Afirman numerosos politólogos y sociólogos que, decepcionados y hastiados ante el mal comportamiento de los políticos y su escasa capacidad de gestión, los ciudadanos han decidido practicar la venganza y, en adelante, será muy difícil que renueven su confianza en un gobierno. Expulsar a los gobiernos del poder será la reacción genuina y una especie de venganza democrática de los ciudadanos ante la corrupción, la arrogancia del poder y el fracaso de los partidos y dirigentes políticos.
Aunque en Francia ya se está viendo con claridad esa nueva tendencia con la meteórica ascensión de Ségolène Royal, candidata socialista en las presidenciales del 22 de abril, es en España donde primero se ha manifestado con claridad esa nueva tendencia de "venganza ciudadana", cuando el 14 de marzo de 2004 fue derrotado, contra todo pronóstico, el gobierno del Partido Popular, a pesar de que su gestión había sido aparentemente buena y de que su mandato se desarrolló en una espectacular bonanza económica.
Es cierto que el impacto sufrido por la población ante los atentados del 11 de marzo tuvo un enorme efecto sobre la intención de voto, pero no es menos cierto que ese vuelco se produjo porque el terreno ya estaba abonado y el ciudadano se sentía con ganas de castigar al arrogante poder de José María Aznar.
Los errores del gobierno de Aznar, sobre todo en su segundo periodo, su tendencia a descalificar y demonizar a todos sus adversarios y la arrogancia que demostró en asuntos tan destacados como la boda de su hija y, sobre todo, al empeñarse en implicar a España en una guerra como la de Irak, en contra de la opinión de la mayoría, despertaron el ánimo de venganza en la ciudadanía.
En Francia, el espectacular ascenso de Ségolène Royal no puede explicarse sin esa tendencia a la venganza que crece en la sociedad y que, según los expertos, será determinante a la hora de votar, ya que los ciudadanos, convencidos del fracaso de los políticos como "casta", sea cual sea su ideología, se inclinarán más por castigar al gobierno en las urnas que por elegir otro que sea mejor.
La nueva líder socialista francesa, perfectamente consciente del hastío del ciudadano por la conducta y gestión de los políticos, ha propuesto la revolucionaria idea de implantar unos «jurados populares» que califiquen y juzguen la labor de los cargos públicos. Se trata de un intento de reconciliarse con un electorado cada día más "cabreado" y furioso ante el bochornoso espectáculo de una casta política profesionalizada cuyo principal objetivo no es ya el de servir a la ciudadanía con eficiencia, sino el más rastrero de mantenerse en el poder "como sea", incluso a costa de degenerar la democracia.
Los asesores de Zapatero están sumamente preocupados ante esa creciente tendencia electoral, cuyo principal rasgo es el impulso ciudadano a castigar al poder en las urnas, y aconsejan al presidente una política que acentue su talante dialogante y que evite actitudes arrogantes como las demostradas al sacar adelante, contra la voluntad de la mayoría, políticas como el Estatuto de Cataluña y la débil negociación con los terroristas de ETA, ante el temor de que provoquen la venganza del electorado español.
Estos consejos de los expertos y, sobre todo, el vértigo que siente el PSOE ante unas elecciones que se aproximan a gran velocidad, mientras el gobierno pierde apoyo electoral a fuerte ritmo, explican ciertos cambios en el comportamiento`político de Zapatero en las últimas semanas.
Aunque en Francia ya se está viendo con claridad esa nueva tendencia con la meteórica ascensión de Ségolène Royal, candidata socialista en las presidenciales del 22 de abril, es en España donde primero se ha manifestado con claridad esa nueva tendencia de "venganza ciudadana", cuando el 14 de marzo de 2004 fue derrotado, contra todo pronóstico, el gobierno del Partido Popular, a pesar de que su gestión había sido aparentemente buena y de que su mandato se desarrolló en una espectacular bonanza económica.
Es cierto que el impacto sufrido por la población ante los atentados del 11 de marzo tuvo un enorme efecto sobre la intención de voto, pero no es menos cierto que ese vuelco se produjo porque el terreno ya estaba abonado y el ciudadano se sentía con ganas de castigar al arrogante poder de José María Aznar.
Los errores del gobierno de Aznar, sobre todo en su segundo periodo, su tendencia a descalificar y demonizar a todos sus adversarios y la arrogancia que demostró en asuntos tan destacados como la boda de su hija y, sobre todo, al empeñarse en implicar a España en una guerra como la de Irak, en contra de la opinión de la mayoría, despertaron el ánimo de venganza en la ciudadanía.
En Francia, el espectacular ascenso de Ségolène Royal no puede explicarse sin esa tendencia a la venganza que crece en la sociedad y que, según los expertos, será determinante a la hora de votar, ya que los ciudadanos, convencidos del fracaso de los políticos como "casta", sea cual sea su ideología, se inclinarán más por castigar al gobierno en las urnas que por elegir otro que sea mejor.
La nueva líder socialista francesa, perfectamente consciente del hastío del ciudadano por la conducta y gestión de los políticos, ha propuesto la revolucionaria idea de implantar unos «jurados populares» que califiquen y juzguen la labor de los cargos públicos. Se trata de un intento de reconciliarse con un electorado cada día más "cabreado" y furioso ante el bochornoso espectáculo de una casta política profesionalizada cuyo principal objetivo no es ya el de servir a la ciudadanía con eficiencia, sino el más rastrero de mantenerse en el poder "como sea", incluso a costa de degenerar la democracia.
Los asesores de Zapatero están sumamente preocupados ante esa creciente tendencia electoral, cuyo principal rasgo es el impulso ciudadano a castigar al poder en las urnas, y aconsejan al presidente una política que acentue su talante dialogante y que evite actitudes arrogantes como las demostradas al sacar adelante, contra la voluntad de la mayoría, políticas como el Estatuto de Cataluña y la débil negociación con los terroristas de ETA, ante el temor de que provoquen la venganza del electorado español.
Estos consejos de los expertos y, sobre todo, el vértigo que siente el PSOE ante unas elecciones que se aproximan a gran velocidad, mientras el gobierno pierde apoyo electoral a fuerte ritmo, explican ciertos cambios en el comportamiento`político de Zapatero en las últimas semanas.
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