo todo.
Pedro Sánchez es uno de los virus "alfa" que controlan este mundo, jefe de una pandilla de virus integrados en su viral gobierno. Son del mismo tipo de virus que aquel que destruyó la democracia en los años treinta y que nos precipitó en la guerra civil de 1936. Son virus que anteponen sus propios intereses y caprichos al bien común, que engañan las defensas de la democracia porque se disfrazan y se infiltran. Sus efectos son la injusticia, el dolor, la división, el odio, el fanatismo y la pérdida de los valores. Si te acercas a ellos estás perdido porque sus palabras son persuasivas y utilizan sin escrúpulos promesas falsas y argumentos trucados, todo para conquistar el poder y desde sus palacios y ministerios infectar todo el cuerpo.
El caso más evidente y sangrante de la infección viral en el gobierno socialista de España se observa en el Impuesto de Sucesiones y en la ministra María Jesús Montero. Esta "señora" estuvo en los oscuros gobiernos de Chavez y Griñan, en la etapa del robo de los EREs, dañó la Sanidad Andaluza, destrozó el empleo en Andalucía y nos frió a los andaluces con impuestos abusivos que arruinaban familias, espantaban empresas y generaban desempleo y pobreza. Con ese pesado y negativo bagaje en su mochila, Pedro Sánchez la premió y nos la colocó como ministra de Hacienda, puesto desde el que expresó, sin ruborizarse, su intención de acabar con todos los logros ciudadanos en la lucha contra el impuesto de Sucesiones y volver a imponerlo en todo el territorio español. Al "virus" Montero le da igual que ese impuesto esté desprestigiado, que esté desapareciendo en casi todo el mundo, que golpee, sobre todo, a las clases medias y que los españoles lo rechacen masivamente, como reflejan las encuestas. El autoritarismo y la soberbia desprecian la voluntad popular e imponen sus leyes y caprichos, aunque sean injustos y arbitrarios.
Toma nota para las próximas elecciones del 10 de noviembre porque esas son las cuestiones importantes qué nos afectan a los españoles y no la tumba de Franco. Pedro Sánchez y los suyos quieren imponer un impuesto que, según las encuestas, rechaza la mayoría de la población y que en el resto del mundo ha sido suprimido por injusto o está en abierto retroceso. El año pasado más de 40.000 españoles tuvieron que renunciar a su herencia por no poder asumir el coste del impuesto y cientos de empresas creadoras de empleo y riqueza tuvieron que cerrar tras el saqueo público a través de los impuestos abusivos a los herederos.
Si al menos tuviéramos la seguridad de que nuestros impuestos se emplean de manera justa y decente, quizás podríamos lamernos las heridas y seguir adelante, pero no ocurre eso en un país carcomido por la corrupción, en el que los grandes partidos roban y estafan a los ciudadanos con una frecuencia espeluznante y donde hay decenas de miles de políticos incapaces de justificar la riqueza que poseen. Ante un panorama de este tipo, la gente, lógicamente, teme que sus impuestos terminen en el bolsillo de algún delincuente con poder político.
Estamos en la época de los virus. En otros países hay otros similares a Pedro Sánchez por su desfachatez y capacidad para pervertir la democracia y los sistema de respeto al ser humano: Trump, Boris Jonhson, Putin, Maduro, Daniel Ortega... Su denominador común es la ambición desmedida de poder y el uso experto del disfraz de demócrata.
Todos ellos tienen similares comportamientos y camuflajes porque parecen limpios y están sucios; proyectan paz y esconden violencia; alaban la democracia pero en verdad la destruyen; se autoproclaman buenos, pero son desvergonzados; se declaran demócratas y son tiranos.
El sanchismo es un virus peligroso porque penetra en las defensas disfrazado de progreso y democracia, ocultando que es tiranía, ambición desmedida, corrupción e inmoralidad. Funciona como el ébola porque destruye las bases del equilibrio y la armonía y cuando la infección se descubre suele ser tarde para salvarse.
La única ventaja es que contra el "sanchismo" si hay una vacuna eficaz. Se llama "decencia".
Francisco Rubiales
Esos dirigentes son como virus sueltos por el planeta, con poder suficiente para infectarlo todo.
