Escándalo, desazón y rabia produce el descomunal gasto público, en medio de esta crisis, que no existió hasta que la recesión cernía sus garras demoledoras. Derrochan, exigen y no cesan de pedir. El impecable manejo del erario nacional es un síntoma significativo de la salud democrática; la nota más saludable reside en el respetuoso esfuerzo de procurar el bien común.
La elefantiasis de la administración autonómica no es soportable. España desmayada no resiste esta terrible carga de las CC.AA.; su invención, a tenor de la irrefrenable ambición de jerarcas tribales, ha venido a ser un lacerante fracaso. Los régulos han convertido las regiones en un particular predio de prebendas y lujosas poltronas imposibles de mantener; en todo caso córtese el grifo y no se suelte ni un “duro”. Sobra y basta con la Hacienda Estatal.
La prodigalidad y el abuso emponzoña el prestigio de la estructura política entre la ciudadanía. Los dispendios inadmisibles a costa del erario público hieren la conciencia de un pueblo atrapado en el paro y unas clases medias que lindan con la pobreza. El sistema político, que malgasta y funde el superávit que tomó, pierde, con la extralimitación, el respeto social.
El derroche nacionalista, según “La Razón” 31-10-08, desconoce la crisis. C. Rovira y sus cuatro consejerías de la Generalidad gasta 157 millones en la difusión del Catalán, dentro y fuera; se llevan los millones de periplo por el mundo exótico y extraño, fundiéndolos en abrir lo que llaman “embajadas” con sus departamentos, oficinistas, empleados, viajes y hoteles con el conque del pancatalanismo lingüístico. Esto es inaudito y vergonzoso. Es un despilfarro sin apoyo legal, no contemplado en ninguna de sus competencias transferidas. Al que hay que sumar, como publica el Diario Oficial de la Generalidad el 2-12-08, más de seis millones de euros en subvenciones, repartidas por Carod-Rovira, durante el 2008, a siete colegios del sur de Francia, a treinta y siete entidades catalanas en el extranjero, a la Asociación de Fistball, a la Federación Catalana de Patinaje y otros deportes.
En Galicia, idem de idem. El tal Touriño, que ya tenía una “embajada” en B. Aires, ha decidido abrir otra en Uruguay, con un sueldo de noventa mil euros al delegado y ha incrementado de modo desaforado las asignaciones a las consejerías, tras construirse un despacho faraónico con unos millones de viva necesidad para los miles de gallegos que no ven cómo van a comer y llegar a final de mes. No se comprende, cómo es posible derretir dos millones de euros, léase trescientos treinta y dos millones de pesetas, en arreglarse un despacho. Todos estos izquierdosos, “modernos” y progres, hijos del franquismo en el que se criaron, no han mamado la austeridad, en que, dicen, vivía el dictador, ni tampoco esa solidaridad, que tanto predican sus correligionarios eufemísticamente, para huir de la noble y tradicional “caridad”.
Cierto que la existencia de estas tres lenguas, para España es un lujo y una riqueza lingüística. Pero, en este mundo globalizado ¿quién les va a contestar en catalán lejos de sus leyeses? Ilusos creen que van a negociar, comerciar o entenderse con alguien fuera de sus pequeñas regiones en gallego o vasco. Este codicioso dispendio, cuando el paro roza los tres millones de criaturas, no se entiende; sencillamente, es innecesario y descabellado. Esta manifiesta indignidad y escaso sentido ético del ejercicio público, con crisis o en bonanza, es auténticamente un hecho escandaloso para la sociedad. El pueblo exige a los Políticos honradez diáfana, sobriedad y gestión modélica, no liberalidades manirrotas.
C. Mudarra
La elefantiasis de la administración autonómica no es soportable. España desmayada no resiste esta terrible carga de las CC.AA.; su invención, a tenor de la irrefrenable ambición de jerarcas tribales, ha venido a ser un lacerante fracaso. Los régulos han convertido las regiones en un particular predio de prebendas y lujosas poltronas imposibles de mantener; en todo caso córtese el grifo y no se suelte ni un “duro”. Sobra y basta con la Hacienda Estatal.
La prodigalidad y el abuso emponzoña el prestigio de la estructura política entre la ciudadanía. Los dispendios inadmisibles a costa del erario público hieren la conciencia de un pueblo atrapado en el paro y unas clases medias que lindan con la pobreza. El sistema político, que malgasta y funde el superávit que tomó, pierde, con la extralimitación, el respeto social.
El derroche nacionalista, según “La Razón” 31-10-08, desconoce la crisis. C. Rovira y sus cuatro consejerías de la Generalidad gasta 157 millones en la difusión del Catalán, dentro y fuera; se llevan los millones de periplo por el mundo exótico y extraño, fundiéndolos en abrir lo que llaman “embajadas” con sus departamentos, oficinistas, empleados, viajes y hoteles con el conque del pancatalanismo lingüístico. Esto es inaudito y vergonzoso. Es un despilfarro sin apoyo legal, no contemplado en ninguna de sus competencias transferidas. Al que hay que sumar, como publica el Diario Oficial de la Generalidad el 2-12-08, más de seis millones de euros en subvenciones, repartidas por Carod-Rovira, durante el 2008, a siete colegios del sur de Francia, a treinta y siete entidades catalanas en el extranjero, a la Asociación de Fistball, a la Federación Catalana de Patinaje y otros deportes.
En Galicia, idem de idem. El tal Touriño, que ya tenía una “embajada” en B. Aires, ha decidido abrir otra en Uruguay, con un sueldo de noventa mil euros al delegado y ha incrementado de modo desaforado las asignaciones a las consejerías, tras construirse un despacho faraónico con unos millones de viva necesidad para los miles de gallegos que no ven cómo van a comer y llegar a final de mes. No se comprende, cómo es posible derretir dos millones de euros, léase trescientos treinta y dos millones de pesetas, en arreglarse un despacho. Todos estos izquierdosos, “modernos” y progres, hijos del franquismo en el que se criaron, no han mamado la austeridad, en que, dicen, vivía el dictador, ni tampoco esa solidaridad, que tanto predican sus correligionarios eufemísticamente, para huir de la noble y tradicional “caridad”.
Cierto que la existencia de estas tres lenguas, para España es un lujo y una riqueza lingüística. Pero, en este mundo globalizado ¿quién les va a contestar en catalán lejos de sus leyeses? Ilusos creen que van a negociar, comerciar o entenderse con alguien fuera de sus pequeñas regiones en gallego o vasco. Este codicioso dispendio, cuando el paro roza los tres millones de criaturas, no se entiende; sencillamente, es innecesario y descabellado. Esta manifiesta indignidad y escaso sentido ético del ejercicio público, con crisis o en bonanza, es auténticamente un hecho escandaloso para la sociedad. El pueblo exige a los Políticos honradez diáfana, sobriedad y gestión modélica, no liberalidades manirrotas.
C. Mudarra
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