La mujer, aún en estos tiempos de libertades incontenidas, desate y modernidades insumisas, sigue sometida y desdeñada en minusvaloración operante. Aguarda paciente y expectante la hora de su “veni foras”.
Se ha celebrado en Madrid el III Encuentro Iberoamericano de Mujeres Dirigentes. La voz de la mujer, aterida en el frío de esta sociedad insensible, continúa lanzando su clamor en exigencia de paridad social y política, y de reconocimiento efectivo de su igualdad y dignidad, tantas veces conculcadas en el pasado y preteridas y olvidadas en el presente. Hablan de igualdad de género, cuestión imposible, porque el género, categoría gramatical, no puede ser igual, e indicar a la vez, lo masculino y lo femenino.
Piden a los Gobiernos Iberoamericanos, que trabajen y concierten su esfuerzos, para hacer realidad "la erradicación de toda forma de exclusión" de las mujeres en la sociedad y "prever mecanismos de monitoreo y medición de impacto" de sus políticas. Hacen un llamamiento en pro del incremento de la representación política de las mujeres en las delegaciones nacionales a las cumbres hispanoamericanas, en paridad de condiciones. La próxima en Santiago de Chile, versará sobre la "cohesión social", por lo que será un momento apto, para "adoptar medidas orientadas al respeto y la protección de las mujeres migrantes y sus familias". Reclaman su presencia en los poderes del Estado, su participación en el ‘empoderamiento’ y el goce de autonomía de las mujeres. Es fundamental la adopción de políticas, que conduzcan a una educación de calidad a niñas y jóvenes, con atención especial a las indígenas y afro-descendientes para asegurar su plena participación ciudadana y su inserción en el mundo laboral". Las conclusiones y objetivos serán enviados a los mandatarios iberoamericanos con la confianza de que sean receptivos a sus demandas y puedan "ratificar el 'Consenso de Quito', documento aprobado el pasado mes de agosto en la capital ecuatoriana, por representantes de treinta y tres naciones, que reclama el reconocimiento económico-laboral de las mujeres y su participación en la política.
Se ha dicho, que el s. XXI va a ser el marco del necesario ascenso de la mujer. El efectivo protagonismo femenino requiere la transformación integral de la sociedad, un cambio profundo de su mentalidad. Sólo llegará con la adopción de las medidas políticas de igualdad positiva, entre ellas, las reformas legislativas y presupuestarias, que garanticen su derecho, remuevan las rémoras y abran cauce a las mujeres hacia el desempeño de los cargos públicos, incluidos los que atañen a las jerarquías de Iglesia, ahíta de machismo medieval, ya caduco.
Tal vez, la historia humana, en manos de la mujer, sería otra muy distinta. La mujer ha recibido enormes dones, al tiempo que es dispensadora de gracias a raudales en este mundo. Por su origen y por entidad psíquica y física, todo indica que el hombre y la mujer reciben la misma dignidad radical que corresponde a la persona. Es más paciente y sufrida, abarca más, capta antes, cuando el hombre va, ella viene; gobierna y dirige con mayor razón y acierto; y, sobre todo, es madre. La maternidad la encumbra al primer puesto, es cocreadora y dadora de vida. La mujer no ha escrito la Ilíada, ni la Eneida, el Quijote o Fausto, ni levantado las Pirámides o el Partenón, pero ha construido y constituido la humanidad.
Su condición natural de diálogo y de paz contribuirá siempre en este ambiente materialista al crecimiento de individuos que vivan la entrega, el servicio y el amor al prójimo, menos violentos y egoístas. Allí donde exista la dirección y el ordenamiento de la mujer, la sociedad encontrará solución a muchos problemas y se creará un ambiente más libre, justo y dialogante.
Camilo Valverde Mudarra
Se ha celebrado en Madrid el III Encuentro Iberoamericano de Mujeres Dirigentes. La voz de la mujer, aterida en el frío de esta sociedad insensible, continúa lanzando su clamor en exigencia de paridad social y política, y de reconocimiento efectivo de su igualdad y dignidad, tantas veces conculcadas en el pasado y preteridas y olvidadas en el presente. Hablan de igualdad de género, cuestión imposible, porque el género, categoría gramatical, no puede ser igual, e indicar a la vez, lo masculino y lo femenino.
Piden a los Gobiernos Iberoamericanos, que trabajen y concierten su esfuerzos, para hacer realidad "la erradicación de toda forma de exclusión" de las mujeres en la sociedad y "prever mecanismos de monitoreo y medición de impacto" de sus políticas. Hacen un llamamiento en pro del incremento de la representación política de las mujeres en las delegaciones nacionales a las cumbres hispanoamericanas, en paridad de condiciones. La próxima en Santiago de Chile, versará sobre la "cohesión social", por lo que será un momento apto, para "adoptar medidas orientadas al respeto y la protección de las mujeres migrantes y sus familias". Reclaman su presencia en los poderes del Estado, su participación en el ‘empoderamiento’ y el goce de autonomía de las mujeres. Es fundamental la adopción de políticas, que conduzcan a una educación de calidad a niñas y jóvenes, con atención especial a las indígenas y afro-descendientes para asegurar su plena participación ciudadana y su inserción en el mundo laboral". Las conclusiones y objetivos serán enviados a los mandatarios iberoamericanos con la confianza de que sean receptivos a sus demandas y puedan "ratificar el 'Consenso de Quito', documento aprobado el pasado mes de agosto en la capital ecuatoriana, por representantes de treinta y tres naciones, que reclama el reconocimiento económico-laboral de las mujeres y su participación en la política.
Se ha dicho, que el s. XXI va a ser el marco del necesario ascenso de la mujer. El efectivo protagonismo femenino requiere la transformación integral de la sociedad, un cambio profundo de su mentalidad. Sólo llegará con la adopción de las medidas políticas de igualdad positiva, entre ellas, las reformas legislativas y presupuestarias, que garanticen su derecho, remuevan las rémoras y abran cauce a las mujeres hacia el desempeño de los cargos públicos, incluidos los que atañen a las jerarquías de Iglesia, ahíta de machismo medieval, ya caduco.
Tal vez, la historia humana, en manos de la mujer, sería otra muy distinta. La mujer ha recibido enormes dones, al tiempo que es dispensadora de gracias a raudales en este mundo. Por su origen y por entidad psíquica y física, todo indica que el hombre y la mujer reciben la misma dignidad radical que corresponde a la persona. Es más paciente y sufrida, abarca más, capta antes, cuando el hombre va, ella viene; gobierna y dirige con mayor razón y acierto; y, sobre todo, es madre. La maternidad la encumbra al primer puesto, es cocreadora y dadora de vida. La mujer no ha escrito la Ilíada, ni la Eneida, el Quijote o Fausto, ni levantado las Pirámides o el Partenón, pero ha construido y constituido la humanidad.
Su condición natural de diálogo y de paz contribuirá siempre en este ambiente materialista al crecimiento de individuos que vivan la entrega, el servicio y el amor al prójimo, menos violentos y egoístas. Allí donde exista la dirección y el ordenamiento de la mujer, la sociedad encontrará solución a muchos problemas y se creará un ambiente más libre, justo y dialogante.
Camilo Valverde Mudarra