Si es cierto, como parece, que los votantes están indignados y cabreados con el sistema, en Francia también habrá hoy sorpresas y los ciudadanos votarán algo distinto de lo que predicen las encuestas y esperan los medios de comunicación, como viene ocurriendo en todo el mundo occidental desde 2004, cuando la derecha del PP, que parecía atravesar su mejor momento, fue derrotada sorprendentemente por un socialismo que fue el primer sorprendido ante su inesperada victoria.
Después vinieron otras sorpresas, siempre producto del enfado de los ciudadanos con unos políticos tradicionales que están convirtiendo la democracia en una pocilga: el "no" de Francia y Holanda a la Constitución europea y los resultados de las elecciones en Alemania, Polonia, Ucrania, Uruguay, Ecuador y Nicaragua, paises latinoamericanos estos últimos donde los ciudadanos rechazan en las urnas la vieja política ttradicional, impregnada de corrupción, manipulación y trucos, para apoyar un extraño po`pulismo indígena y reivindicativo.
La sorpresa, en Francia, ya se vislumbró en las pasadas elecciones, cuando, contra todo pronóstico, el ultraderechista Le Pen pasó el corte y compitió en el segunda vuelta por la presidencia.
Hoy, si los franceses siguen indignados y cabreados contra esos políticos tradicionales y profesionales, tanto de la derecha como de la izquierda, verdaderos expertos en cazar privilegios y en actuar como la nueva clase dominante, tanto el conservador Nicolás Sarkozy como Segolene Royal podrían cosechar hoy menos votos de los que esperaban.
Después vinieron otras sorpresas, siempre producto del enfado de los ciudadanos con unos políticos tradicionales que están convirtiendo la democracia en una pocilga: el "no" de Francia y Holanda a la Constitución europea y los resultados de las elecciones en Alemania, Polonia, Ucrania, Uruguay, Ecuador y Nicaragua, paises latinoamericanos estos últimos donde los ciudadanos rechazan en las urnas la vieja política ttradicional, impregnada de corrupción, manipulación y trucos, para apoyar un extraño po`pulismo indígena y reivindicativo.
La sorpresa, en Francia, ya se vislumbró en las pasadas elecciones, cuando, contra todo pronóstico, el ultraderechista Le Pen pasó el corte y compitió en el segunda vuelta por la presidencia.
Hoy, si los franceses siguen indignados y cabreados contra esos políticos tradicionales y profesionales, tanto de la derecha como de la izquierda, verdaderos expertos en cazar privilegios y en actuar como la nueva clase dominante, tanto el conservador Nicolás Sarkozy como Segolene Royal podrían cosechar hoy menos votos de los que esperaban.