Villar, hoy detenido y acusado de varios delitos relacionados con la corrupción y el mal uso del poder, era presidente de la Real Federación Española de Fútbol desde 1988. Casi tres décadas en el poder, sin alternancia y sin nadie capaz de hacerle sombra, es demasiado tiempo, pero menos del que llevan los socialistas andaluces gobernando Andalucía, una tierra minada por el atraso y en la que el socialismo ha tejido una red clientelar tan densa que muchos creen que es imposible que pierda unas elecciones. Sin embargo, Andalucía necesita renovación, regeneración y estilos e ideas nuevas, más que el oxígeno que respira. La Justicia ha podido poner fin al mandato "eterno" de Villar, pero hacer lo mismo con el socialismo andaluz es más complicado, no por falta de delitos ni de "méritos", sino porque los políticos españoles han sabido blindarse de la Justicia con privilegios, poderes y cortafuegos, hasta el punto de que los delitos cometidos tienen que ser atroces y escandalosos para que les coloquen entre rejas.
La permanencia "eterna" en el poder de los cargos públicos españoles es una de las principales causas de la corrupción y del deterioro acelerado que está sufriendo el país. El poder político es tan fuerte, arrogante e impune que ha perdido el miedo a la ley y al castigo, lo que representa una verdadera desgracia para la nación que tiene esa enfermedad. En la practica, un gobierno puede arruinar a España, endeudarla hasta la locura, despilfarrar como manirroto y hasta acelerar procesos de independencia y ruptura con sus errores, abusos y miserias sin que los ciudadanos ni las leyes puedan hacer nada por impedirlo.
Tampoco tienen miedo al ciudadano, al que los políticos han aprendido a manipular y engañar, dividiendolo, despojándole de valores, desculturizándolo y aborregándolo. Los abusos, fracasos y corrupciones deberían tener como consecuencia el abandono en las urnas, pero los sometidos siguen depositando su voto en favor de gente que, por su actos y logros, ni siquiera merece respeto.
La podredumbre que genera el poder sin controles y límites hizo que Villar se sintiera el "amo" del fútbol español y que Susana Díaz se crea la "dueña y señora de Andalucía", un sentimiento claramente enfermo en el que "dueña" suplanta a "servidora", que es el concepto apropiado para un líder demócrata.
El socialismo andaluz es uno de los mejores ejemplos mundiales disponibles para analizar la podredumbre y el deterioro de un partido por permanecer demasiado tiempo en el poder. Están muertos y no lo saben. Las actitudes y decisiones contrarias al interés general y al bien común se repiten, acompañadas de crueldad, insensibilidad y escaso respeto a las leyes. Lo que ocurre en Andalucía con el Impuesto de Sucesiones y Donaciones es sintomático. El pueblo quiere eliminarlo porque ha quedado demostrado que es injusto, cruel, contrario a la Constitución y dañino para la economía y la empresa, pero Susana Díaz lo mantiene vivo a pesar de las 180.000 firmas en contra, de las manifestaciones en todas las capitales de provincias y de las opiniones de los expertos. Es un caso de soberbia dañina, típico de los partidos que llevan demasiado tiempo en el poder y han perdido el alma y la razón ética.
La mas terrible labor de zapa y destrucción de los valores y de la nación lleva 40 años haciéndose, no solamente en Andalucía y Cataluña sino en otras muchas regiones. Las 17 taifas, con sus corruptelas y corrupciones, han sido el caldo de cultivo de la decadencia y el escenario de la corrupción y del deterioro de la democracia. ese "escenario". Ahora, por culpa de una clase política sin altura, sin valores, sin grandeza y sin sentido de la democracia y del concepto de servicio a la ciudadanía. Los políticos acuden a la vida política para adquirir poder, hacer carrera y solucionar sus vidas, pero nunca para servir a la nación y a los ciudadanos. Por culpa de la "casta", a la que el pueblo desprecia cada día con más intensidad, en vez de "café para todos" tenemos ahora, después de cuatro décadas de vigencia de la Constitución, "veneno para todos" y procesos de ruptura y deterioro que avanzan sin freno.
