El Estatuto no interesaba ni ha interesado; no tiene respaldo de los andaluces; ha suscitado un entusiasmo perfectamente reducido, ínfimo, mermado, y casi ridículo, como ridículo fue el cacarear un 89% de un minúsculo 36% de votantes. No es del pueblo, era y es suyo, de ellos. De los que, en el cuarto de siglo y poltrona, no saben lo que piensa y quiere la gente. No ha sido un desplante de desidia, es la reprobación y la repulsa. El referéndum es ya una antigualla, un puro fracaso. Pero, en el cortijo no pasa nada, la cosa sigue. De dimisión, aquí, nada, ni nadie. Hay bastante con culpar al otro. Estos dirigentes tan avispados que nos han caído del espacio de la inquina y el rencor, tienen claro su cometido de demonizar, hostigar y recluir en las hogueras infernales a la Derecha.
Rápidamente se propinaron sus improperios y críticas de gran nivel intelectual; sobre todo el PSOE y el PP, que se achacaron mutuamente la baja participación. Estos fenómenos del pensamiento, muestran su enjundia en cuanto abren la boca; el ministro, J. Sevilla, dijo que "quizá nos hemos confiado demasiado" porque "nadie había pensado que el resultado estuviera en peligro". El secretario del PSOE, J. Blanco, acusó a los dirigentes populares de "aprovecharse deslealmente" de la abstención de ayer". Pero, su genialidad brilla en esta carnavalesca retórica, enunciados vacuos, en que tilda y nos toma por necios: "La participación es baja siempre que existe seguridad sobre el resultado, la inmensa mayoría de la sociedad ya había dado su conformidad tácita al nuevo texto, por lo que muchos no han considerado necesario acudir a las urnas". Acebes, afirmó que "la alta abstención es un fracaso personal de Zapatero"; la «irresponsabilidad» presidencial se ha saldado con dos «absolutos fracasos»: la reforma de los estatutos y la negociación con ETA. Manuel Chaves, defendió la victoria "abrumadora" del 'sí', aunque no ocultó que "esperaba" una participación "superior" a la registrada y que el voto de rechazo proviene, «en un 99 por ciento», de las filas del PP; y del gran porcentaje de los suyos que no han ido, no dice una palabra.
Es que estos políticos de alta talla están en su nebulosa; no se enteran. El Estatuto y sus Autonosuyas, que duplican el gasto innecesario, no interesan a nadie ni tienen una demanda popular y real. Como en Cataluña, la reforma es un hecho lejano y ajeno al pueblo, es un mero resorte socialista con propósitos de poder; la gente tiene sus intereses comunes y concretos y los dirigentes otros muy distintos, lo que crea graves dudas sobre la validez moral del ansia reformadora. La abstención andaluza revela una rigurosa censura a los estamentos políticos que trajeados de nacionalismo y progresía persiguen su burocrático beneficio y opulento servicio.
La reforma urgente es la de la Ley Electoral, que evitando las componendas postelectorales, mande formar gobierno únicamente a la mayoría y, sustrayendo poder a los partidos políticos, se pueda elegir a personas concretas y no las litas impuestas y cerradas.
Camilo V. Mudarra
Rápidamente se propinaron sus improperios y críticas de gran nivel intelectual; sobre todo el PSOE y el PP, que se achacaron mutuamente la baja participación. Estos fenómenos del pensamiento, muestran su enjundia en cuanto abren la boca; el ministro, J. Sevilla, dijo que "quizá nos hemos confiado demasiado" porque "nadie había pensado que el resultado estuviera en peligro". El secretario del PSOE, J. Blanco, acusó a los dirigentes populares de "aprovecharse deslealmente" de la abstención de ayer". Pero, su genialidad brilla en esta carnavalesca retórica, enunciados vacuos, en que tilda y nos toma por necios: "La participación es baja siempre que existe seguridad sobre el resultado, la inmensa mayoría de la sociedad ya había dado su conformidad tácita al nuevo texto, por lo que muchos no han considerado necesario acudir a las urnas". Acebes, afirmó que "la alta abstención es un fracaso personal de Zapatero"; la «irresponsabilidad» presidencial se ha saldado con dos «absolutos fracasos»: la reforma de los estatutos y la negociación con ETA. Manuel Chaves, defendió la victoria "abrumadora" del 'sí', aunque no ocultó que "esperaba" una participación "superior" a la registrada y que el voto de rechazo proviene, «en un 99 por ciento», de las filas del PP; y del gran porcentaje de los suyos que no han ido, no dice una palabra.
Es que estos políticos de alta talla están en su nebulosa; no se enteran. El Estatuto y sus Autonosuyas, que duplican el gasto innecesario, no interesan a nadie ni tienen una demanda popular y real. Como en Cataluña, la reforma es un hecho lejano y ajeno al pueblo, es un mero resorte socialista con propósitos de poder; la gente tiene sus intereses comunes y concretos y los dirigentes otros muy distintos, lo que crea graves dudas sobre la validez moral del ansia reformadora. La abstención andaluza revela una rigurosa censura a los estamentos políticos que trajeados de nacionalismo y progresía persiguen su burocrático beneficio y opulento servicio.
La reforma urgente es la de la Ley Electoral, que evitando las componendas postelectorales, mande formar gobierno únicamente a la mayoría y, sustrayendo poder a los partidos políticos, se pueda elegir a personas concretas y no las litas impuestas y cerradas.
Camilo V. Mudarra