Ahora, al comienzo de curso, es oportuno volver sobre tan enjundioso asunto.
Hay mentes envenenadas, que todo lo que tocan y manejan lo infeccionan; son lenguas bífidas que hablan o escriben soltando ponzoña por ambas comisuras. Así dice Cervantes que “Es tan ligera la lengua como el pensamiento y, si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua” (Tr. de P. y S. Lib. I, cap. XIV).
Con esa intención malsana, nació la controvertida asignatura de “Educación para la Ciudadanía” y por esos derroteros malolientes sigue y persiste. La tal materia, en principio, no tendría nada que objetar. Es bueno y conveniente enseñar los derechos y deberes del ciudadano. Lo malo estriba en la carga de ponzoña, que remanentes odios y venganzas pretéritas preñan su desarrollo. No se engarzan sus contenidos en la corrección, el respeto y la ética de lo cortés, adecuado y generalmente aceptado y aceptable; inciden en el ámbito de la conciencia, en el marco de la ideología, en el espacio religioso y político, escorados y tergiversados sus propósitos. Su intención y desarrollo son nocivos. Así es como equiparan a las víctimas inocentes de ETA, con las bajas que se producen en sus propias filas, al asegurar que la banda terrorista «ha causado víctimas mortales, pero también tiene sus propias víctimas».
Los padres, únicos depositarios de la responsabilidad educativa de sus hijos, no pueden admitir que un gobierno imponga los cauces morales, mentales y afectivos a través de principios ideológicos particulares y exclusivos. Todos aquellos, que objetan y se oponen a la implantación de E. p C., ya tienen un motivo más para pensar y actuar. Como dice R. Ruíz en La Razón, el Ministerio de Educación, la Junta de Andalucía y la de Galicia, entre los asuntos a tratar con los alumnos de la ESO en clase, proponen a los profesores en sus páginas web lo que llaman «el conflicto vasco». Curiosamente, el material didáctico que puede descargar el docente titulado, «Euskadi: Un escenario posible» y al que se accede a través del enlace (http://www.educacionciudadania.mec.es/enlaces.html ), criticando abiertamente al PP, lo equipara a la ilegalizada Batasuna y cuestiona la actuación que tuvo el Gobierno durante el denominado «proceso de paz». Lo recomiendan al profesorado, a fin de abordar la educación para la paz, la no violencia y la salida dialogada de su ilusorio «conflicto». No se enteran; aquí no existe ningún conflicto. Increíblemente, se ha impuesto la terminología de la banda etarra en la expresión de muchos políticos y periodistas.
El material ha sido elaborado en catalán por el coordinador del Programa de Educación de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad de Barcelona, después de la ruptura de la tregua de ETA, en enero de 2007. En el documento, sobre la disidencia vasca, se dice: «El reconocimiento de la existencia de un problema político no acaba, por sí solo, con la violencia de ETA, pero es un paso importante. Batas debería, con firmeza, desacreditar el uso de las armas, para lograr sus fines políticos y el PP, replantearse su política de confrontación y su negación sistemática, permanente y rotunda y abrir puentes de diálogo». El texto vuelve contra los populares al asegurar que «continúan con descalificaciones y no en la búsqueda de soluciones al problema».
¿Problema? ¿Qué “problema político”? El material y los textos difunden la misma opinión y lenguaje de los etarras. Plataformas de objetores y Profesores de Ética, han lamentado este tipo de redacción y contenidos. Y aseguran que es «una materia sin objetivos académicos claros y que se quiere examinar de moral e ideología».
C. V. Mudarra
Hay mentes envenenadas, que todo lo que tocan y manejan lo infeccionan; son lenguas bífidas que hablan o escriben soltando ponzoña por ambas comisuras. Así dice Cervantes que “Es tan ligera la lengua como el pensamiento y, si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua” (Tr. de P. y S. Lib. I, cap. XIV).
Con esa intención malsana, nació la controvertida asignatura de “Educación para la Ciudadanía” y por esos derroteros malolientes sigue y persiste. La tal materia, en principio, no tendría nada que objetar. Es bueno y conveniente enseñar los derechos y deberes del ciudadano. Lo malo estriba en la carga de ponzoña, que remanentes odios y venganzas pretéritas preñan su desarrollo. No se engarzan sus contenidos en la corrección, el respeto y la ética de lo cortés, adecuado y generalmente aceptado y aceptable; inciden en el ámbito de la conciencia, en el marco de la ideología, en el espacio religioso y político, escorados y tergiversados sus propósitos. Su intención y desarrollo son nocivos. Así es como equiparan a las víctimas inocentes de ETA, con las bajas que se producen en sus propias filas, al asegurar que la banda terrorista «ha causado víctimas mortales, pero también tiene sus propias víctimas».
Los padres, únicos depositarios de la responsabilidad educativa de sus hijos, no pueden admitir que un gobierno imponga los cauces morales, mentales y afectivos a través de principios ideológicos particulares y exclusivos. Todos aquellos, que objetan y se oponen a la implantación de E. p C., ya tienen un motivo más para pensar y actuar. Como dice R. Ruíz en La Razón, el Ministerio de Educación, la Junta de Andalucía y la de Galicia, entre los asuntos a tratar con los alumnos de la ESO en clase, proponen a los profesores en sus páginas web lo que llaman «el conflicto vasco». Curiosamente, el material didáctico que puede descargar el docente titulado, «Euskadi: Un escenario posible» y al que se accede a través del enlace (http://www.educacionciudadania.mec.es/enlaces.html ), criticando abiertamente al PP, lo equipara a la ilegalizada Batasuna y cuestiona la actuación que tuvo el Gobierno durante el denominado «proceso de paz». Lo recomiendan al profesorado, a fin de abordar la educación para la paz, la no violencia y la salida dialogada de su ilusorio «conflicto». No se enteran; aquí no existe ningún conflicto. Increíblemente, se ha impuesto la terminología de la banda etarra en la expresión de muchos políticos y periodistas.
El material ha sido elaborado en catalán por el coordinador del Programa de Educación de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad de Barcelona, después de la ruptura de la tregua de ETA, en enero de 2007. En el documento, sobre la disidencia vasca, se dice: «El reconocimiento de la existencia de un problema político no acaba, por sí solo, con la violencia de ETA, pero es un paso importante. Batas debería, con firmeza, desacreditar el uso de las armas, para lograr sus fines políticos y el PP, replantearse su política de confrontación y su negación sistemática, permanente y rotunda y abrir puentes de diálogo». El texto vuelve contra los populares al asegurar que «continúan con descalificaciones y no en la búsqueda de soluciones al problema».
¿Problema? ¿Qué “problema político”? El material y los textos difunden la misma opinión y lenguaje de los etarras. Plataformas de objetores y Profesores de Ética, han lamentado este tipo de redacción y contenidos. Y aseguran que es «una materia sin objetivos académicos claros y que se quiere examinar de moral e ideología».
C. V. Mudarra
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