Algunos se escandalizan y sorprenden ante ese independentismo catalán suicida y lleno de odio o ante la corrupción y el distanciamiento del pueblo que han protagonizado los políticos que gobiernan Andalucía, una tierra desgraciada siempre en la cola del progreso y en la cabeza del atraso, pero otros nos preguntamos si en realidad no era éso, o algo parecido, lo que se pretendía al "crear", para sustituir al Franquismo, una falsa democracia con demasiado poder para los partidos, en la que los políticos y no el pueblo ocupan el protagonismo y la sustancia y en la que las tendencias al abuso, a la opresión camuflada y al saqueo son casi imposibles de ser frenadas.
Francisco Rubiales
La permanencia "eterna" en el poder de los cargos públicos españoles es una de las principales causas de la corrupción y del deterioro acelerado que está sufriendo el país. El poder político es tan fuerte, arrogante e impune que ha perdido el miedo a la ley y al castigo, lo que representa una verdadera desgracia para la nación que tiene esa enfermedad. En la practica, un gobierno puede arruinar a España, endeudarla hasta la locura, despilfarrar como manirroto y hasta acelerar procesos de independencia y ruptura con sus errores, abusos y miserias sin que los ciudadanos ni las leyes puedan hacer nada por impedirlo.
Tampoco tienen miedo al ciudadano, al que los políticos han aprendido a manipular y engañar, dividiendolo, despojándole de valores, desculturizándolo y aborregándolo. Los abusos, fracasos y corrupciones deberían tener como consecuencia el abandono en las urnas, pero los sometidos siguen depositando su voto en favor de gente que, por su actos y logros, ni siquiera merece respeto.
La podredumbre que genera el poder sin controles y límites hizo que Villar se sintiera el "amo" del fútbol español y que Susana Díaz se crea la "dueña y señora de Andalucía", un sentimiento claramente enfermo en el que "dueña" suplanta a "servidora", que es el concepto apropiado para un líder demócrata.
El socialismo andaluz es uno de los mejores ejemplos mundiales disponibles para analizar la podredumbre y el deterioro de un partido por permanecer demasiado tiempo en el poder. Están muertos y no lo saben. Las actitudes y decisiones contrarias al interés general y al bien común se repiten, acompañadas de crueldad, insensibilidad y escaso respeto a las leyes. Lo que ocurre en Andalucía con el Impuesto de Sucesiones y Donaciones es sintomático. El pueblo quiere eliminarlo porque ha quedado demostrado que es injusto, cruel, contrario a la Constitución y dañino para la economía y la empresa, pero Susana Díaz lo mantiene vivo a pesar de las 180.000 firmas en contra, de las manifestaciones en todas las capitales de provincias y de las opiniones de los expertos. Es un caso de soberbia dañina, típico de los partidos que llevan demasiado tiempo en el poder y han perdido el alma y la razón ética.
La mas terrible labor de zapa y destrucción de los valores y de la nación lleva 40 años haciéndose, no solamente en Andalucía y Cataluña sino en otras muchas regiones. Las 17 taifas, con sus corruptelas y corrupciones, han sido el caldo de cultivo de la decadencia y el escenario de la corrupción y del deterioro de la democracia. ese "escenario". Ahora, por culpa de una clase política sin altura, sin valores, sin grandeza y sin sentido de la democracia y del concepto de servicio a la ciudadanía. Los políticos acuden a la vida política para adquirir poder, hacer carrera y solucionar sus vidas, pero nunca para servir a la nación y a los ciudadanos. Por culpa de la "casta", a la que el pueblo desprecia cada día con más intensidad, en vez de "café para todos" tenemos ahora, después de cuatro décadas de vigencia de la Constitución, "veneno para todos" y procesos de ruptura y deterioro que avanzan sin freno.
Algunos se escandalizan y sorprenden ante ese independentismo catalán suicida y lleno de odio o ante la corrupción y el distanciamiento del pueblo que han protagonizado los políticos que gobiernan Andalucía, una tierra desgraciada siempre en la cola del progreso y en la cabeza del atraso, pero otros nos preguntamos si en realidad no era éso, o algo parecido, lo que se pretendía al "crear", para sustituir al Franquismo, una falsa democracia con demasiado poder para los partidos, en la que los políticos y no el pueblo ocupan el protagonismo y la sustancia y en la que las tendencias al abuso, a la opresión camuflada y al saqueo son casi imposibles de ser frenadas.
Francisco Rubiales
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