Cuando Felipe Gozález llegó al poder, en 1982, instauró en España un tipo de socialismo moderno y próspero que, comparado con el de Pablo Iglesias, que había sido obrero, austero, marxista y revolucionario, fue considerado como toda una mutación histórica.
Hoy, el socalismo que está imponiendo Zapatero desde el poder se parece tan poco al socialismo de González que los observadores y analistas lo consideran también como una nueva mutación de la vieja ideología socialista.
El de González fue un socialismo de derechas, que renunció al marxismo, el socialismo de la "bautiful people", de Isabel Presley, Marta Chavarri y las Koplowitz, el del petrodolar, los árabes millonarios y la ONCE cuajada de dinero, aquel socialismo hortera que tan claramente defició Solchaga cuando dijo que España era el país del mundo donde uno podía hacerse rico en menos tiempo.
El de Zapatero es muy diferente, nuevamente de izquierda, tal vez también marxista, aunque no se sabe porque cultiva la confusión, más cutre, diseñado más para minorías desprotegidas que para millonarios y clases medias, más de la "ugly" que de la "beautiful", que ha cambiado a Mitterrand, Helmund Koll y Gorvachov por Castro, Hugo Chavez y Evo Morales, que no se basa en el petrodolar sino en el ladrillo, que se ha alejado de Europa y se ha acercado a Cataluña y al País Vasdco, un socialismo que ya no siente pasión por lo internacional, como en tiempos de Felipe, sino por lo español y, como mucho, por las autonomías.
El de ZP es un socilaismo cateto que ha abandonado a la Presley y se ha abrazado a Zerolo, que cree menos en la democracia que en la paz. Zapatero no tiene carisma, como Felipe, sino "suerte". La gente "guapa" del Felipismo ha caído en el olvido y ahora es el turno de tipos feos, pero leales "hasta la muerte", como Pepiño y Rubalcaba.
En fin, un nuevo socialismo mutante, que exhibe como sus grandes logros su lucha por la paz y por los derechos que otorga a minorías marginadas, pero que se aleja algunos estadios más de aquel socialismo lejano y puro de don Pablo Iglesias.
Voto en Blanco
Hoy, el socalismo que está imponiendo Zapatero desde el poder se parece tan poco al socialismo de González que los observadores y analistas lo consideran también como una nueva mutación de la vieja ideología socialista.
El de González fue un socialismo de derechas, que renunció al marxismo, el socialismo de la "bautiful people", de Isabel Presley, Marta Chavarri y las Koplowitz, el del petrodolar, los árabes millonarios y la ONCE cuajada de dinero, aquel socialismo hortera que tan claramente defició Solchaga cuando dijo que España era el país del mundo donde uno podía hacerse rico en menos tiempo.
El de Zapatero es muy diferente, nuevamente de izquierda, tal vez también marxista, aunque no se sabe porque cultiva la confusión, más cutre, diseñado más para minorías desprotegidas que para millonarios y clases medias, más de la "ugly" que de la "beautiful", que ha cambiado a Mitterrand, Helmund Koll y Gorvachov por Castro, Hugo Chavez y Evo Morales, que no se basa en el petrodolar sino en el ladrillo, que se ha alejado de Europa y se ha acercado a Cataluña y al País Vasdco, un socialismo que ya no siente pasión por lo internacional, como en tiempos de Felipe, sino por lo español y, como mucho, por las autonomías.
El de ZP es un socilaismo cateto que ha abandonado a la Presley y se ha abrazado a Zerolo, que cree menos en la democracia que en la paz. Zapatero no tiene carisma, como Felipe, sino "suerte". La gente "guapa" del Felipismo ha caído en el olvido y ahora es el turno de tipos feos, pero leales "hasta la muerte", como Pepiño y Rubalcaba.
En fin, un nuevo socialismo mutante, que exhibe como sus grandes logros su lucha por la paz y por los derechos que otorga a minorías marginadas, pero que se aleja algunos estadios más de aquel socialismo lejano y puro de don Pablo Iglesias.
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