Edmund Burke: "Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres de bien no hagan nada”… “El mayor error lo comete quien no hace nada porque sólo podría hacer un poco”… "Hay un límite en el que la tolerancia deja de ser una virtud”
Las tres citas son un rechazo a la pasividad, al conformismo y a la tibieza, que nos deberían hacer reflexionar en estos difíciles tiempos.
Hanna Arendt, tras asistir al juicio de, Eichmann, uno de los responsables del holocausto, escribió asombrada sobre la “banalización del mal”. Cuando el mal, la irresponsabilidad, la mediocridad, la zafiedad y la frivolidad se generalizan, llega un punto en que dejamos de percibirlos y reconocerlos. Perdemos la sensibilidad hacia ellos. Insertados en ese entorno somos incapaces de vislumbrar que existe otra forma de actuar y de vivir y que existe otra realidad. Los arboles no nos dejan ver al bosque, lo mismo que una gota de agua no puede ver el mar.
Desde el poder se encargan de que ese entorno nos envuelva sin resquicio alguno y cegados de esta manera somos conducidos cual rebaño bovino. Y dice la parábola del buen pastor, que si una oveja se extravía, el pastor saldrá tras ella abandonando todo el aprisco. Tardé tiempo en entender tan irresponsable comportamiento pastoril. Pero al final comprendí que lo peligroso no era que el lobo se comiera una o incluso varias ovejas. No; lo grave es que la oveja descarriada triscara por su cuenta por los verdes valles y las frescas praderas, descubriera una mejor realidad y contaminara al resto del rebaño. Un buen pastor no debe nunca permitir que sus ovejas se salgan de la “realidad única” y “el pensamiento políticamente correcto” y si lo intenta hay que establecer un “cordón sanitario”
Frente a este adocenamiento yo apelo a la voluntad de poder de Nietche, el mundo como voluntad de Schopenhauer, el Dasein de Heiderguer, y el Conatus de Spinoza. Y propongo un concierto de ovejas, que libres del redil, y según su gusto, trisquen por los riscos buscando la brizna de hierba exquisita, ramoneen por frondosos valles, o pasten tranquilamente al borde del arroyo.
Spinoza
Las tres citas son un rechazo a la pasividad, al conformismo y a la tibieza, que nos deberían hacer reflexionar en estos difíciles tiempos.
Hanna Arendt, tras asistir al juicio de, Eichmann, uno de los responsables del holocausto, escribió asombrada sobre la “banalización del mal”. Cuando el mal, la irresponsabilidad, la mediocridad, la zafiedad y la frivolidad se generalizan, llega un punto en que dejamos de percibirlos y reconocerlos. Perdemos la sensibilidad hacia ellos. Insertados en ese entorno somos incapaces de vislumbrar que existe otra forma de actuar y de vivir y que existe otra realidad. Los arboles no nos dejan ver al bosque, lo mismo que una gota de agua no puede ver el mar.
Desde el poder se encargan de que ese entorno nos envuelva sin resquicio alguno y cegados de esta manera somos conducidos cual rebaño bovino. Y dice la parábola del buen pastor, que si una oveja se extravía, el pastor saldrá tras ella abandonando todo el aprisco. Tardé tiempo en entender tan irresponsable comportamiento pastoril. Pero al final comprendí que lo peligroso no era que el lobo se comiera una o incluso varias ovejas. No; lo grave es que la oveja descarriada triscara por su cuenta por los verdes valles y las frescas praderas, descubriera una mejor realidad y contaminara al resto del rebaño. Un buen pastor no debe nunca permitir que sus ovejas se salgan de la “realidad única” y “el pensamiento políticamente correcto” y si lo intenta hay que establecer un “cordón sanitario”
Frente a este adocenamiento yo apelo a la voluntad de poder de Nietche, el mundo como voluntad de Schopenhauer, el Dasein de Heiderguer, y el Conatus de Spinoza. Y propongo un concierto de ovejas, que libres del redil, y según su gusto, trisquen por los riscos buscando la brizna de hierba exquisita, ramoneen por frondosos valles, o pasten tranquilamente al borde del arroyo.
Spinoza
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