Olvidando que, en democracia, las grandes leyes y las grandes decisiones deben aprobarse por mayoría cualificada, algunos energúmenos, obviamente poco demócratas, han considerado hoy como una “victoria” lo ocurrido en el Europarlamento de Estrasburgo, donde el apoyo al "proceso de paz" de Zapatero obtuvo 321 votos a favor, 311 en contra y 24 abstenciones, ganando por sólo diez votos de diferencia.
Con la inteligencia puesta en las reglas de la democracia, hoy en Europa han perdido todos, menos ETA, que ha conseguido, de la mano del gobierno español, una festiva y solemne “puesta de largo” en el gran templo de la democracia comunitaria, sin más mérito que el de exhibir sus manos y su alma manchadas de sangre.
Enrique Barón Crespo, presidente del Grupo Parlamentario Socialista Europeo y miembro del Parlamento Europeo desde enero de 1986, al definir lo ocurrido hoy en Estrasburgo como “una gran victoria de la democracia”, sólo demuestra que está divorciado del pueblo y de la auténtica democracia, quizás porque lleva demasiados años subido al coche oficial, rodeado de guardaespaldas y alienado como “político profesional”.
Quien hoy se considere vencedor es porque no es demócrata, ni entiende las reglas de la democracia. Sólo ETA tiene derecho a sentirse victoriosa. Su causa, una causa mafiosa y asesina, ha sido objeto de un debate y de una votación nada menos que en el corazón de la democracia europea. Sin duda, ETA debe agradecer a José Luis Rodríguez Zapatero esa "puesta de largo" europea, la primera que consigue un grupo terrorista, un privilegio que envidiarán hoy las mafias siciliana, napolitana, calabresa y rusa, y que para sí hubieran querido las Brigadas Rojas, el IRA y la banda Bader-Meinhoff.
Si Zapatero fuera sincero, digno y auténticamente republicano, como dice ser, reconocería que el republicanismo exige que las grandes leyes y las grandes decisiones sean adoptadas por mayorías muy cualificadas. Si interpreta lo ocurrido hoy en Estrasburgo como una victoria, demostraría ser tan republicano y demócrata como un tanque chino aplastando estudiantes en la plaza de Tien An Mien.
Con la inteligencia puesta en las reglas de la democracia, hoy en Europa han perdido todos, menos ETA, que ha conseguido, de la mano del gobierno español, una festiva y solemne “puesta de largo” en el gran templo de la democracia comunitaria, sin más mérito que el de exhibir sus manos y su alma manchadas de sangre.
Enrique Barón Crespo, presidente del Grupo Parlamentario Socialista Europeo y miembro del Parlamento Europeo desde enero de 1986, al definir lo ocurrido hoy en Estrasburgo como “una gran victoria de la democracia”, sólo demuestra que está divorciado del pueblo y de la auténtica democracia, quizás porque lleva demasiados años subido al coche oficial, rodeado de guardaespaldas y alienado como “político profesional”.
Quien hoy se considere vencedor es porque no es demócrata, ni entiende las reglas de la democracia. Sólo ETA tiene derecho a sentirse victoriosa. Su causa, una causa mafiosa y asesina, ha sido objeto de un debate y de una votación nada menos que en el corazón de la democracia europea. Sin duda, ETA debe agradecer a José Luis Rodríguez Zapatero esa "puesta de largo" europea, la primera que consigue un grupo terrorista, un privilegio que envidiarán hoy las mafias siciliana, napolitana, calabresa y rusa, y que para sí hubieran querido las Brigadas Rojas, el IRA y la banda Bader-Meinhoff.
Si Zapatero fuera sincero, digno y auténticamente republicano, como dice ser, reconocería que el republicanismo exige que las grandes leyes y las grandes decisiones sean adoptadas por mayorías muy cualificadas. Si interpreta lo ocurrido hoy en Estrasburgo como una victoria, demostraría ser tan republicano y demócrata como un tanque chino aplastando estudiantes en la plaza de Tien An Mien.
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