Nada más anunciar ETA el fin de la tregua, el gobierno empieza a cobrarse su venganza. El sanguinario terrorista De Juana Chaos, autor de 25 asesinatos y uno de los tipos más odiados de España, tratado antes con benevolencia escandalosa por el gobierno de Zapatero, ha sido trasladado en una ambulancia desde el hospital de San Sebastián, donde ha recibido el alta, hasta una cárcel de Madrid.
La primera conclusión a la que llega un demócrata al contemplar el arbitrario comportamiento del gobierno es que el poder político no es de fiar, porque no se somete a la ley, porque utiliza una doble o triple vara de medir, una blanda para los aliados y una dura para los adversarios. Con esas reglas en juego, el Estado de Derecho es algo parecido a una timba de trileros. Nuestros políticos no son fiables y nuestro sistema, funcionando de ese modo, no merece respeto.
Pocas cosas envilecen más la democracia que esa "Justicia a la Carta" utilizada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, según la cual la misma ley puede ser dura para unos y blanda para otros. Es dífícil encontrar una forma más rastrera de demostrar a los ciudadanos que el poder no tiene límites, que puede ser impunemente arbitrario y que la igualdad ante la ley, espinazo de la democracia, es toda una farsa.
A De Juana le quedan por cumplir catorce meses de cárcel por sus amenazas en Gara, pero podría estar hoy en su casa, si no llega a negarse a llevar el "control telemático", es decir, la pulsera electrónica, y si ETA no hubiera roto la tregua.
¿Qué Justicia es esa? ¿Que democracia es ésta?
La primera conclusión a la que llega un demócrata al contemplar el arbitrario comportamiento del gobierno es que el poder político no es de fiar, porque no se somete a la ley, porque utiliza una doble o triple vara de medir, una blanda para los aliados y una dura para los adversarios. Con esas reglas en juego, el Estado de Derecho es algo parecido a una timba de trileros. Nuestros políticos no son fiables y nuestro sistema, funcionando de ese modo, no merece respeto.
Pocas cosas envilecen más la democracia que esa "Justicia a la Carta" utilizada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, según la cual la misma ley puede ser dura para unos y blanda para otros. Es dífícil encontrar una forma más rastrera de demostrar a los ciudadanos que el poder no tiene límites, que puede ser impunemente arbitrario y que la igualdad ante la ley, espinazo de la democracia, es toda una farsa.
A De Juana le quedan por cumplir catorce meses de cárcel por sus amenazas en Gara, pero podría estar hoy en su casa, si no llega a negarse a llevar el "control telemático", es decir, la pulsera electrónica, y si ETA no hubiera roto la tregua.
¿Qué Justicia es esa? ¿Que democracia es ésta?
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