Hay organismos que, como los hombres, son torpes y limitados y se ven a diario desbordados por los acontecimientos. Este asunto de los piratas ha sobrepasado todas las capacidades útiles de este Gobierno y sus seiscientos asesores.
El largo secuestro del barco atunero, que, según dicen, navegaba bajo la bandera vasca, ha puesto de manifiesto el cúmulo de errores y torpezas de nuestros gobernantes; andan enfrentados la Presidencia y la Audiencia Nacional y a la greña los ministros de Exteriores, Defensa y Justicia echándose la culpa sin saber qué hacer, y, mientras pasan los días, se achacan la responsabilidad de haber traído a los dos detenidos en el Índico; en ese buenismo fatuo y ese pacifismo fútil han denegado la presencia de infantes de marina o guardias civiles en nuestros barcos para su defensa y la han sustituido por unos agentes manufacturados en cuatro días en la base militar de Cartagena a costa del dinero público; la Audiencia se esconde y culpa a la Abogacía del Estado, lo que no quita que la decisión la tomara el juez Garzón en su ánimo de brillo; unos se echan la culpa a los otros en este marasmo inoperante y ridículo que han emprendido. Zapatero no sabe lo que hacer, la Vice De la Vega habla y los secuestrados se agotan y consumen en la espera.
Ante el nerviosismo de las familias, a los cuarenta días, Zapatero las recibe, se fotografía con ellas y pide silencio en pro de la negociación. ¿Se acuerdan de la trama negociadora de Sarkozy? Llegó, en cuanto se enteró, con un puñado de tropa especializada, entregó a los secuestradores la bolsa del recate, y, una vez liberados y puestos a salvo sus marineros, atacó a los piratas y les sustrajo gran parte de la bolsa entregada poco antes; luego, montando en el avión a sus hombres, alzó el vuelo, ‘miró de soslayo, fuese y no hubo nada’. Y hoy nos dicen que acaba de apresar a doce piratas somalíes, doce que ya no secuestrarán a ninguno más con ikurriña o sin ella; no sabemos qué hará Francia con ellos, pero sí, que no perderá el tiempo en titubeos leguleyos ni en mirarles los dientes, para averiguar su edad.
Todos los que han decidido y participado en la traída de los dos piratas, han cometido, sin duda alguna, un gravísimo error, como desaconsejó la inteligencia militar desde que fueron avistados en alta mar, por las consecuencias que aquella detención acarrearía; y así, estamos, de esa equivocación nadie ha querido hacerse cargo, corría como patata caliente, ni el juez mediático ni la Vicepresidenta previeron las amargas secuelas de esa improcedente decisión que ha dificultado la puesta en libertad de los secuestrados; tras el mísero espectáculo que han ofrecido, abriéndole la boca a uno de esos piratas para dilucidar si era ya hombre o aún, un imberbe, hoy, a instancias secretas, la Vice de los modelitos multicolores ha salido a la pantalla de la Tve1 a responsabilizarse de todo ese entuerto; en su discurso nervioso y repetitivo insistía, en que, bajo su mando, se había cumplido todo el ordenamiento legal.
Y lo cierto es que nuestros hombres, aún hoy, siguen secuestrados.
C. Mudarra
El largo secuestro del barco atunero, que, según dicen, navegaba bajo la bandera vasca, ha puesto de manifiesto el cúmulo de errores y torpezas de nuestros gobernantes; andan enfrentados la Presidencia y la Audiencia Nacional y a la greña los ministros de Exteriores, Defensa y Justicia echándose la culpa sin saber qué hacer, y, mientras pasan los días, se achacan la responsabilidad de haber traído a los dos detenidos en el Índico; en ese buenismo fatuo y ese pacifismo fútil han denegado la presencia de infantes de marina o guardias civiles en nuestros barcos para su defensa y la han sustituido por unos agentes manufacturados en cuatro días en la base militar de Cartagena a costa del dinero público; la Audiencia se esconde y culpa a la Abogacía del Estado, lo que no quita que la decisión la tomara el juez Garzón en su ánimo de brillo; unos se echan la culpa a los otros en este marasmo inoperante y ridículo que han emprendido. Zapatero no sabe lo que hacer, la Vice De la Vega habla y los secuestrados se agotan y consumen en la espera.
Ante el nerviosismo de las familias, a los cuarenta días, Zapatero las recibe, se fotografía con ellas y pide silencio en pro de la negociación. ¿Se acuerdan de la trama negociadora de Sarkozy? Llegó, en cuanto se enteró, con un puñado de tropa especializada, entregó a los secuestradores la bolsa del recate, y, una vez liberados y puestos a salvo sus marineros, atacó a los piratas y les sustrajo gran parte de la bolsa entregada poco antes; luego, montando en el avión a sus hombres, alzó el vuelo, ‘miró de soslayo, fuese y no hubo nada’. Y hoy nos dicen que acaba de apresar a doce piratas somalíes, doce que ya no secuestrarán a ninguno más con ikurriña o sin ella; no sabemos qué hará Francia con ellos, pero sí, que no perderá el tiempo en titubeos leguleyos ni en mirarles los dientes, para averiguar su edad.
Todos los que han decidido y participado en la traída de los dos piratas, han cometido, sin duda alguna, un gravísimo error, como desaconsejó la inteligencia militar desde que fueron avistados en alta mar, por las consecuencias que aquella detención acarrearía; y así, estamos, de esa equivocación nadie ha querido hacerse cargo, corría como patata caliente, ni el juez mediático ni la Vicepresidenta previeron las amargas secuelas de esa improcedente decisión que ha dificultado la puesta en libertad de los secuestrados; tras el mísero espectáculo que han ofrecido, abriéndole la boca a uno de esos piratas para dilucidar si era ya hombre o aún, un imberbe, hoy, a instancias secretas, la Vice de los modelitos multicolores ha salido a la pantalla de la Tve1 a responsabilizarse de todo ese entuerto; en su discurso nervioso y repetitivo insistía, en que, bajo su mando, se había cumplido todo el ordenamiento legal.
Y lo cierto es que nuestros hombres, aún hoy, siguen secuestrados.
C. Mudarra
Comentarios: