Nadie entiende como Marlaska a esta hora no ha sido destituido fulminantemente. Sí se entiende que él no haya dimitido por iniciativa propia porque en España ningún político lo hace, salvo raras excepciones, lo que convierte a la española en una democracia podrida. En cualquier otro Gobierno decente ya estaría en la calle.
España necesita enviar al mundo un mensaje que diga que la democracia sigue existiendo y que la nación española no ha perdido todavía toda la dignidad y decencia. Al conseguir con su rebeldía que el ministro del interior dimita, demostrará ante el mundo que el pueblo existe y que el abuso y la piratería política no tienen sitio en el sistema Por el contrario, si el ministro aguanta y se atrinchera en el gobierno con el apoyo de Pedro Sánchez, España demostrará ante el mundo que es una pozo de basura política pestilente.
El ministro tiene que dimitir porque se ha equivocado y ha sobrepasado las líneas rojas, que en democracia significan el límite a la arbitrariedad y la tiranía. Tiene que dimitir, sobre todo, porque la inmensa mayoría de los españoles lo quiere y porque España ya no puede soportar más patadas y escupitajos a su dignidad y prestigio como nación moderna, libre y democrática en el mundo.
El descaro, la arrogancia y la maldad contumaz de estos políticos que gobiernan de manera pésima está desmoralizando a los ciudadanos, que Llenos de pesimismo cada día se convencen más De que los malos y los sinvergüenzas que desprecian la democracia siempre ganan.
La dimisión de Narlaska, aunque algunos se nieguen a admitirlo porque son fanáticos de la izquierda y de la cultura "progre", es cuestión de vida o muerte para una nación en la que ya nadie cree ni confía más allá de nuestras fronteras, protagonista de un espectáculo vergonzante.
Circula ya una explosiva carta de mandos de la Guardia Civil, en la que acusan a Sánchez de ser ‘golpista’ e intentar extinguir la Benemérita. Los mandos de ese cuerpo argumentan con razón que a partir de ahora el que lo sustituya estará bajo sospecha de ser el “hombre de confianza” del político, dentro de una Institución como la Guardia Civil, en la que la neutralidad política forma parte de su ADN.
El diario “El Mundo” lo dice con claridad: "Cada vez que se siente acorralado, el hombre que ostenta actualmente la presidencia del Gobierno redobla el desafío y huye hacia adelante, dejando tras de sí un reguero de promesas rotas y aliados frustrados. Esta forma cesarista y arriscada de entender la política, sorda al acuerdo e incompatible con la confianza que debe saber inspirar cualquier gobernante en minoría, ya sería censurable en un regidor de pueblo, pues su arbitrariedad la pagarían todos los vecinos; en un presidente, el precio lo pagan 47 millones de españoles. A su angustia por la incertidumbre sanitaria y la devastación económica han de añadir los ciudadanos la demencial ineptitud y el agresivo radicalismo de la coalición dirigida por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: este Ejecutivo es parte fundamental del problema y no de la solución.“
Marlaska tiene que dimitir porque es la tercera pata de la ignominia que se ha apoderado de España, cuyos dos soportes principales son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los cuales, por su desfachatez y concepción vertical y autoritaria del poder, ni siquiera cabe esperar que pidan perdón por sus desmanes y por los enormes daños que están causando a España.
El PP, VOX y Ciudadanos piden la dimisión de Marlaska y según el principal partido de la oposición, el cese del coronel supone "el ataque más grave a la independencia del Poder Judicial ocurrido en España en los últimos años".
Las encuestas improvisadas sobre si el ministro del Interior debe o no dimitir arrojan resultados abrumadores en favor de la dimisión fulminante. En la del diario ABC pide la dimisión el 97 por ciento de los encuestados.
Francisco Rubiales
España necesita enviar al mundo un mensaje que diga que la democracia sigue existiendo y que la nación española no ha perdido todavía toda la dignidad y decencia. Al conseguir con su rebeldía que el ministro del interior dimita, demostrará ante el mundo que el pueblo existe y que el abuso y la piratería política no tienen sitio en el sistema Por el contrario, si el ministro aguanta y se atrinchera en el gobierno con el apoyo de Pedro Sánchez, España demostrará ante el mundo que es una pozo de basura política pestilente.
El ministro tiene que dimitir porque se ha equivocado y ha sobrepasado las líneas rojas, que en democracia significan el límite a la arbitrariedad y la tiranía. Tiene que dimitir, sobre todo, porque la inmensa mayoría de los españoles lo quiere y porque España ya no puede soportar más patadas y escupitajos a su dignidad y prestigio como nación moderna, libre y democrática en el mundo.
El descaro, la arrogancia y la maldad contumaz de estos políticos que gobiernan de manera pésima está desmoralizando a los ciudadanos, que Llenos de pesimismo cada día se convencen más De que los malos y los sinvergüenzas que desprecian la democracia siempre ganan.
La dimisión de Narlaska, aunque algunos se nieguen a admitirlo porque son fanáticos de la izquierda y de la cultura "progre", es cuestión de vida o muerte para una nación en la que ya nadie cree ni confía más allá de nuestras fronteras, protagonista de un espectáculo vergonzante.
Circula ya una explosiva carta de mandos de la Guardia Civil, en la que acusan a Sánchez de ser ‘golpista’ e intentar extinguir la Benemérita. Los mandos de ese cuerpo argumentan con razón que a partir de ahora el que lo sustituya estará bajo sospecha de ser el “hombre de confianza” del político, dentro de una Institución como la Guardia Civil, en la que la neutralidad política forma parte de su ADN.
El diario “El Mundo” lo dice con claridad: "Cada vez que se siente acorralado, el hombre que ostenta actualmente la presidencia del Gobierno redobla el desafío y huye hacia adelante, dejando tras de sí un reguero de promesas rotas y aliados frustrados. Esta forma cesarista y arriscada de entender la política, sorda al acuerdo e incompatible con la confianza que debe saber inspirar cualquier gobernante en minoría, ya sería censurable en un regidor de pueblo, pues su arbitrariedad la pagarían todos los vecinos; en un presidente, el precio lo pagan 47 millones de españoles. A su angustia por la incertidumbre sanitaria y la devastación económica han de añadir los ciudadanos la demencial ineptitud y el agresivo radicalismo de la coalición dirigida por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: este Ejecutivo es parte fundamental del problema y no de la solución.“
Marlaska tiene que dimitir porque es la tercera pata de la ignominia que se ha apoderado de España, cuyos dos soportes principales son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los cuales, por su desfachatez y concepción vertical y autoritaria del poder, ni siquiera cabe esperar que pidan perdón por sus desmanes y por los enormes daños que están causando a España.
El PP, VOX y Ciudadanos piden la dimisión de Marlaska y según el principal partido de la oposición, el cese del coronel supone "el ataque más grave a la independencia del Poder Judicial ocurrido en España en los últimos años".
Las encuestas improvisadas sobre si el ministro del Interior debe o no dimitir arrojan resultados abrumadores en favor de la dimisión fulminante. En la del diario ABC pide la dimisión el 97 por ciento de los encuestados.
Francisco Rubiales
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