La zafiedad, la incultura y la grosería se instalan con toda soltura y facilidad, en esta sociedad pasota y permisiva de principios del XXI; el fétido olor corroe sus arterias, cómplices con sus votos y aplausos de que tipejos sin talla accedan a puestos importantes pertrechados sólo de verborrea vacua, ofensiva y denigrante.
A este tenor, un individuo vocinglero, sin educación ni cultura, puede encontrarse en la Presidencia de una nación, con las riendas de su gobernación en la mano. Así, al tocarle el turno de palabra a Venezuela, en la tribuna de oradores de Naciones Unidas, vimos por televisión a su Presidente dar no un discurso serio, inteligente y profundo política y socialmente, sino lanzar, contra los EE.UU. personificados en Bush, que tampoco muestra una gran talla, un cúmulo de payasadas, de incongruencias y de inconvenientes: “Aquí huele a azufre”; aquí estuvo el diablo, se palpa, se siente todavía”; y demás insulsas memeces y bravatas arrabaleras. Y, anoche, este mismo comediante de desconocimiento e incorrección decía en los telediarios: “Este Bush caerá en los ‘estiercoleros’ de la Historia”.
Pues, sí, esa historia de los estercoleros es la que hoy con sujetos de esta calaña se está escribiendo. Iberoamérica languidece carcomida por la inepcia y la ambición corruptas. Venezuela, aquella que fue república modélica en el Continente, hoy, se hunde en las charcas, enfangada en las brumas del manejo. Hugo Chávez, que logró doblegar la voluntad del sufragio de la inconsciencia y de la emotividad, está siendo la ruina virulenta en la nación y su entorno. “Nacido, según Pérez Lozano, en un remoto pueblo de provincia, y como él muchos que ocupan posiciones de gobierno, se criaron en sectores de pobreza y pudieron ingresar y graduarse en las universidades y las diferentes academias militares y miren adónde han llegado; él, en solitario, se ha inventado una guerra asimétrica con los Estados Unidos, que ni siquiera se da por enterado y no pasa más allá del discurso populista; él y los suyos son los privilegiados de turno, para quienes no existe control de cambio; miren el ajuar lujoso y las costosas prendas que usa como cualquier vulgar burgués. Este personaje mordaz y procaz va por ahí dispensando favores dinerarios de las arcas y de los chorros petroleros nacionales. E, insolente, se alza, cual franciscano, clamando contra la pobreza en su país, donde, mientras el erario disminuye en sus manos, crece inmisericorde la miseria y la indigencia. Los ojos atónitos del hambre ven cómo dilapida el monto de petrodólares al socaire de una revolución socialista, desconcertante incluso para los activistas y seguidores. Dado al zarpazo institucional no hay poderes autónomos, sólo una voz, un pensamiento, una orden”.
“Las autocracias, decía A. Manzoni, terminan en dictadura, que se enseñorea cuando reprime, tortura y asesina, descalifica al adversario y convierte el tesoro de la nación en coto particular”. Lástima de Venezuela. A veces, el poder por las urnas se reedita y llega a producir horror y escalofríos.
Camilo Valverde Mudarra
A este tenor, un individuo vocinglero, sin educación ni cultura, puede encontrarse en la Presidencia de una nación, con las riendas de su gobernación en la mano. Así, al tocarle el turno de palabra a Venezuela, en la tribuna de oradores de Naciones Unidas, vimos por televisión a su Presidente dar no un discurso serio, inteligente y profundo política y socialmente, sino lanzar, contra los EE.UU. personificados en Bush, que tampoco muestra una gran talla, un cúmulo de payasadas, de incongruencias y de inconvenientes: “Aquí huele a azufre”; aquí estuvo el diablo, se palpa, se siente todavía”; y demás insulsas memeces y bravatas arrabaleras. Y, anoche, este mismo comediante de desconocimiento e incorrección decía en los telediarios: “Este Bush caerá en los ‘estiercoleros’ de la Historia”.
Pues, sí, esa historia de los estercoleros es la que hoy con sujetos de esta calaña se está escribiendo. Iberoamérica languidece carcomida por la inepcia y la ambición corruptas. Venezuela, aquella que fue república modélica en el Continente, hoy, se hunde en las charcas, enfangada en las brumas del manejo. Hugo Chávez, que logró doblegar la voluntad del sufragio de la inconsciencia y de la emotividad, está siendo la ruina virulenta en la nación y su entorno. “Nacido, según Pérez Lozano, en un remoto pueblo de provincia, y como él muchos que ocupan posiciones de gobierno, se criaron en sectores de pobreza y pudieron ingresar y graduarse en las universidades y las diferentes academias militares y miren adónde han llegado; él, en solitario, se ha inventado una guerra asimétrica con los Estados Unidos, que ni siquiera se da por enterado y no pasa más allá del discurso populista; él y los suyos son los privilegiados de turno, para quienes no existe control de cambio; miren el ajuar lujoso y las costosas prendas que usa como cualquier vulgar burgués. Este personaje mordaz y procaz va por ahí dispensando favores dinerarios de las arcas y de los chorros petroleros nacionales. E, insolente, se alza, cual franciscano, clamando contra la pobreza en su país, donde, mientras el erario disminuye en sus manos, crece inmisericorde la miseria y la indigencia. Los ojos atónitos del hambre ven cómo dilapida el monto de petrodólares al socaire de una revolución socialista, desconcertante incluso para los activistas y seguidores. Dado al zarpazo institucional no hay poderes autónomos, sólo una voz, un pensamiento, una orden”.
“Las autocracias, decía A. Manzoni, terminan en dictadura, que se enseñorea cuando reprime, tortura y asesina, descalifica al adversario y convierte el tesoro de la nación en coto particular”. Lástima de Venezuela. A veces, el poder por las urnas se reedita y llega a producir horror y escalofríos.
Camilo Valverde Mudarra