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España, irreconocible, distinta y diferente, ha perdido todo su peso y relevancia en el marco internacional. No le queda un mínimo respeto en Bruselas, y ni siquiera en África. Hubo que ridiculizar a EE.UU., y retirar las tropas de Irak, que colaboraban con la mayor parte de los países europeos, para venir a alinearse con Francia, que jamás hará nada por nosotros, con Marruecos, que nos hostiga y exige, y con los tres salvadores de América, que nadie oye ni atiende.
La inepcia y la futilidad acapara toda la acción gubernamental. Ya, la mayoría de los medios han venido señalando las gracias resultantes de la insólita política del talante propuesta en España, con su intervencionismo "demodé" y el nacionalismo mercantil, con el estatuto independentista en Cataluña, y la negociación con ETA, rechazados por la ciudadanía española que muchos medios califican de "ovejuna" y "sumisa" por no oponerse a los caprichos del poder político.
La riada masiva de la inmigración irregular, por el norte y por el sur, ha desbordado todas las capacidades. Las fronteras de par en par atraen la avalancha que colapsa Canarias las costas andaluzas y cada rincón; la solución que se les ocurre es trasladarlos a la Península y soltarlos con “un bocadillo y diez duros” en las plazas de las ciudades, que si son del PP, mucho mejor. Con lo cual queda establecido el problema, origen de conflictos, de enfermedades y de miseria para ellos mismos.
Han mandado a África, mientras el de Exteriores sestea, a la Vicepresidenta y al Ministro del Interior, en misión diplomática para reforzar los controles fronterizos y obtener una mayor cooperación de los países de origen, así como de la Unión Europea, con tanto acierto, que tras ellos, siguió llegando, si no arreció, la inundación de pateras y barquillos africanos. Lo arreglan diciendo que no van a tolerar la entrada ilegal y que harán, en Senegal, una campaña informativa, financiada con fondos comunitarios, para frenar la inmigración. Y claro, el Ejecutivo está molesto con Senegal, por su falta de colaboración. Los inmigrantes retenidos en los centros de internamiento de Canarias superan ya su capacidad total de 5.446 plazas, sólo en un fin de semana se les presentan por las puertas más de tres mil.
En esta insufrible pasividad, no se les ocurre que han de tomar el asunto de frente, con resolución. Han de exigir que sólo vengan los que dispongan de un contrato de trabajo; controlar y cerrar las fronteras con firmeza, devolver y repatriar a todo inmigrante ilegal y aumentar la vigilancia de aeropuertos y costas poniendo unas patrulleras, lo más cercanas a África, para disuadir e impedir el viaje perentorio y peligroso de esas pobres criaturas hambrientas, víctimas de las mafias. Si se sigue extendiendo que no hay impedimento, que se cuelan todos, que esto es el paraíso, que ancha es Castilla, aquí se agotará el pan y el agua y hasta el aire que se respira.
Camilo Valverde Mudarra
Imagen cedida por La Kodorniz
La inepcia y la futilidad acapara toda la acción gubernamental. Ya, la mayoría de los medios han venido señalando las gracias resultantes de la insólita política del talante propuesta en España, con su intervencionismo "demodé" y el nacionalismo mercantil, con el estatuto independentista en Cataluña, y la negociación con ETA, rechazados por la ciudadanía española que muchos medios califican de "ovejuna" y "sumisa" por no oponerse a los caprichos del poder político.
La riada masiva de la inmigración irregular, por el norte y por el sur, ha desbordado todas las capacidades. Las fronteras de par en par atraen la avalancha que colapsa Canarias las costas andaluzas y cada rincón; la solución que se les ocurre es trasladarlos a la Península y soltarlos con “un bocadillo y diez duros” en las plazas de las ciudades, que si son del PP, mucho mejor. Con lo cual queda establecido el problema, origen de conflictos, de enfermedades y de miseria para ellos mismos.
Han mandado a África, mientras el de Exteriores sestea, a la Vicepresidenta y al Ministro del Interior, en misión diplomática para reforzar los controles fronterizos y obtener una mayor cooperación de los países de origen, así como de la Unión Europea, con tanto acierto, que tras ellos, siguió llegando, si no arreció, la inundación de pateras y barquillos africanos. Lo arreglan diciendo que no van a tolerar la entrada ilegal y que harán, en Senegal, una campaña informativa, financiada con fondos comunitarios, para frenar la inmigración. Y claro, el Ejecutivo está molesto con Senegal, por su falta de colaboración. Los inmigrantes retenidos en los centros de internamiento de Canarias superan ya su capacidad total de 5.446 plazas, sólo en un fin de semana se les presentan por las puertas más de tres mil.
En esta insufrible pasividad, no se les ocurre que han de tomar el asunto de frente, con resolución. Han de exigir que sólo vengan los que dispongan de un contrato de trabajo; controlar y cerrar las fronteras con firmeza, devolver y repatriar a todo inmigrante ilegal y aumentar la vigilancia de aeropuertos y costas poniendo unas patrulleras, lo más cercanas a África, para disuadir e impedir el viaje perentorio y peligroso de esas pobres criaturas hambrientas, víctimas de las mafias. Si se sigue extendiendo que no hay impedimento, que se cuelan todos, que esto es el paraíso, que ancha es Castilla, aquí se agotará el pan y el agua y hasta el aire que se respira.
Camilo Valverde Mudarra
Imagen cedida por La Kodorniz
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