Pedro Sánchez es uno de los virus "alfa" que controlan este mundo, jefe de una pandilla de virus integrados en su viral gobierno. Son del mismo tipo de virus que aquel que destruyó la democracia en los años treinta y que nos precipitó en la guerra civil de 1936. Son virus que anteponen sus propios intereses y caprichos al bien común, que engañan las defensas de la democracia porque se disfrazan y se infiltran. Sus efectos son la injusticia, el dolor, la división, el odio, el fanatismo y la pérdida de los valores. Si te acercas a ellos estás perdido porque sus palabras son persuasivas y utilizan sin escrúpulos promesas falsas y argumentos trucados, todo para conquistar el poder y desde sus palacios y ministerios infectar todo el cuerpo.
El caso más evidente y sangrante de la infección viral en el gobierno socialista de España se observa en el Impuesto de Sucesiones y en la ministra María Jesús Montero. Esta "señora" estuvo en los oscuros gobiernos de Chavez y Griñan, en la etapa del robo de los EREs, dañó la Sanidad Andaluza, destrozó el empleo en Andalucía y nos frió a los andaluces con impuestos abusivos que arruinaban familias, espantaban empresas y generaban desempleo y pobreza. Con ese pesado y negativo bagaje en su mochila, Pedro Sánchez la premió y nos la colocó como ministra de Hacienda, puesto desde el que expresó, sin ruborizarse, su intención de acabar con todos los logros ciudadanos en la lucha contra el impuesto de Sucesiones y volver a imponerlo en todo el territorio español. Al "virus" Montero le da igual que ese impuesto esté desprestigiado, que esté desapareciendo en casi todo el mundo, que golpee, sobre todo, a las clases medias y que los españoles lo rechacen masivamente, como reflejan las encuestas. El autoritarismo y la soberbia desprecian la voluntad popular e imponen sus leyes y caprichos, aunque sean injustos y arbitrarios.
Toma nota para las próximas elecciones del 10 de noviembre porque esas son las cuestiones importantes qué nos afectan a los españoles y no la tumba de Franco. Pedro Sánchez y los suyos quieren imponer un impuesto que, según las encuestas, rechaza la mayoría de la población y que en el resto del mundo ha sido suprimido por injusto o está en abierto retroceso. El año pasado más de 40.000 españoles tuvieron que renunciar a su herencia por no poder asumir el coste del impuesto y cientos de empresas creadoras de empleo y riqueza tuvieron que cerrar tras el saqueo público a través de los impuestos abusivos a los herederos.
Si al menos tuviéramos la seguridad de que nuestros impuestos se emplean de manera justa y decente, quizás podríamos lamernos las heridas y seguir adelante, pero no ocurre eso en un país carcomido por la corrupción, en el que los grandes partidos roban y estafan a los ciudadanos con una frecuencia espeluznante y donde hay decenas de miles de políticos incapaces de justificar la riqueza que poseen. Ante un panorama de este tipo, la gente, lógicamente, teme que sus impuestos terminen en el bolsillo de algún delincuente con poder político.
Estamos en la época de los virus. En otros países hay otros similares a Pedro Sánchez por su desfachatez y capacidad para pervertir la democracia y los sistema de respeto al ser humano: Trump, Boris Jonhson, Putin, Maduro, Daniel Ortega... Su denominador común es la ambición desmedida de poder y el uso experto del disfraz de demócrata.
Todos ellos tienen similares comportamientos y camuflajes porque parecen limpios y están sucios; proyectan paz y esconden violencia; alaban la democracia pero en verdad la destruyen; se autoproclaman buenos, pero son desvergonzados; se declaran demócratas y son tiranos.
El sanchismo es un virus peligroso porque penetra en las defensas disfrazado de progreso y democracia, ocultando que es tiranía, ambición desmedida, corrupción e inmoralidad. Funciona como el ébola porque destruye las bases del equilibrio y la armonía y cuando la infección se descubre suele ser tarde para salvarse.
La única ventaja es que contra el "sanchismo" si hay una vacuna eficaz. Se llama "decencia".
Francisco Rubiales
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