La cosecha de fracasos de la jerarquía católica española es asombrosa, como lo demuestra el masivo alejamiento de los españoles del catolicismo, mayoritario y pujante hace décadas y hoy agonizante y sólo atractivo para viejos cercanos a la muerte, con las Iglesias semivacías y la vida sacramental en profundo declive.
La principal causa de esa decadencia de la Iglesia Católica española es su cobardía, se miedo a enfrentarse al gobierno con la verdad y con la doctrina de Jesús por delante, diciéndole claramente a los cristianos, como es su deber, que no deben votar a partidos políticos que apuesten por la muerte, promuevan el aborto y sean enemigos de la religión y la familia.
La iglesia dispone de miles de púlpitos, organizaciones y medios para lanzar a la sociedad su visión del mundo y participar de lleno en los grandes debates del presente, como el combate entre las culturas de la vida y de la muerte o el necesario rechazo a gobernantes al servicio del mal, pero cada día permite que esos púlpitos sirvan para predicar lo que cada sacerdote quiere, en muchos casos auténticas imbecilidades alejadas del mundo real, sin ni siquiera realizar un intento de unificar criterios ante el asalto del mal a nuestra nación.
La Iglesia es cobarde ante las aberraciones de los socialistas y comunistas de Pedro Sánchez por dos razones: porque no tiene las ideas claras y dentro de la iglesia hay miles de curas que apoyan a la izquierda, y porque teme perder las ventajas y privilegios que le otorgan el concordato vigente entre el gobierno de España y la Santa Sede.
La historia reciente de la Iglesia está plagada de contradicciones y insensateces: parte de la Iglesia ha apoyado a ETA, ha apoyado y apoya el independentismo catalán, ha reconocido en los púlpitos el derecho al aborto y en algunos casos ha recomendado el voto a las izquierdas, con el argumento aberrante de que el comunismo y el cristianismo son parecidos.
La Conferencia Episcopal Española, ante la deriva de impiedad y hostilidad a la fe y a los valores que crecen bajo el amparo del gobierno de Sánchez, y ante la necesidad de claridad y orientación que tiene la comunidad cristina española, debería tener suficiente valor y entereza para emitir una pastoral común en la que diga claramente que votar a los partidos que apuesten por la cultura de la muerte y estén contra la fe y la familia es contrario al cristianismo.
A veces, la prudencia y la cobardía son los caminos más cortos hacia la derrota y el fracaso, como le dijo Winston Churchill a Chamberlain en vísperas de la II Guerra Mundial: "Tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra".
Francisco Rubiales
La principal causa de esa decadencia de la Iglesia Católica española es su cobardía, se miedo a enfrentarse al gobierno con la verdad y con la doctrina de Jesús por delante, diciéndole claramente a los cristianos, como es su deber, que no deben votar a partidos políticos que apuesten por la muerte, promuevan el aborto y sean enemigos de la religión y la familia.
La iglesia dispone de miles de púlpitos, organizaciones y medios para lanzar a la sociedad su visión del mundo y participar de lleno en los grandes debates del presente, como el combate entre las culturas de la vida y de la muerte o el necesario rechazo a gobernantes al servicio del mal, pero cada día permite que esos púlpitos sirvan para predicar lo que cada sacerdote quiere, en muchos casos auténticas imbecilidades alejadas del mundo real, sin ni siquiera realizar un intento de unificar criterios ante el asalto del mal a nuestra nación.
La Iglesia es cobarde ante las aberraciones de los socialistas y comunistas de Pedro Sánchez por dos razones: porque no tiene las ideas claras y dentro de la iglesia hay miles de curas que apoyan a la izquierda, y porque teme perder las ventajas y privilegios que le otorgan el concordato vigente entre el gobierno de España y la Santa Sede.
La historia reciente de la Iglesia está plagada de contradicciones y insensateces: parte de la Iglesia ha apoyado a ETA, ha apoyado y apoya el independentismo catalán, ha reconocido en los púlpitos el derecho al aborto y en algunos casos ha recomendado el voto a las izquierdas, con el argumento aberrante de que el comunismo y el cristianismo son parecidos.
La Conferencia Episcopal Española, ante la deriva de impiedad y hostilidad a la fe y a los valores que crecen bajo el amparo del gobierno de Sánchez, y ante la necesidad de claridad y orientación que tiene la comunidad cristina española, debería tener suficiente valor y entereza para emitir una pastoral común en la que diga claramente que votar a los partidos que apuesten por la cultura de la muerte y estén contra la fe y la familia es contrario al cristianismo.
A veces, la prudencia y la cobardía son los caminos más cortos hacia la derrota y el fracaso, como le dijo Winston Churchill a Chamberlain en vísperas de la II Guerra Mundial: "Tuvo usted para elegir entre la humillación y la guerra, eligió la humillación y nos llevará a la guerra".
Francisco Rubiales
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