Servidor, E. S. O., un andoba de Cornago, confía y espera que la próxima y nueva clase política que venga a suplir a la existente, mejore bastante a la actual, deficiente; o sea, que suba varios peldaños o puntos sus niveles de autocrítica y autocorrección, esto es, de autoexigencia, ética y estética, y correspondientemente, la nota de su calificación, la cota de su posición y hasta la mota de polvo de su categoría.
Y es que, en este aspecto concreto, el abajo firmante y rubricante sigue, de modo fidelísimo, los pasos y los posos de uno de sus maestros predilectos, don Julio Cortázar, quien, en ese libro suyo de prodigios innúmeros y demás sorpresas, con y sin cuento, que es “Rayuela”, urdió, más o menos (citaré de memoria) aquello (que pertenece al capítulo 28) de que, de todos nuestros pensamientos y/o sentimientos (y es que “piensa el sentimiento y siente el pensamiento”, o viceversa, recogió en letras de molde otro de los maestros inconcusos de este andóbal, don Miguel de Unamuno y Jugo), “el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida; es la vida misma defendiéndose”.
E. S. O., un andoba de Cornago
Y es que, en este aspecto concreto, el abajo firmante y rubricante sigue, de modo fidelísimo, los pasos y los posos de uno de sus maestros predilectos, don Julio Cortázar, quien, en ese libro suyo de prodigios innúmeros y demás sorpresas, con y sin cuento, que es “Rayuela”, urdió, más o menos (citaré de memoria) aquello (que pertenece al capítulo 28) de que, de todos nuestros pensamientos y/o sentimientos (y es que “piensa el sentimiento y siente el pensamiento”, o viceversa, recogió en letras de molde otro de los maestros inconcusos de este andóbal, don Miguel de Unamuno y Jugo), “el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida; es la vida misma defendiéndose”.
E. S. O., un andoba de Cornago