Unos petimetres de la farándula, en busca de llenar su bolsa, pasean ese espectro del putiferio, que autodenominan figura del pop, para escenificar una crucifixión de zafio espectáculo en la capital italiana, a unos cuantos metros del Vaticano. Y ya en el colmo de su osada soberbia han cursado una invitación al propio Papa, Benedicto XVI.
Dirigentes católicos, musulmanes y judíos alzan su voz al unísono, para condenar esta nueva pantomima irreverente de tinte católico de la innombrable americana que aparece con una simulada corona de espinas en la cabeza, en tanto que va bajando al escenario, suspendida en una cruz brillante, escena que exhibe en su gira mundial llamada "Confessions Tour". Ya el título mismo muestra una gran pobreza de imaginación y su carga de mal gusto. Lógicamente le antecede la repulsa y el rechazo de la critica en Estados Unidos; aquí, sacerdotes católicos de Roma indicaban que el acto "se acerca a la blasfemia". "Es irrespetuoso, es vulgar, chabacano y provocativo", dijo el padre Manfredo Leone, de la parroquia de Santa Maria Liberatrice. "Ser levantado en una cruz con una corona de espinas, como un Cristo moderno, es absurdo. Hacerlo en la cuna del cristianismo se acerca a la blasfemia", agregó. En un insólito ejemplo de solidaridad religiosa, representantes musulmanes y judíos se agregaron a la censura y repudio de la autocalificada "Reina del Pop", reputada por insertar en sus actuaciones y videos imágenes sexuales y religiosas. Mario Scialoja, jefe de la Liga Musulmana de Italia dijo: "Creo que su idea es de pésimo gusto y que haría bien en regresar a casa"; a su vez, Ricardo Pacifici, portavoz y vicepresidente de la comunidad judía de Roma, agregó que debería haber retirado esa escena considerando el lugar en el que se va a presentar: un estadio que se ubica a casi un kilómetro y medio de las puertas de la Ciudad del Vaticano.
Esta no es la única, ya en otras ocasiones, esta pobre criatura, hija de un católico ítalo-estadounidense, ha provocado la enérgica reprobación de la Iglesia Católica. Personalidades católicas calificaban de blasfemo, en 1989, su denigrante video "Like a Prayer" en el que se veían cruces en llamas, estatuas llorando sangre y a la susodicha seduciendo a un Cristo Negro. El pobre cristo, negro o blanco, no tiene la culpa de sus traumas y deficiencias; para eso están los psiquiatras y los confesores. Y si quiere hacer burla, cómprese un muñeco de trapo, y búrlese de su abuelo o del padre que la trajo aquí.
Estos adoradores del dios Macmón sólo buscan llenarse los bolsillos a costa de lo que sea; son ateos desvergonzados que, en su ignorante osadía, vienen a mofarse de lo sagrado, se atreven a hacer broma de las acendradas creencias de los pueblos y sus gentes, son sirvientes de los ídolos soeces de los placeres de la carne, de su infame egoísmo y descarnada ambición que, para medrar, se refocilan en las cloacas. En fin, allá estos oportunistas con su malvivir e idiotez.
El arte no precisa de la grosería.
Camilo Valverde Mudarra
Dirigentes católicos, musulmanes y judíos alzan su voz al unísono, para condenar esta nueva pantomima irreverente de tinte católico de la innombrable americana que aparece con una simulada corona de espinas en la cabeza, en tanto que va bajando al escenario, suspendida en una cruz brillante, escena que exhibe en su gira mundial llamada "Confessions Tour". Ya el título mismo muestra una gran pobreza de imaginación y su carga de mal gusto. Lógicamente le antecede la repulsa y el rechazo de la critica en Estados Unidos; aquí, sacerdotes católicos de Roma indicaban que el acto "se acerca a la blasfemia". "Es irrespetuoso, es vulgar, chabacano y provocativo", dijo el padre Manfredo Leone, de la parroquia de Santa Maria Liberatrice. "Ser levantado en una cruz con una corona de espinas, como un Cristo moderno, es absurdo. Hacerlo en la cuna del cristianismo se acerca a la blasfemia", agregó. En un insólito ejemplo de solidaridad religiosa, representantes musulmanes y judíos se agregaron a la censura y repudio de la autocalificada "Reina del Pop", reputada por insertar en sus actuaciones y videos imágenes sexuales y religiosas. Mario Scialoja, jefe de la Liga Musulmana de Italia dijo: "Creo que su idea es de pésimo gusto y que haría bien en regresar a casa"; a su vez, Ricardo Pacifici, portavoz y vicepresidente de la comunidad judía de Roma, agregó que debería haber retirado esa escena considerando el lugar en el que se va a presentar: un estadio que se ubica a casi un kilómetro y medio de las puertas de la Ciudad del Vaticano.
Esta no es la única, ya en otras ocasiones, esta pobre criatura, hija de un católico ítalo-estadounidense, ha provocado la enérgica reprobación de la Iglesia Católica. Personalidades católicas calificaban de blasfemo, en 1989, su denigrante video "Like a Prayer" en el que se veían cruces en llamas, estatuas llorando sangre y a la susodicha seduciendo a un Cristo Negro. El pobre cristo, negro o blanco, no tiene la culpa de sus traumas y deficiencias; para eso están los psiquiatras y los confesores. Y si quiere hacer burla, cómprese un muñeco de trapo, y búrlese de su abuelo o del padre que la trajo aquí.
Estos adoradores del dios Macmón sólo buscan llenarse los bolsillos a costa de lo que sea; son ateos desvergonzados que, en su ignorante osadía, vienen a mofarse de lo sagrado, se atreven a hacer broma de las acendradas creencias de los pueblos y sus gentes, son sirvientes de los ídolos soeces de los placeres de la carne, de su infame egoísmo y descarnada ambición que, para medrar, se refocilan en las cloacas. En fin, allá estos oportunistas con su malvivir e idiotez.
El arte no precisa de la grosería.
Camilo Valverde Mudarra
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